Hace varios meses que no escribo ningún artículo en este blog y eso que habré puesto en antena y a través de YouTube, Facebook y Twitter, ce...

Hace varios meses que no escribo ningún artículo en este blog y eso que habré puesto en antena y a través de YouTube, Facebook y Twitter, centenares de videos. La rutina y la obligación, la que se impone uno mismo, es superior a buscar un tiempo sin límite para juntar unas cuantas letras que tengan sentido.
Iba a cumplir 59 años cuando me asomé por última vez a "Maletines Viajeros", el pasado mes de marzo, cuando el cansancio empezaba ya a hacer mella después de un año complicado que seguía a otro también difícil y que enganchaba con otro sin especiales alicientes. Ahora acabo de cumplir un año de mi nueva vida, después de que el pasado 3 de julio de 2017 sufriera un infarto. Apenas se enteró nadie porque lo superé en mi mes de vacaciones ya que tenía que regresar al trabajo en contra de las opiniones médicas, de mi familia y compañeros. Los autónomos que además tenemos empresas con trabajadores indefinidos, además de ser exprimidos al máximo por las empresas contratantes, somos muy poco considerados por un estado que cada vez nos ahoga más sin ningún tipo de compensación. Y así estamos expuestos, quienes tenemos responsabilidades y las cumplimos, a que el cuerpo que obligue a parar; por poco tiempo, porque al final parece que la culpa la tienes tú y no se da alternativa alguna a quienes hemos padecido momentos de dolor, enfermedad y depresión.
Estaba dispuesto a dejar de transmitir los partidos del Real Zaragoza si no ascendía el equipo, lo tenía muy claro y asumido. Pero todavía no soy dueño de mi destino y tengo que ceder en algunas cosas para seguir adelante con otras en el comienzo de la nueva temporada. Ya veremos qué pasa y si todo se desarrolla los próximas días antes de la renovación con tranquilidad, sentido común y apertura a la realidad de las cosas en el plano de la comunicación, que ha cambiado mucho y tenemos que seguir la senda que nos marca la sociedad.
La verdad es que no estoy para bromas en este tiempo supuestamente de vacaciones y donde sigo trabajando en los nuevos horarios, turnos de trabajo, desplazamientos, presupuestos, ampliación de la programación radiofónica, nuevas incorporaciones y demás circunstancias predecibles. Porque lo que pueda hacer el Real Zaragoza es un ejercicio de fe, de dudas permanentes y de constantes decepciones.
Si una cosa te deja claro haber estado en el umbral de la muerte es a quitarle importancia a las cosas. ¿Qué más te puede pasar? Mientras no sea doloroso apenas te enteras del tránsito y lo asumes sin problemas. Al regreso, no obstante, vuelves a hacer las mismas cosas no por ti, sino por los demás, como si te faltase tiempo para concluir tu misión.
Con un poco de suerte regresas con más fuerza, mejor estado de salud, importantes mejoras en tu rutina, una vida más saludable pero con los mismos problemas dándole vueltas en la cabeza a las decisiones que tienes que tomar y las repercusiones que pueden tener para tus más allegados.
Estoy en el momento o, de apostar por varias opciones ilusionantes dentro del plano de la comunicación, o dejarlo parcial o totalmente. Como los jugadores veteranos que piensan en seguir una temporada o dos más en otro club, en otro país, o incluso en su propio equipo pero con otras condiciones de reconocimiento y satisfacción... o retirarse para formarse como entrenador o director deportivo, ser propietario incluso de otro club.
No lo sé, insisto que estas próximas semanas van a ser decisivas y que no me temblará el pulso en un caso u otro. Deseos, fuerza, preparación, experiencia y buenos aliados no me faltan.
Pero, ¿la ilusión surge de uno mismo o te la provoca el entorno? Por mi parte he conseguido crearla; ahora será el resto de mi mundo quien me indique el camino que debo de seguir.

La experiencia, que es el aprovechamiento de los años vividos, hace que las cosas se tomen con más tranquilidad que cuando tenías veinte o...

