Dicen que "no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista". Pues bien, nuestro aspecto físico ya es deplorable por el suf...

La persiana ya está cerrada

Dicen que "no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista". Pues bien, nuestro aspecto físico ya es deplorable por el sufrimiento continuado y la única buena noticia es que la temporada ha terminado. Eso sí, rasgado el espíritu zaragocista, empeorando los peores registros históricos en Segunda División y con una sensación de amargura y tristeza que raya en el abandono. Como todo es susceptible de empeorar, la gran mayoría de los aficionados no piensa que esta temporada vaya a cambiar la tendencia. Con un director deportivo nuevo (poco ha podido hacer hasta ahora Lalo después de la terrible herencia otorgada por Narciso Juliá), un entrenador como González, con escasa experiencia en Segunda División y que ojalá pueda superar la presión de una ciudad como Zaragoza, y una plantilla totalmente renovada sin nombres de relumbrón. Como señalan las estadísticas los equipos que suelen ascender son los que mantienen durante dos o tres temporadas el bloque deportivo. También es verdad que con el actual grupo humano hemos estado a punto de descender. O sea, que será de obligado cumplimiento cambiar hasta el agua de los jarrones...
Cuando se vio empujado Agapito Iglesias a vender por un euro el Real Zaragoza y desapareció del club, comenté que lo peor de las guerras era el periodo posterior hasta que se consiguen restañar las heridas. Porque es mucho más sencillo juntar voluntades, odios y fobias contra el gran enemigo, que unirse las diferentes familias vinculadas, de una u otra forma, a la construcción de un nuevo proyecto. Y no me he equivocado porque vamos a afrontar la quinta temporada consecutiva en Segunda División y con solamente una opción de ascenso, la de hace dos temporadas en Las Palmas con Popovic. De esa plantilla, que entonces no nos parecía buena, a la que termina esta campaña hay un abismo. Siete derrotas en la Romareda en Segunda es una afrenta intolerable. Una mácula que jamás será borrada de la historia del Real Zaragoza. Una losa difícil de levantar por los nuevos que vengan ya que la estadística cubrirá los fallos que puedan tener.
He echado de menos una disculpa, que alguien asuma el esperpento de esta temporada. Y que no se haya planteado un objetivo claro, diáfano, concreto. Y al margen de negocio y espectáculo, el fútbol es también sentimiento. La gente elige todavía los partidos del Real Zaragoza en España para verlos a través de la pequeña pantalla. Pero por el recuerdo de lo que este club fue en el pasado y porque las demás expectativas tampoco son para tirar cohetes. La temporada pasada, después de la catástrofe de Palamós, se salvaron los muebles mediáticamente con las llegadas de Zapater y de Cani. Ahora resultará complicado conseguir algo que pueda ilusionar de nuevo al zaragocismo.
La persiana ya está cerrada. Veremos lo que nos encontramos cuando se abra el 10 de julio.

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