Era de suponer. Ayer nos dimos un atracón de realidad. Seguiremos sufriendo hasta el final después de perder una magnífica ocasión para da...

Reventón

Era de suponer. Ayer nos dimos un atracón de realidad. Seguiremos sufriendo hasta el final después de perder una magnífica ocasión para dar un salto de calidad en la Liga. Cuarta derrota en la Romareda que parece un lugar abonado para que cualquiera, sin más argumentos que nosotros, se lleve el botín con suma facilidad. Otro error defensivo penado con el gol, ese que nos persigue desde el comienzo de temporada; menos que otros años pero igualmente dañino porque nos sigue costando puntos.
Jiménez se equivocó y lo reconoció: la acumulación de delanteros no favorece el ataque ni es siempre definitivo a la hora de marcar. Y no se puede perder en diez minutos la exigua renta de un empate conseguida en ochenta. Una derrota que significa un reventón en la ilsión de una masa de seguidores que volvió decepcionada a su casa tras la estúpida noche de un lunes que jamás será de fútbol pese a que insistan los dueños de las imágenes, tomándole el pelo a la afición y llenándose los bolsillos hasta que destrocen el fútbol con su codicia.
El Real Zaragoza está acostumbrado a sufrir, a ganar de manera heroica y a sentir la necesidad de una presión que le obligue a mantenerse con vida. No padecer la ansiedad relaja los ánimos y limita la tensión. El cambio a la normalidad debe ser progresivo y costará un tiempo porque el sufrimiento de los seis últimos años pasa factura.
Ahora habrá que armarse de valor y salir a los Cármenes sin complejos. Sabiendo que se trata de otra competición y que tenemos todavía recorrido en ella. Y no lamentarse por haber perdido, sino alimentando las ganas de seguir adelante y de calmar el dolor de una derrota que debe servir de enseñanza para el futuro más inmediato.

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No me gusta perder y no me hizo gracia que el Real Zaragoza cayese por 3-1 en el Nou Camp. Aunque el FC Barcelona sea el mejor equipo del m...

Comienza otra liga

No me gusta perder y no me hizo gracia que el Real Zaragoza cayese por 3-1 en el Nou Camp. Aunque el FC Barcelona sea el mejor equipo del mundo y tenga al jugador más valioso de todos los tiempos. Una vez hecha esta salvedad, fue gratificante que el equipo no diera la impresión de estar vencido de antemano y entregase el partido ante el miedo que le podía imponer el adversario. Desde luego, no tuvo nada que ver con el cerrojo de Aguirre aunque se consiguiera una derrota mínima, ni con la imagen ofrecida con el 6-1 de 2009 solamente comparable al 6-0 del debut de José Aurelio Gay en el Santiago Bernabéu en una gélida noche de invierno imposible de olvidar.
Manolo Jiménez mantuvo su esquema de juego al margen de las bajas y hubo intensidad en la plantilla pese al tempranero gol de Messi. Es tremendo, el Barça disparó cuatro veces a puerta y marcó cuatro goles; se mantiene más alejados a los delanteros contrarios que en campañas anteriores pero son mucho más eficaces porcentualmente. Én fin, ya cambiará la trayectoria, porque este equipo tiene margen de mejora y se está trabajando bien en ello.
Ahora consiste en centrarse para los próximos partidos. En asumir que comienza otra liga, con la mirada puesta en cada encuentro y sin la necesidad de observar el pozo con vértigo. O lo que es peor, estar abajo, los colistas, como en un montón de jornadas los últimos años. Paso a paso, con humildad, con esfuerzo, con los mismos argumentos que nos han llevado a estar en la zona tranquila de la tabla con cinco victorias en doce partidos.
Ganarle al Celta no será fácil. Juegan bien, tienen un bloque sólido y un entrenador experimentado con mucho oficio. Pero la línea ascendente del equipo es un sólido cimiento sobre el que construir el futuro. La confianza en que se puede crecer debe tranquilizar a la plantilla que ya cree en sus posibilidades.
Habrá momentos difíciles, se perderán partidos, a veces tendremos la tentación de caer en la preocupación... las heridas están muy recientes y no han cicatrizado. Por eso hay que otorgarles el apoyo a la plantilla y al cuerpo técnico de cara a finalizar un mes de noviembre que, al contrario que los últimos años, puede ser benévolo y productivo.

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Me sentí satisfecho por el ambiente que se respiraba en la Romareda antes del partido. La actitud de la plantilla y el trabajo de Jiménez f...