La experiencia, que es el aprovechamiento de los años vividos, hace que las cosas se tomen con más tranquilidad que cuando tenías veinte o treinta años. Haber tenido un pie en el otro barrio también te hace perder menos el tiempo en cosas que no merecen la pena. Pero también dejar de tener miedo a ser políticamente correcto y expresarte con educación, so sí, en los medios de comunicación y en las redes sociales. Otra cosa es cuando estás fuera de tu trabajo y alguien aprovecha el tumulto para ser grosero: en ese caso es permisible, incluso aconsejable, poner a cada uno en su sitio.
Como le dije a Natxo González el otro día, a la mayoría de los periodistas y de los medios de comunicación nos interesa que el Real Zaragoza esté lo más arriba posible. De esta manera somos más felices, tenemos más expectativas profesionales y ganamos más dinero. Siempre habrá, como en cualquier otro oficio, quienes busquen el barro para intentar sacar provecho mientras se hunden en él, pero es inevitable.

En consecuencia hemos de tener en cuenta que el fútbol, como he dicho muchas veces, es un microcosmos que refleja lo mejor y lo peor de nuestra sociedad albergando a todo tipo de personas. De vez en cuando aparecen los adoradores de la estulticia, los ignorantes rencorosos, los tontainas inútiles. Como no podemos adivinar el futuro y contamos lo que está pasando en cada momento, nuestro trabajo es interpretar lo que sabemos y opinar del día a día. La afición tiene el derecho de ilusionarse, enfadarse, animar o silbar al equipo. Incluso de opinar en las redes sociales con total libertad, siempre que no se falte al respeto, se insulte, se provoque, o se acose.Me dan lástima quienes son incapaces de alegrarse de las victorias y se refugian, algunos entre las babas de la ingesta abusiva de alcohol y otras sustancias, en sacar a relucir sus vergüenzas y quedar como Cagancho en Albacete. Son como las moscas en verano, sin influencia en la vida del ser humano pero molestas hasta decir basta.
Me alegra mucho que el real Zaragoza esté a un punto de la promoción después de una segunda vuelta formidable. A partir de ahora se va a disputar otra liga después de haber conseguido el entrenador encajar las piezas del rompecabezas y que los futbolistas asuman su papel. Christian ya no es tan necesario porque la defensa es más sólida, el rombo con Eguaras, Zapater, Guti y Febas funciona de maravilla mientras que Pombo y Borja se han consolidado como los goleadores del equipo.
A Pamplona hay que ir concentrados, con la fuerza que otorgan los últimos resultados y sabiendo que será un difícil rival. pero que si el Real Zaragoza es capaz de ganar, se colocaría por fin en los anhelados puestos de promoción.

La radio es una cruel amante que se introduce ladinamente en tu interior más profundo y que evita que nada más ocupe tu espacio, tu tiempo ...


La radio es una cruel amante que se introduce ladinamente en tu interior más profundo y que evita que nada más ocupe tu espacio, tu tiempo y tu vida. Es egoísta, posesiva y excitante, capaz de extraer lo mejor de en los momentos difíciles, de mayor debilidad, y de escribir con tu voz palabras en el aire que interpretan de diferente manera los oyentes según sus imágenes y sus recuerdos, siempre dentro de la idea común que deseas expresar.
El 13 de febrero es el Día mundial de la Radio, cuando escribo estas líneas después de un día repleto de emociones, entrevistas, trabajo de redacción, de producción y de emisión. Satisfecho después de poner en antena "Tiempo Extra" con un recorrido por ocho países dando la vuelta al planeta y con entrevistados en los cinco continentes.
Ahora, en la soledad de la noche, es momento de expresar por escrito sensaciones y sentimientos, a punto de cumplir cuarenta y dos años de profesión. El tiempo te ayuda a ser más paciente, cauto y responsable. Quizás no tengas la fogosidad del comienzo, cuando deseas alcanzar tus metas, pero te permite una capacidad de resistencia formidable gracias a la constancia, al trabajo y al respeto al oyente.
Siempre digo, aunque esté ya casi al final del partido, que lo mejor de mí mismo está por llegar y que todavía no he radiado mi mejor programa o partido. Es cierto, espero que la fortuna me haga un guiño y pueda concluir toda una vida con algo mucho más importante de lo que he realizado hasta ahora.
Me quedo con los momentos de ansiedad antes de que se abra el micrófono, el relato de los éxitos una vez que que las imágenes de la televisión desaparecen, la magia de una entrevista o el despliegue de un "operativo sin precedentes". Con las dudas, los errores, el miedo escénico, la responsabilidad por la excelencia que lleva consigo. El perfeccionismo causa estrés y bastante lo he pagado estos últimos meses... pero más aún la envidia, la falta de actitud profesional, la mediocridad y la tristeza que produce que tus esfuerzos sean en vano por caprichos de quienes jamás llegarán a ser parte de la historia.
Que no es ser ni más escuchado o mejor pagado, sino querido por los oyentes. Ser admitido como uno más de casa, saludarte sin conocerte personalmente y formar parte de sus vidas.
Eso es lo que me anima a seguir cuando estoy al borde de la rendición. Pero los aragoneses podemos perder, eso sí, jamás rendirnos. Lo llevamos en la sangre.


