El martes la Romareda vivió algo más de noventa minutos de Primera División. Y el público lo hizo sabiendo que el pase a octavos era algo im...

Un guiño al futuro

El martes la Romareda vivió algo más de noventa minutos de Primera División. Y el público lo hizo sabiendo que el pase a octavos era algo imposible y con la tristeza de encajar dos goles en el último tramo del partido, que fue injusto por el interés y la implicación del equipo sobre el terreno de juego. Aún así la experiencia fue agradable porque volvimos a ver a un club histórico y que actualmente ocupa por méritos propios la segunda plaza de la clasificación como es el Valencia. Además, terminaron jugando siete futbolistas de la cantera y se vieron posibilidades en jugadores no habituales en las alineaciones de Natxo González. El encuentro fue positivo porque hubo destellos de calidad, no existía la angustia por los puntos y las gradas acogieron a más de dieciséis mil espectadores.
Se trató de un guiño al futuro que nos hace pensar en el regreso a la élite, en el momento en que volvamos a participar en ese gran espectáculo que es la Liga. Ya hemos caminado sin rumbo durante muchos años, demasiados, y necesitamos otra vez la tensión positiva de luchar por algo menos doloroso que un ascenso de categoría. Creo que se ha aprendido y para siempre que debemos aprovechar los momentos, disfrutar de lo bueno que nos ocurra. No acostumbrarnos a los éxitos y a exigir que sean permanentes porque todo cambia cuando menos lo esperamos. Ahora hay que regresar a la realidad, a jugar contra un recién ascendido que nos puede complicar la vida en la Romareda si el equipo no pone los cinco sentidos desde el comienzo del partido. Todos conocen cómo juega el Real Zaragoza, la manera de ahogar su salida, los errores que comete en la zaga. Consiste en hacerse fuertes en casa y no ceder un punto más porque los ascensos llegan con los puntos conseguidos como local. Una vez degustado el regreso momentáneo a Primera con la visita del Valencia en la Copa hay que armarse de valor, cargarse de humildad y trabajar sin descanso para lograr el objetivo.

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Tarde o temprano el Real Zaragoza debía escalar posiciones en la tabla por el juego que, de manera intermitente, desplegaba tanto dentro com...

Golpe de autoridad

Tarde o temprano el Real Zaragoza debía escalar posiciones en la tabla por el juego que, de manera intermitente, desplegaba tanto dentro como fuera de la Romareda. Había pagado muy caros sus errores defensivos y aún no estaba ajustado el equipo, con más candidatos a la titularidad que nunca.
La victoria ante el Numancia fue contundente aunque favorecida por la expulsión de Diamanka y el penalty que trajo consigo su acción, que supondría el 3-0 a los cincuenta y cinco minutos.
El triunfo en Lorca fue trabajado, haciéndose más grande el equipo desde un comienzo sin colocación sobre el terreno de juego y posesión de balón. Pero, y esto también es importante, con dos goles conseguidos por futbolistas de la segunda línea: Javi Ros, muy intermitente en su actuación, y Papu que volvió a demostrar la calidad que atesora.
Además la defensa estuvo contundente y sin fisuras. Solo tuvo que intervenir Christian Álvarez con un formidable paradón en el arranque del partido. Después, la solvencia de Julián Delmás y Ángel, la seguridad de Mikel González y el crecimiento de Verdasca, fueron suficiente para mantener sin dificultad la portería a cero. Un golpe de autoridad para afianzar la moral de la plantilla y avisar al resto de la categoría que ya ha aparecido el Real Zaragoza en la liga.
Sorprendió la colocación de Borja Iglesias, tirado a la banda izquierda y sin apenas pisar el área, gustó el trabajo de Febas que buscó el gol con ahínco pero sin fortuna, quedando algo más indefinido el centro del campo que estaba liderado por un participativo Raúl Guti.
El encuentro de Lorca era de los que pueden detener una interesante progresión o lanzarte hacia arriba. No era fácil batir al equipo murciano que buscaba las bandas, intentaba poseer el balón y necesitaba ganar en su campo. De ahí la importancia del marcador, de cómo se produjo la victoria y de saber ganar un encuentro poco brillante y que se hizo demasiado largo.
Dos partidos, dos victorias consecutivas con cinco goles a favor y ninguno en contra. El domingo, el día final de las fiestas del Pilar, llega Osasuna. Al margen de la cierta rivalidad que pueda existir, motivada mucho más por estupideces políticas y señales absurdas de identidad, por el ruido que arman unos pocos amparados por la muchedumbre en el estadio, lo importante es ganar y sumar una racha que pondría al Real Zaragoza en la lucha por los play off.

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