La necesidad vital de los seres humanos me invita a pensar en que algo tiene que ocurrir para cerrar este capítulo tan negro de la historia ...

A la espera de acontecimientos

La necesidad vital de los seres humanos me invita a pensar en que algo tiene que ocurrir para cerrar este capítulo tan negro de la historia del zaragocismo. Es cierto que se escuchan rumores de ciertas acciones desde los poderes públicos y foros empresariales para facilitar el cambio en la gestión del club. Y no es menos cierto que la APARZ sigue investigando los documentos facilitados por la jueza para comprobar los diferentes movimientos económicos de la sociedad. En el mejor de los casos, que todo esto fuera verdad y que se produjera un cambio de titularidad en la mayoría de las acciones del Real Zaragoza, ya vamos tarde.
El Real Zaragoza está descendido, muerto en vida, expuesto al ridículo, la humillación y la vergüenza de goleadas permanentes en casa y fuera, con números que ya son terribles y que sonrojan a cualquiera que siente los colores y que le une la corriente de emoción de miles de aficionados en ochenta años de historia. Hoy parece un día de pausa, de relax después de los acontecimientos de la semana pasada y de la derrota en Anoeta. Agapito mide muy bien sus tiempos, aunque cometa ahora más errores que antes y parezca más vulnerable. Su entrevista en la SER alimentó mucho más el rechazo de los seguidores blanquillos aunque favoreciese sus relaciones con un medio de comunicación nacional, para tener una válvula de escape en un futuro. Y el burofax a la empresa propietaria de los carteles en el Paseo de la Independencia, al hacerse público, demostró que ya comienza a sentir los golpes que recibe desde todos los frentes. Vamos, que las fuerzas le empiezan a fallar.
Lo único cierto en este tipo de procesos es que pierde siempre el más débil. Y la masa social zaragocista es el eslabón más frágil de la cadena. Se marche voluntariamente o de manera forzada, el club quedará en una situación catastrófica y muy cerca de su desaparición. La reconstrucción será larga, dura y con altibajos, además de sufrir una contaminación de pesimismo y sufrimiento generalizada, que dejará sus huellas en los miles de aficionados que están a la expectativa de noticias.
No sé cuál será el final que nos proporcione el destino. Suelo apelar al refrán de "todo lo que pasa es necesario" para intentar mirar con un sesgo positivo al futuro, pero a veces también me faltan argumentos lógicos para asimilar la situación actual. Habrá que tener paciencia, estar preparados para lo que sea y esperar al "orden cósmico" para que deje las cosas en su sitio y nos ofrezca una segunda oportunidad para hacer las cosas bien.

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