Que termine un espacio de tiempo determinado marcado por el fracaso, la desilusión, la tristeza, el dolor, la injusticia o la enfermedad, ...


Que termine un espacio de tiempo determinado marcado por el fracaso, la desilusión, la tristeza, el dolor, la injusticia o la enfermedad, no significa que concluya la agonía. Simplemente pasamos una página de nuestra vida sin que tengamos la certeza de que las cosas van a ir a mejor. Al lado de la tragedia que el zaragocismo sufre desde hace casi una década, de la imposibilidad de ofrecer un proyecto que favorezca el ascenso pase a cambiar radicalmente su gestión y reducir la deuda del club, mi vida se ha visto también afectada gravemente. Ha sido una etapa vacía y llena de complicaciones en el plano profesional que me ha hecho plantearme incluso mi continuidad en el oficio de la comunicación, y dañada muy gravemente en la salud que a punto estuvo de concluir con mi vida. Ambos sucesos, el primero prolongado en el tiempo y el segundo de manera inesperada, han estado muy relacionados pero me han permitido dar un giro a mis prioridades y sentimientos. Algo así como ir perdiendo 2-0 a cinco minutos del final con un futbolista menos, el público en tu contra y el árbitro desafortunado para tus intereses, y marcar en un contragolpe imprevisto el tanto que te hace volver a sumergirte en el partido. No has empatado todavía, es muy difícil, queda poco tiempo pero hay algo dentro de ti que te proporciona la fuerza necesaria para entregarte hasta el final.
Ni quiero exponer nada más en este proceso vital que solamente conocen mis más allegados, pero sí querría escribir sobre este último año del Real Zaragoza. Lo que dejó atrás Narciso Juliá dejó destrozado el club porque se equivocó a la hora de concebir un proyecto real, de construir un equipo y de los dos entrenadores que fichó: Luis Milla llegó sin experiencia en los banquillos porque ser el seleccionador de las categorías inferiores de la selección española no es lo mismo que convivir en un vestuario y tomar decisiones en una ciudad que apenas conocía pese a sus raíces aragonesas. Y Raúl Agné era un entrenador pequeño, sin capacidad para liderar un equipo que se terminó de desmoronar porque estaba rendido moral y físicamente.
Se planteó, después de la salvación conseguida por César Lainez, un proyecto de gente joven, de otras ligas, que formasen un grupo con posibilidades de luchar por llegar al final de la liga con opciones del sexto puesto, pero sin la urgencia de conseguir el ascenso. Con solamente cinco jugadores de la plantilla anterior y dos futbolistas de Segunda B con muchísima proyección como Febas y Borja Iglesias. Con un entrenador metódico, de corte defensivo y un contrato amplio. Después de una pretemporada irregular se ofrecieron interesantes sensaciones aunque los resultados no eran favorables. Incluso se disputaron tres eliminatorias de Copa haciendo que se disparase la euforia en una afición que aportó su presencia en las gradas y su ánimo permanente. Es posible que esta competición, vergonzosamente apartada después de grandes conquistas pretéritas, aportase euforia pero quizás perjudicase la organización del equipo que bajó físicamente y se perdió en la nada más absoluta.
El partido del Alcoraz, con ocho días para prepararlo, marcó el bajón de los blanquillos porque su planteamiento y su desarrollo sobre el terreno de juego fue un auténtico fracaso. El Real Zaragoza se manifestó muy inferior a la SD Huesca y ofreció su cara más vulgar y empequeñecida. Fue una bofetada de realidad incapaz de ser asimilada por el técnico y sus jugadores que cayeron al borde de la zona de descenso. Desde entonces el equipo oscense no ha dejado de crecer mientras que el zaragozano ha pedido el rumbo y su proyecto es ahora la defensa angustiosa por la permanencia.
Así las cosas y después de recibir tres goles en Valladolid, el equipo está señalado por su fragilidad, baja autoestima, falta de gol, vulnerabilidad y carencia de juego creativo.
El consejo de administración confirma su apoyo al director deportivo y al entrenador, indicando que no se realizarán fichajes en el mercado de invierno. Veremos si caer en la zona de descenso, si esta situación se produce tras los dos próximos encuentros, el último de la primera vuelta y el inicial de la segunda, no hace cambiar de idea a los dirigentes de la entidad y se vuelve a dar un volantazo para encontrarse en la misma situación de los últimos años.
Todo es susceptible de empeorar y jamás podemos decir "qué más nos puede ocurrir" porque la experiencia nos indica que aún nos podemos hundir más abajo en las cloacas. Consiste en pensar, aceptar la realidad y luchar por conseguir los objetivos. Porque se puede perder, pero nunca rendirse por más que te lo pida el cuerpo.
Feliz 2018 y que la suerte nos acompañe.

