El Real Zaragoza ha firmado su peor arranque histórico en la Segunda División después de cuatro partidos, con tan sólo dos puntos en el ca...
Entre la incredulidad y el estupor
Los números no son mentirosos y reflejan la realidad de las cosas. A las que muchas veces se les busca una interpretación que no existe. La plantilla es limitada, sin la calidad suficiente para acometer el ascenso y el entrenador no sabe cómo hacerse con el equipo. Te gana cualquiera y no le ganas a nadie. Falta talento, creatividad y solidez defensiva. Lo malo es que dentro del club nadie parece darse cuenta. a excepción, claro está, que no se tenga contemplado el ascenso.
El Real Zaragoza sigue sin ganarle al FC Barcelona en su campo. Otra temporada más, desde los históricos tiempos de los "Magníficos&quo...
Abismo
Falta calidad, orgullo y trabajo. El sistema no funciona porque los jugadores no tienen el talento necesario para jugar al fútbol. Y los que saben, están lejos de su mejor forma o en situación de ex futbolistas. Falta cerebro, competitividad y pegada. La defensa es frágil, no existe el centro del campo y el ataque es un cachondeo.
¿Se pueden hacer peor las cosas? Ahora mismo, el Real Zaragoza está asomado al balcón de la Segunda División B, un puesto por encima del descenso y a siete puntos del líder. Después de tres partidos ante rivales que no son los más potentes de la competición.
Habrá que resolver, como sea, y de la forma más urgente posible, una situación tan previsible como injustificable. El principal culpable es el máximo accionista, pero también habrá que exigirle responsabilidades al brazo ejecutor de Agapito fichado a golpe de talonario, al entrenador y a los jugadores. A quienes son los actores de una farsa intolerable que raya el insulto a la afición, a la Ciudad y a la Comunidad. Que cada palo aguante su vela. Y el que no se vea con fuerzas para el compromiso, que se vaya y nos deje en paz.
El factor Romareda no fue suficiente para conseguir el primer triunfo de la temporada. Debutaba en el estadio municipal el Mirandés, que a...
Decepción
Pero lo cierto es que, como también comentó Paco Herrera, el marcador pudo ser todavía peor. La afición acudió en escaso número y protestó por la falta de profundidad y acierto del equipo. El murmullo comenzó pronto pese a lo vacío de las gradas, sumida en la decepción. La gente quería volver a ganar en un campo que en la última temporada Manolo Jiménez convirtió en un cachondeo indecente. Y ya vale de tanto sufrir en un escenario que llegó a ser prácticamente imbatible. Ahora parece que cualquiera puede saquearlo con impunidad.
Como nos temíamos, la plantilla es corta, faltan referentes y si no se fichan por lo menos dos jugadores, el ascenso ahora mismo parece lejano. El sentido común y la prudencia indican que se debe tener paciencia, calma y tranquilidad. Que los componentes del equipo deben tomarle el pulso a la categoría y que una primera victoria servirá para aplacar la ansiedad. No se asciende ni en agosto, ni en diciembre, ni en marzo.
Y es posible que los adversarios por el ascenso sean menos fieros de lo que parecen. Pero el ambiente de tristeza, el sentimiento de fracaso, la pérdida de los ideales, se ha instalado en la afición blanquilla. El tono de la vida futbolística se ha convertido en gris, oscureciendo el futuro y provocando la indiferencia para no sentir el dolor. Dicen que los ciclos comienzan y terminan, como los siete años de las vacas gordas y las vacas flacas del antiguo Egipto. En ese caso, parece que la racha está próxima a su final. Pero da la impresión de no tener final.
Dos meses y medio después del traumático descenso a Segunda División, tan merecido como esperado, el Real Zaragoza se encontró con su prese...
Ya estamos en la rueda
Desde el descenso no he tenido oportunidad de asomarme a esta ventana y expresar mis sentimientos sobre la humillación sufrida y el largo ...
