
Porque
las gotas de talento que se vieron anoche en la Romareda las proporcionó el
canterano y fueron tan evidentes como alentadoras. No consiste en presionar más
de lo debido al futbolista, ni que ahora le pille manía el entrenador por
demostrar su capacidad. Solamente que se le concedan las mismas oportunidades
que a otros futbolistas y que no las han aprovechado. En obtener un rendimiento
para que el beneficio sea compartido y se eleve el nivel de calidad del equipo
sobre el terreno de juego. Que se puede y se debe. Es en estos momentos cuando hay que aprovechar las cosas buenas que te deja la adversidad. Y ser receptivos e inteligentes para convertir la necesidad en virtud.
Ahora,
sin la Copa, con la confirmación de Sergio Gil y un partido a la vuelta de la
esquina, consiste en trabajar, hacer de tripas corazón, salir a por todas el
domingo y ganar de manera contundente al Tenerife. Ni más, ni menos. Sin
excusas ni paños calientes. En esta ocasión el choque ante los insulares significa una grandísima oportunidad de colocarnos arriba de la tabla para no dejar las posiciones de privilegio. Espero ver intensidad, ganas de tener el balón, contundencia en la zaga, creación en el centro del campo y resolutividad en punta. Y donde no llegue la calidad, que lo supla el amor propio y las ganas.
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