Parece el día de la marmota. Sea como fuere, a estas alturas de la temporada nos encontramos con la disyuntiva del cambio de entrenador, de ...

Parece el día de la marmota. Sea como fuere, a estas alturas de la temporada nos encontramos con la disyuntiva del cambio de entrenador, de luchar por otros objetivos muy diferentes a los propuestos inicialmente y con la angustia en el corazón del zaragocismo. Se repite la misma historia con diferentes protagonistas y con una experiencia que parece no valer de nada después de cinco temporadas.
La imagen ofrecida en Almería fue penosa, impropia de un Real Zaragoza que debería haber aprovechado la fortuna de la semana pasada en la Romareda ante el Rayo Vallecano para imponer su criterio en el estadio de los Juegos Mediterráneos. Y volvió a jugar sin intensidad, regalando el balón, cometiendo unos errores inadmisibles en defensa, sin posesión de balón, ni oportunidades de gol. Y para colmo, recibiendo un último tanto de los que se repiten miles de veces en las televisiones de todo el mundo.
Es el momento de que cambien las cosas, que los dirigentes del club reflexionen sobre el presente y el futuro de su cuerpo técnico y de su plantilla. Si le dan la confianza al entrenador, que no sea semana a semana. y si deciden cambiar, que lo hagan cuanto antes. Y que piensen en fichar en el mercado de invierno para fortalecer una plantilla que se descose por todas sus costuras.
Natxo González debe cambiar el sistema de juego porque, hoy por hoy, no le ha dado resultado. Ya no hay ni sensaciones ni resultados, simplemente una colección de encuentros repetidos donde el real Zaragoza es inferior a sus adversarios aunque estén por debajo de él en la tabla. Y el problema es serio ya que la afición puede comenzar a cansarse después de ser ejemplar a lo largo de estos primeros meses de competición. Cada uno tendrá que asumir sus responsabilidades, desde el consejo de administración hasta el último futbolista. Porque ahora hace falta dar un paso adelante con absoluta convicción y no venirse abajo como da la impresión que amenazan con hacer los actores de una película que ya hemos visto antes. y no nos gusta en absoluto.

