Parece que todo se derrumba otra vez en el Real Zaragoza. Cuando aparece el máximo accionista tiemblan los cimientos del club y, curiosame...

La crisis ya está aquí

Parece que todo se derrumba otra vez en el Real Zaragoza. Cuando aparece el máximo accionista tiemblan los cimientos del club y, curiosamente, los malos resultados se ceban de forma inapelable en la Liga. Agapito estuvo oculto hasta la apertura del mercado de invierno y apareció veladamente con negociaciones que terminaron con los nervios de Jiménez y la llegada de un lateral y cuatro futbolistas de carácter ofensivo, sin atender la solicitud de un central y un mediocentro propuesta por el técnico.
La presión por la Copa aturdió al entrenador; por un lado el club le exigía un esfuerzo y, por otro, Jiménez hizo lo posible por demostrar que no tenía plantilla para las dos competiciones. Y en ese toma y daca, los marcadores en la Liga eran cada vez peores. Hasta tal punto que se han batido todos los registros negativos de la historia zaragocista en la Romareda.
Y mientras tanto, seguramente para confundir a los seguidores blanquillos por la caída en picado de enero, la guerra abierta con el Gobierno de Aragón que ha cerrado cualquier tímida vía de negociación para recuperar un diálogo inexistente desde hace tiempo.
Por eso, cuando dice Jiménez que hay gente con las pistolas preparadas, te viene a la mente lo que ha ocurrido con los entrenadores precedentes. El dueño de las acciones del club se cansa y busca el recambio. Y en este caso, debemos recordar los enfrentamientos entre las dos partes por el control deportivo del club antes del comienzo de la temporada, y las diferencias con el presidente sobre los objetivos del Real Zaragoza en el arranque de la temporada.
Desde luego, si alguien mira a los medios de comunicación, se vuelve a equivocar. En conjunto la prensa no  habla de una destitución, sino de la búsqueda de soluciones por el propio entrenador actual que es quien mejor conoce a la plantilla y ha demostrado que es capaz de hacerlo. 
Que nadie empiece ya a matar al mensajero creyéndole culpable de las malas noticias que trae. Los números son tan rotundos como reales y pocas interpretaciones caben ante la crisis que ya se ha instaurado en el Real Zaragoza.

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