Veinticuatro horas después del triunfo en Vallecas, la sensación en el zaragocismo es todavía mejor que nada más finalizar el encuentro. S...

La Liga y la Copa

Veinticuatro horas después del triunfo en Vallecas, la sensación en el zaragocismo es todavía mejor que nada más finalizar el encuentro. Se ganó con autoridad y oficio en el campo del Rayo ofreciendo los mismos argumentos que los adversarios que se han llevado el botín de la Romareda. Es decir, sin preciosismo en el juego pero con una alta dosis de eficiencia.
Tal y como está la competición, el futuro se reduce al próximo partido y las expectativas a conseguir un triunfo que permite seguir viviendo con cierta tranquilidad. La Liga es así y de esta manera debemos entenderla. El romanticismo de antaño queda aplastado por la codicia sin límite de los clubes que han vendido su alma al diablo, poniéndose al servicio del dinero de las televisiones que no entiende de aficiones y alimenta la codicia de los vividores del fútbol.
Ahora, sin solución de continuidad, regresa la Copa. Con las dudas sobre las rotaciones, los cambios o la contundencia de la entrega. Jiménez se sumerge en las dudas sobre una competición de corto recorrido y de enormes satisfacciones en la hinchada, o en la búsqueda de una salvación con la tranquilidad de sumar puntos centrándose en la Liga.
De una manera u otra, lo importante es que hablamos de fútbol, saboreamos las victorias y volvemos a tener la tentación de sentir en el estómago el vértigo de regresar a otros tiempos con ilusiones diferentes a una permanencia sin agonía.

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