Vuelta a empezar
La tristeza ha dado paso a la frialdad, a asumir la condición real de las cosas y a evitar el sufrimiento. Eso resta ilusión pero permite vivir sin tantas tensiones y decepciones. Por eso regreso al trabajo sin el estímulo de otras temporadas, consciente de que se puede ofrecer lo mejor de uno mismo aunque con cierto vacío en tu interior. Muchas cosas van a tener que pasar para que vuelva a sentir en mi estómago el cosquilleo de la aventura que servía de motivación a todo lo que hacía.
Me da la impresión que no siempre la dedicación, la intensidad y el éxito son recompensados, incluso agradecidos. Y cuando ofreces mucho y apenas recibes nada a cambio, por muy generoso que seas, te vuelves retraído. Eso no significa que descienda un ápice tu capacidad profesional, ya que se trata de una actitud vital; eso sí, la ilusión es un sentimiento que emerge de lo más profundo de ti y no se puede crear artificialmente.
Afrontamos después de cinco años la española balompédica profunda. El olvido de los medios nacionales y el deterioro de la imagen del Real Zaragoza, tremendamente desfigurado en las últimas temporadas. Es la nueva Liga bananera de Tebas, a quien la Federación Española de Fútbol y el Consejo Superior de Deportes le han dado un tirón de orejas. El Deportivo de la Coruña, el Mirandés y el Alcorcón le han dejado con los calzoncillos a la altura de los tobillos, así como los supuestos amaños de media docena de equipos que no han tenido, por el momento, las pruebas necesarias para llevar a juicio a los responsables.
Pero siguen los horarios intempestivos, las reverencias a los dos grandes, la salida de futbolistas españoles fuera de nuestra competición o las cantidades que se barajan para fichar a futbolistas como Bale.
Y en cuanto al Real Zaragoza, sigue faltando lo de siempre: un central, un centrocampista organizador y un goleador de referencia. Lo único que se ha conseguido ha sido adelgazar la nómina dejando libres a jugadores como Apoño, Romaric y hasta media docena de jugadores que no entraban en los planes de Paco Herrera ni en los de García Pitarch, por su inutilidad demostrada y por lo caro de sus fichas. No entiendo que el Real Zaragoza contrate futbolistas que no valen y luego sea incapaz de sacar nada por ellos. Algo falla (yo creo que muchas cosas) en la gestión.
En fin, amigos. Lamento transmitir esta sensación de hastío, desilusión y tristeza. Pero prometo poner todos mis conocimientos, experiencia y trabajo para seguir contando, otra temporada más, lo que ocurra en todos los escenarios de nuestro deporte. El talento no descansa y surge espontáneamente sin importarle el entorno.
Muchas gracias de antemano y mucha suerte, que nos va a hacer falta para conseguir nuestros objetivos.
No por menos esperado se convierte en menos doloroso. El descenso a Segunda División es una humillación para el zaragocismo y un golpe t...
Justo y merecido descenso
Resulta que en estos momentos el balompié es un entretenimiento vulgar, propio de gente sin formación y que no tiene sentido en una civilización de culturalmente avanzada. Eso dicen, no aceptando que esas emociones son el motor económico y sentimental de millones de españoles y cientos de miles de aragoneses. No olvidemos que el periódico diario de más venta es deportivo, que las televisiones obtienen sus registros más altos con las transmisiones de los partidos de fútbol o que las emisoras de radio alcanzan sus audiencias más altas con este espectáculo. Que nada concita más público en un recinto cerrado, que las apuestas baten registros históricos y que hasta el goce sexual se dispara, obteniendo índices de natalidad muy importantes cuando se consigue un éxito deportivo.
Ahora, con el descenso de categoría, el abatimiento es mayor. Golpeados por la crisis, con ausencia de los valores tradicionales, el Real Zaragoza podía haberse convertido en un asidero; sin embargo, es otro motivo más para la decepción y el pesimismo. Lo peor es que no hay solución y que el máximo accionista seguirá al mando del club porque es su legítimo propietario y desde los poderes públicos no hay nadie a quien le interese modificar esta situación.
