Nunca he llegado a pensar que exista una persecución arbitral contra el Real Zaragoza. No somos un club de peso en estos momentos al marge...

No puede ser

Nunca he llegado a pensar que exista una persecución arbitral contra el Real Zaragoza. No somos un club de peso en estos momentos al margen de la gran historia que hace grande el escudo del león rampante. Pero hay quien me dice que estamos pagando ahora todo lo que ha hecho Agapito durante los últimos años. Quiero resistirme, pese a todo, a admitir una actitud de semejante calibre pero a veces caigo en la tentación y me sumerjo en la desesperación más absoluta.
La actuación del colegiado Del Cerro Grande fue un cúmulo de despropósitos que parece imposible se produzcan por el azar. No se trata de fallos provocados por un deficiente ángulo de visión o por una interpretación errónea de las jugadas. Tuvo que expulsar a Víctor tras cometer el penalty sobre Postiga, no debió dar validez al primer gol de Jonas por fuera de juego y se comió el 3-2 por una inexistente falta de Loovens a Diego Alves. Pero además de estas equivocaciones, está claro que midió con diferente rasero a los maños cuando decidió mostrar las tarjetas amarillas y la manera de señalar o no las faltas cometidas por ambos equipos.
Sigo pensando en que se trata de una serie de coincidencias que perjudican al Real Zaragoza porque, si fuera cierto que existiera una predisposición arbitral contra el equipo de Manolo Jiménez, sería una clara agresión a los intereses de una afición que nada tiene que ver con la forma de proceder del máximo accionista blanquillo.
Todo esto se añade al rosario de lesiones que colecciona la plantilla; si el golpe recibido por Roberto en el último entrenamiento y las molestias de Sapunaru fueron dos reveses importantes, que se rompiera Apoño en uno de sus mejores partidos fue una fatalidad.
Me quedo, en cualquier caso, con la reacción del público de la Romareda defendiendo y animando a los jugadores sobre el terreno de juego, a la actitud de los futbolistas en los últimos instantes del partido con un hombre menos y completamente agotados y a la impresión de que el coraje ha regresado a un Real Zaragoza que se resiste a la rendición.

0 comentarios: