La necesidad de los puntos, la obligación de solucionar lo urgente sin atender lo importante, provoca precipitación y falta de reflexión. ...

Gratificante despedida

La necesidad de los puntos, la obligación de solucionar lo urgente sin atender lo importante, provoca precipitación y falta de reflexión. Los ecos de la victoria en San Mamés aún resuenan en la vieja Catedral. El Real Zaragoza fue superior y ganó con justicia, desarbolando a un Athletic presa de un cansado Bielsa. Que filosofa detrás de sus gafas, con la mirada perdida y con mucho fútbol detrás de él. Pero solamente en reconocimiento a su historia con un futuro con fecha muy cercana de caducidad.
San Mamés caerá a golpe de piqueta dentro de unos meses. El del sábado habrá sido el último partido del Real Zaragoza en ese escenario. Recuerdo la vieja Condomina de Murcia, Atocha en San Sebastián, Zorrilla en Valladolid, el Luis Sitjar en Mallorca, el Carlos Tartiere en Oviedo... estadios donde viví historias zaragocistas de los treinta y seis últimos años de mi vida. No me despedí "in situ" porque no fui, aunque ya le dije adiós hace dos temporadas cuando le insistí a mi hijo para que me acompañase en ese viaje, cuando ya se vaticinaba el derribo del estadio bilbaíno. Entonces no sabía que al año siguiente iban a prohibir el acceso a los periodistas radiofónicos y que, esa circunstancia, crearía un nuevo escenario una vez obligados a readmitirnos por 32 euros por partido y acreditación. Menos que una entrada o un abono. ¡Vaya éxito de la Liga de Fútbol Profesional! Así las cosas, esta temporada he decidido que viajaré poco porque prefiero la magia de construir espacios radiofónicos virtuales llenos de magia y pasión. Haciendo la radio diferente, mucho más viva, participativa y dinámica.
No recuerdo la primera vez que fui, pero sí que me deslumbró. Como cada vez que he acudido en la Liga y en la Copa. Treinta visitas con muy pocos éxitos en el regreso, pero desplazamientos siempre emocionantes y muy vitales.
Me alegré mucho del triunfo y canté los dos goles antes de ver las imágenes por televisión, gracias a mis compañeros en la cabina de transmisión allí en Bilbao. ¡Qué cosas! sentir la emoción del gol antes de contemplar cómo se produce.
Parece que estamos consolidando la recuperación de la imagen, de la esencia, del futuro del Real Zaragoza. Y nos merecemos una pausa con el buen sabor de boca de la cuarta victoria lejos de la Romareda. En casa ya llegarán, seguro.
Os deseo una feliz Navidad y que recordéis durante unos instantes la ilusión que os desbordaba cuando érais niños. Es la magia de estos días.

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