La radio es una cruel amante que se introduce ladinamente en tu interior más profundo y que evita que nada más ocupe tu espacio, tu tiempo ...

Felicidades, oyentes. Es el Día mundial de la Radio.


La radio es una cruel amante que se introduce ladinamente en tu interior más profundo y que evita que nada más ocupe tu espacio, tu tiempo y tu vida. Es egoísta, posesiva y excitante, capaz de extraer lo mejor de en los momentos difíciles, de mayor debilidad, y de escribir con tu voz palabras en el aire que interpretan de diferente manera los oyentes según sus imágenes y sus recuerdos, siempre dentro de la idea común que deseas expresar.
El 13 de febrero es el Día mundial de la Radio, cuando escribo estas líneas después de un día repleto de emociones, entrevistas, trabajo de redacción, de producción y de emisión. Satisfecho después de poner en antena "Tiempo Extra" con un recorrido por ocho países dando la vuelta al planeta y con entrevistados en los cinco continentes.
Ahora, en la soledad de la noche, es momento de expresar por escrito sensaciones y sentimientos, a punto de cumplir cuarenta y dos años de profesión. El tiempo te ayuda a ser más paciente, cauto y responsable. Quizás no tengas la fogosidad del comienzo, cuando deseas alcanzar tus metas, pero te permite una capacidad de resistencia formidable gracias a la constancia, al trabajo y al respeto al oyente.
Siempre digo, aunque esté ya casi al final del partido, que lo mejor de mí mismo está por llegar y que todavía no he radiado mi mejor programa o partido. Es cierto, espero que la fortuna me haga un guiño y pueda concluir toda una vida con algo mucho más importante de lo que he realizado hasta ahora.
Me quedo con los momentos de ansiedad antes de que se abra el micrófono, el relato de los éxitos una vez que que las imágenes de la televisión desaparecen, la magia de una entrevista o el despliegue de un "operativo sin precedentes". Con las dudas, los errores, el miedo escénico, la responsabilidad por la excelencia que lleva consigo. El perfeccionismo causa estrés y bastante lo he pagado estos últimos meses... pero más aún la envidia, la falta de actitud profesional, la mediocridad y la tristeza que produce que tus esfuerzos sean en vano por caprichos de quienes jamás llegarán a ser parte de la historia.
Que no es ser ni más escuchado o mejor pagado, sino querido por los oyentes. Ser admitido como uno más de casa, saludarte sin conocerte personalmente y formar parte de sus vidas.
Eso es lo que me anima a seguir cuando estoy al borde de la rendición. Pero los aragoneses podemos perder, eso sí, jamás rendirnos. Lo llevamos en la sangre.


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