El fútbol, después de cuarenta y dos jornadas de liga, termina siendo justo la mayoría de las veces. Es cierto que el Real Zaragoza había de...

El fútbol, después de cuarenta y dos jornadas de liga, termina siendo justo la mayoría de las veces. Es cierto que el Real Zaragoza había dejado escapar un puñado de puntos en la Romareda por mala fortuna pero el sábado, ante el Rayo, la suerte favoreció a los blanquillos. Marcar tres goles para ganar es una barbaridad en Segunda División y mucho más para un equipo que apenas crea oportunidades. En este caso, con menos disparos a puerta que los vallecanos, se consiguió un triunfo que sirve para respirar y tomar fuerzas de cara al futuro. Porque una derrota, incluso un empate, hubiera sido un mazazo para el entrenador y su equipo.
Pese a la importancia de los tres puntos el Real Zaragoza sigue jugando de manera intermitente y sin un claro planteamiento de los partidos, muy a la expectativa de los contrarios. Con escasa contundencia atrás, sin creación de juego y muchas urgencias en ataque.
La Romareda ya tuvo algunos silencios y algunos murmullos contra el Rayo aunque la victoria final tranquilizase a la afición zaragocista. De momento, porque se consiguió por los pelos y apelando a la heroica. Ya han pasado más de tres meses de competición y no está claro que se pueda luchar por los puestos de promoción aunque todo está muy apretado arriba y abajo. Consiste en ganar dos encuentros seguidos, no perder la estela, saber cerrar los partidos y confiar algo más en sí mismos.
Natxo González está obligado a postar con más fuerza por la victoria y a utilizar con mayor criterio sus jugadores. Leer mejor los encuentros aprovechando su banquillo y teniendo preparados a los suplentes para salir con fuerza y no ser simplemente elementos de decoración.
Desde el viernes hasta el parón de las navidades el Real Zaragoza tiene la necesidad de recuperar el terreno perdido. Y en el mercado de invierno, moverse con rapidez. El momento es el idoneo para saber si van a ser capaces o no de intentar colarse entre los seis primeros.

El martes la Romareda vivió algo más de noventa minutos de Primera División. Y el público lo hizo sabiendo que el pase a octavos era algo im...

El martes la Romareda vivió algo más de noventa minutos de Primera División. Y el público lo hizo sabiendo que el pase a octavos era algo imposible y con la tristeza de encajar dos goles en el último tramo del partido, que fue injusto por el interés y la implicación del equipo sobre el terreno de juego. Aún así la experiencia fue agradable porque volvimos a ver a un club histórico y que actualmente ocupa por méritos propios la segunda plaza de la clasificación como es el Valencia. Además, terminaron jugando siete futbolistas de la cantera y se vieron posibilidades en jugadores no habituales en las alineaciones de Natxo González. El encuentro fue positivo porque hubo destellos de calidad, no existía la angustia por los puntos y las gradas acogieron a más de dieciséis mil espectadores.
Se trató de un guiño al futuro que nos hace pensar en el regreso a la élite, en el momento en que volvamos a participar en ese gran espectáculo que es la Liga. Ya hemos caminado sin rumbo durante muchos años, demasiados, y necesitamos otra vez la tensión positiva de luchar por algo menos doloroso que un ascenso de categoría. Creo que se ha aprendido y para siempre que debemos aprovechar los momentos, disfrutar de lo bueno que nos ocurra. No acostumbrarnos a los éxitos y a exigir que sean permanentes porque todo cambia cuando menos lo esperamos. Ahora hay que regresar a la realidad, a jugar contra un recién ascendido que nos puede complicar la vida en la Romareda si el equipo no pone los cinco sentidos desde el comienzo del partido. Todos conocen cómo juega el Real Zaragoza, la manera de ahogar su salida, los errores que comete en la zaga. Consiste en hacerse fuertes en casa y no ceder un punto más porque los ascensos llegan con los puntos conseguidos como local. Una vez degustado el regreso momentáneo a Primera con la visita del Valencia en la Copa hay que armarse de valor, cargarse de humildad y trabajar sin descanso para lograr el objetivo.