Los políticos no quieren involucrarse en una intermediación que pide a gritos la afición, sentando alrededor de una mesa a Agapito con un grupo empresarial que impulse un cambio y una regeneración. Para mi es la única solución, con la presencia de las entidades financieras, que ya están ejecutando el aval que les reportará cinco millones de euros. Si no me equivoco, el descenso provoca que se pague esta cantidad automáticamente por parte del Gobierno de Aragón, avalista de Agapito Iglesias. Quizás, con algo de comprensión con un nuevo equipo directivo del club, conseguirían limpiar su imagen unos y otros, así como darle una salida de futuro a la entidad sin tener que adquirir compromisos políticos ni económicos. Bueno para el club, bueno para los políticos, bueno para los bancos y cajas.
Pero me temo que al ridículo deportivo, a la fama de club tramposo y mal pagador, se va a incluir en este nefasto repertorio el rechazo y el olvido. Que puede terminar en un descenso a Segunda B, como le ocurriese a clubes como las Palmas, Tenerife, Murcia o Rácing de Santander, por poner ejemplos cercanos e inmediatos. Otro día hablaré de Manolo Jiménez, de su capacidad de embaucar y de su culpabilidad en el descenso. Pero hoy ya no me apetece seguir escribiendo. Esa será otra historia y la contaré bajo un prisma deportivo y no emocional..
Llevo mucho tiempo sin asomarme a los lectores a través de mi blog. Son tantas las cosas que tengo que hacer, algunas urgentes pero quizá...
Este cuento se acabó
El partido de anoche en el Benito Villamarín estaba perdido de antemano. La derrota frente al Athletic en la Romareda había apuñalado al equipo que se veía y a en Segunda División. Y sobre el terreno de juego, en un festival verdiblanco ante unas gradas llenas, el Real Zaragoza mostró sus carencias y se desnudó ante el mundo. La goleada pudo ser de escándalo después de encajar el 1-0 a los 13 segundos, en el gol más rápido de la temporada en Primera División. Pero con el 2-0 en el minuto 16 se cerró la tumba de un grupo de jugadores muerto sin que su entrenador hiciera nada por cambiar el futuro del partido. Se rindió, como la casi totalidad de sus hombres, que solamente deseaban que terminase el partido.
Ya no hay caretas donde ocultar el rostro, ni carros, ni barcos. Ni "cojones", como se le llenaba la boca al entrenador cuando disparaba contra los medios de comunicación. Si consigues doce puntos en toda la segunda vuelta, si ganas dos partidos de los últimos veinte, no tienes derecho a quejarte de la prensa, de la mala suerte, de los arbitrajes, de las lesiones, de la escasa experiencia de algunos de tus futbolistas o de lo justito de tu "fondo de armario".
La plantilla la ha diseñado el entrenador y si no ha podido fichar lo que deseaba, que lo hubiera dicho o que le hubiera pedido explicaciones al máximo accionista, del que se convirtió al final en una prolongación de sus caprichos.
Ponto se marchará el presidente, que cumple el año de contrato en junio y cuyo paso ha sido breve y sin más alivio para la entidad que un espejismo sobre el supuesto cambio. Ni ha organizado, ni ha dirigido, ni ha tomado decisiones. Molinos ha sido un paraguas muy frágil para Agapito que solamente funcionó hasta diciembre. Luego, en el caos posterior de resultados, propuestas y decisiones, ha sido una marioneta más en manos de Agapito.
¿Y ahora, qué? El sábado va a ser muy duro porque las opciones de permanencia son simbólicas y el Real Zaragoza depende de resultados casi imposibles, incluso el propio triunfo en la Romareda. Supongo que la afición estallará y que se producirán indeseados episodios al final del partido donde grupos de radicales ofrecerán su peor versión en las calles y plazas aledañas al estadio municipal.
No lo sé, estoy muy triste y cansado. Sin ganas de nada, con muy pocas expectativas de cara al futuro. Y con la convicción que, si al final se consuma el descenso, Agapito se aferre a su negocio pensando en seguir viviendo del fútbol. O lo que es peor, lo venda a quien sea de su cuerda y siga manipulando a su voluntad los designios del club.
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