La edad hace que te vuelvas más moderado, más conservador, aunque todavía tengas el punto de rebeldía de juventud y el sentido de la justici...

Nublados por el alcohol y el olvido de la realidad

La edad hace que te vuelvas más moderado, más conservador, aunque todavía tengas el punto de rebeldía de juventud y el sentido de la justicia muy dentro de ti. A veces, todo esto te causa problemas porque piensas que todo importa muy poco y que no te puede pasar nada que no te haya ocurrido ya, después de un recorrido tan dilatado en una vida tan intensa. Por eso me disgusta que las fiestas del Pilar hayan perdido gran parte de su sentido y se conviertan en la disculpa de una serie de actuaciones impropias e incorrectas socialmente.
Vivimos en una ciudad sitiada por las obras del tranvía, con trabajos lentos y resultados imperceptibles. Es increíble que la ejecución del trazado de este medio de transporte no se haya producido por tramos, dejando respirar al comercio tradicional y la posibilidad de transitar a los ciudadanos. Es curioso que se intente fomentar el vehículo privado como fórmula para dinamizar el consumo desde el gobierno central y se pongan tantas pegas para la circulación en la ciudad. En vez de crear aparcamientos disuasorios de carácter gratuito o pago simbólico, se penaliza el automóvil cuando, en ocasiones, es tan necesario como imprescindible dados los continuos cambios de trazado y de frecuencias del transporte público, que han perdido usuarios. La presencia de las bicicletas en la calzada crece en detrimento del carril bici, a veces desierto, mientras algunos de los ciclistas se pasan los semáforos en rojo o incomodan a los peatones por las aceras. Creo que debería ser obligatorio el uso de casco para los usuarios de esta máquina y también la identificación a través de una matrícula: ellos deberían pagar más que el resto de los ciudadanos la utilización de las vías puestas a su disposición y también pagar las multas correspondientes cuando se salten las normas de seguridad vial.
Dicho esto, con el respeto y la corrección propias de quien habla con la razón, me centraré en lo desagradable de abrir un pasillo al desmadre amparándonos en unas fiestas populares. No me parece correcto permitir el “botellón” en las calles, plazas y parques de la ciudad y menos hacer la vista gorda con el consumo de alcohol a los menores de edad. Me provoca estupor contemplar a adolescentes completamente borrachos vomitando por las calles, tumbados en los portales al lado de vasos de plástico y botellas de licores variados, como arropados en un nido de vicio sin sentido. No me parece correcto que la gente orine en las esquinas de la Basílica del Pilar, donde se escucha la música a todo volumen mientras centenares de fieles intentan rezar en el interior del templo. Ni contemplar llenos de basura los espacios ajardinados de una Zaragoza que parece haber sido tomada por el enemigo. Es menos evidente, pero se nota cómo corre la droga por el comportamiento errático de quienes la consumen en el interior de los recintos donde suena como una tormenta la música hasta casi el amanecer.
Supongo que será para olvidar la realidad, para evadirse durante unos días de lo que nos pasa en nuestra vida, muchas veces vulgar y sin expectativas. Pero que lo haga todo el mundo, que se expanda como un reguero de pólvora la falta de respeto a los demás, la suciedad, el sexo fácil, el desorden o el vandalismo, no me parece de recibo. ¿Acaso en tu vivienda repartes indiscriminadamente los vómitos o los orines? ¿Acumulas basura, restos de comida, suciedad y desperdicios por los rincones de tu casa?
El Ebro se ha convertido también en un enorme basurero, donde arrojamos todo lo que nos sobra de manera indiscriminada olvidándonos del ecologismo que predicamos fuera de las fiestas. Que el río baje sucio y con escasez de agua no justifica que lo maltratemos de esta manera por culpa de unos días de festejo irreverente.
Disfrutar no significa destruir el mobiliario urbano, divertirse no es llegar al coma etílico, pasarlo bien no es matar nuestras neuronas con drogas de todo tipo, saborear la noche no es practicar el sexo como bestias en un banco sin saber quién es la persona que está encima o debajo…
La diferencia entre las personas y los animales es el conocimiento, la razón, la capacidad de discernir entre lo correcto y lo incorrecto, la imaginación, la posibilidad de elección, ser capaces de elegir la mejor opción, la más justa, sin ocultarnos entre el anonimato de la muchedumbre y la oscuridad de la noche.
A veces siento deseos de grabar imágenes de gente que se deja invadir por los mezquinos instintos que surgen de nuestro interior gracias a la permisividad que concede la autoridad para satisfacer las más bajos inclinaciones. Y reproducirlos delante de esas personas, su familia y sus amigos. Para que la vergüenza les produzca un sentimiento de culpabilidad que les obligue a reconducir sus vidas.
Que paséis unas felices fiestas, posibilidad real dentro de las normas más elementales de sentido común y educación. Serenos es mucho mejor, porque evitamos posibilidades de error que pueden acompañarnos durante nuestra vida.




1 comentario:

  1. Qué razón llevas Paco, qué razón. El pregón fue un claro ejemplo de ésto que comentas: multitud de chavales borrachos, con un montón de bebida a sus pies sin otro interés que intentar ser quien pille la borrachera más gorda... Y sin llevar nada de cuidado con el resto de personas: empujan, molestan, amenazan, manchan... Y todavía hay gente que dice "que estamos en fiestas". Pues bien, yo sigo siendo joven (sólo tengo 32 años) y de cuando en cuando sigo saliendo. Y antes salí mucho, pero que mucho más. Y nunca he hecho lo que hacen ahora. ¿Botellón? ¡Por dios, los hacíamos casi escondidos que no nos viera nadie y dejábamos todo recogido! No como ahora que beben en cualquier lado y lo dejan todo hecho una pena... Si hubiera más mano dura con esos chavales y con sus padres, otro gallo nos cantaría...

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