Es verdad que cada vez las cosas son más difíciles y que el romanticismo queda oculto bajo la capa de la velocidad de vértigo que lleva nues...

Seamos un poco más felices

Es verdad que cada vez las cosas son más difíciles y que el romanticismo queda oculto bajo la capa de la velocidad de vértigo que lleva nuestra vida. Recibimos tanta cantidad de información que resulta difícil asimilarla, procesarla o incluso gestionarla. Los mensajes son cada vez más catastróficos con la crisis que no cesa, los indicadores económicos parecen peores cada día que pasa, el dinero no nos llega para disfrutar de un presente incierto y desconcertante. Los valores apenas son tenidos en cuenta y la tecnología nos sobrepasa, haciéndonos más infelices.
En esta loca carrera hacia ningún sitio, corriendo como pollos sin cabeza, devoramos nuestras ilusiones por culpa de nuestros miedos, que nos convierten en más conservadores y tacaños. Hemos dejado de sentir con el corazón a transformar nuestras sensaciones en elementos fundamentales de la supervivencia. Todo está permitido en un mundo corrupto donde la gente cabal y honrada sufre al contemplar lo que emerge a su alrededor.
Yo me he propuesto, al cumplir los 53 años, que tengo que limitar mi ansiedad, conducir mi hiperactividad e intentar ser menos desdichado. El mundo que nos toca vivir no hace más fácil esta filosofía pero el tiempo se nos escapa de las manos a chorros. Uno piensa que todavía es joven porque sigue en la brecha, físicamente se encuentra bien, mentalmente está mejor que nunca y emocionalmente no le afectan tanto las adversidades. Pero los recuerdos forman una procesión interminable y comienzas ya a olvidar rostros, a refugiarte en el pasado y a recrear tu existencia anterior. Las fotos no engañan como el espejo, que refleja lo que tú deseas ver. Ahora todo es improvisado, fugaz, sin poso.
Así las cosas, prefiero reducir la velocidad y contemplar el paisaje; sin importarme si luce el sol, llueve o sopla el viento. A cada imagen del camino merece la pena dedicarle la atención necesaria para distraerse de los problemas que se acumulan. Eso sí, tomar el rábano por las hojas y saber decir que no con educación y cortesía.
¿Que el Real Zaragoza desciende a la Segunda División? Ya prepararemos una campaña para que regrese a Primera. ¿Que sigue Agapito? Cuantos más días continúe más cerca estará su adiós; es cuestión de tiempo. ¿Que seguimos cuesta abajo y sin frenos? Ya refundaremos el club. Todo aquello que ocurre sin que podamos hacer nada por evitarlo es imposible resolverlo. Y como todo lo que ocurre es necesario, esperaremos a emplear la experencia para salir del pozo. Eso sí, con decisión, fortaleza y coraje. No nos deberá temblar el pulso a la hora de tomar decisiones. Pero despojándonos del temor para enfrentarnos con el torso desnudo a nuestro destino.

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