Regresa la esperanza

Me sentí satisfecho por el ambiente que se respiraba en la Romareda antes del partido. La actitud de la plantilla y el trabajo de Jiménez favorecían la confianza de un triunfo necesario. Ganarle al Deportivo era un trámite necesario para seguir luchando con ciertas garantías de tranquilidad y crecimiento esta temporada.
Zuculini, que en otros partidos fue importante para el equipo, tuvo una noche aciaga y sus dos errores marcaron el encuentro. Pero en vez de venirse abajo el equipo y enmudecer la afición, las gradas transmitieron el apoyo a sus jugadores que respondieron de inmediato. Y así llegó el 1-2 con una carga emocional formidable que presagiaba una segunda mitad de alto contenido futbolístico.
Es posible que la expulsión de Pizzi a los tres minutos de la reanudación marcase el resto del partido; es probable que el Deportivo se relajase después de ir por delante en el marcador y dejar constancia de su peligro al contragolpe. Pero no es menos cierto que la corriente que corrió por los jugadores era de la misma carga que la generada por el público, que siempre creyó en la remontada. Y de eso no hay ninguna duda.
Montañés se estrenó como goleador, lo único que le faltaba para completar su excelente arranque de temporada. Y Postiga marcó dos tantos, ratificando las magníficas sensaciones que le convierten en el gran referente ofensivo de este club. Y merece el cariño de una afición que sabe valorar la entrega y la calidad de un futbolista de sus características.
Por eso, además satisfecho, terminé ilusionado y con la seguridad que el futuro puede ser, poco a poco, más gratificante que estos tres últimos años con la zozobra de la cercanía del descenso. La capacidad de sufrimiento, de apoyo y de estímulo al equipo ha sido enorme y podemos haber construido, entre todos, un proyecto que ojalá sea estable y camine con paso firme.
Regresa la esperanza, con la debilidad de cualquier actuación sorprendente e interesada del máximo accionista que pueda perjudicar el cambio. Con la sombra de la duda producto de la experiencia, pero con la convicción que el sentimiento zaragocista está en su mejor momento y que volvemos a sonreir mirando, por lo menos esta semana, hacia arriba en vez de hacerlo con temor a los últimos puestos de la tabla.

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Dicen que hay derrotas definitivas, humillantes, injustas, épicas y hasta honorables. Yo pienso que, al margen de la carga emocional o hist...

Derrota con dignidad

Dicen que hay derrotas definitivas, humillantes, injustas, épicas y hasta honorables. Yo pienso que, al margen de la carga emocional o histórica de perder una batalla, quien no consigue la victoria ha fracasado. Es un dato imparcial, científico y definitivo. Otra cosa son las sensaciones que forman parte de la comprensión colectiva de quien acude al degolladero y se resiste a morir. Las derrotas de Leónidas, Viriato o Palafox han sido valoradas por el valor de los contendientes pero la realidad es que fueron subyugados por un enemigo superior. Por eso, como dijo Jorge Luis Borges, "hay derrotas que tienen más dignidad que una victoria".
Todo esto viene a colación de la actuación del Real Zaragoza, que no mereció perder el sábado en el estadio Santiago Bernabéu por cuatro a cero. El planteamiento fue correcto, el fútbol mostrado por el equipo muy comprometido y las ocasiones de gol creadas debieron ser cristalizadas. Incluso el árbitro colaboró en el festival, ya que anuló un tanto a Postiga por fuera de juego que no lo era. Posiblemente las cosas hubieran sido de otra manera al aproximarse el equipo aragonés en sus mejores momentos de sobre el campo.
La afición merengue pitó a su equipo, se aburrió soberanamente durante el encuentro y a veces tuvo escalofríos al pensar que los blanquillos podían marcar un gol en cualquier momento. Y para el bien del fútbol nacional es impensable que pueda perder más puntos inesperados el Real Madrid. ¿Qué iba a ocurrir con los partidos del siglo, que se repiten hasta siete veces cada temporada?
La lectura global que se puede extraer de todo esto es que el fútbol español es una gran mentira y un negocio que se está explotando hasta poner en peligro su futuro económico. La diferencia entre los dos grandes y el resto es de tamaña magnitud, que el tercero ha terminado los dos últimos años a treinta puntos, se marcan más de cien goles por temporada y se consiguen más de cien puntos, convirtiendo el espectáculo en una lucha desalmada por superar cada temporada registros de Guiness.
Superado el dolor del 4-0, lo normal es que cualquiera caiga goleado excepto accidente, con la convicción que se hicieron bien las cosas en el Bernabéu, es de esperar que el Real Zaragoza supere la desagradable sensación de ser goleado ante millones de espectadores y se rearme con absoluta convicción para derrotar al Deportivo de la Coruña en nuestra particular liga por evitar el descenso.

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