Mi última reflexión del año la publico en 2014, una vez conocida la denuncia de Movilla, Paredes y José Mari por el impago de la mensualid...

Adiós a 2013

Mi última reflexión del año la publico en 2014, una vez conocida la denuncia de Movilla, Paredes y José Mari por el impago de la mensualidad de diciembre y las partes proporcionales de la ficha de la temporada. El entorno de los futbolistas afirma que esta denuncia está provocada por el trato sufrido por la directiva, en especial por la actitud de su director general, Jesús García Pitarch.
El sindicato de futbolistas ha confirmado oficialmente la denuncia y ha hecho saber que, en ningún caso, tolerará que se pongan en juego los derechos contemplados en sus contratos, especulando con la posibilidad de realizar modificaciones unilaterales por parte del club o posibles despidos con el fin de realizar nuevas contrataciones a costa de ello.
Otra vez en el ojo del huracán, siendo el centro de los comentarios del fútbol español y en la víspera de un partido importante de cara a pensar en el ascenso ante un rival que es el segundo en la tabla clasificatoria.
Enero es cruel con el Real Zaragoza, que se apunta al primer mes del año para derribar las escasas aportaciones positivas de las semanas precedentes y entrar en una dinámica de autodestrucción que parece imparable. Paco Herrera debe estar tirándose de los pelos porque cada cosa que ocurre en este club mina los cimientos que él ha intentado poner, con mejor o peor fortuna, en el regreso a la Primera División.
Lamentablemente toma cuerpo la fase de liquidación de la compañía, ante el silencio del máximo accionista, la permanente audencia del supuesto presidente y el deterioro implacable de la entidad que alcanza límites insospechados.
El adiós a 2013 significa un paso más hacia la desaparición, un golpe más al zaragocismo, la caída sin fin hacia el abismo. Nadie echa una mano desde las Instituciones o desde el poder económico de la ciudad y la Comunidad. Miran hacia otro lado, apartándose para que no les salpique. Pero la afición, que siente todavía los colores y la historia del club, no perdonará a quienes han dinamitado el Real Zaragoza ni a quienes lo han permitido.

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