La llamada varias veces de Manolo Jiménez a los atributos viriles en la rueda de prensa posterior al partido de Getafe indica que apela ...

Todo es susceptible de empeorar

La llamada varias veces de Manolo Jiménez a los atributos viriles en la rueda de prensa posterior al partido de Getafe indica que apela definitivamente a la heroica. El equipo está desesperado y no parece fácil que se vaya a reconducir la situación. El entrenador no puede hacerse con el control y dirige ahora sus acusaciones a los futbolistas, invitando a saltar del barco a quienes no se dejen las entrañas en el terreno de juego. Pero lo más sensato sería apelar a la calma, a interpretar las señales negativas y a buscar soluciones que procedan de la inteligencia, no de los cojones.
El Athletic de Bilbao y el Mallorca parecen reaccionar; también tímidamente el Deportivo. Ojalá no sorprenda el Celta al Sevilla y nos deje en posiciones de descenso, lo que sería una tragedia a doce jornadas para el final después de una tregua de seis meses de competición, donde muchos miles de seguidores esperaban que el club regresara a la calma, a la creación de un proyecto de futuro, incluso a la paulatina salida del máximo accionista... Todo se ha venido abajo y volvemos a estar como siempre, en la zozobra, en la inestabilidad, en el peligro. Y tiene poca pinta de que vaya a resolverse esto por sí solo, sin ayudas que provengan de la incorporación de nuevos jugadores aprovechando la oportunidad que brinda la Comisión Deportiva de la LFP para el fichaje de dos jugadores del mercado nacional para cubrir las ausencias de los lesionados Zuculini y Javi Álamo.
Hace días que comento que no se ajustarán los machos los jugadores y el propio técnico hasta que no se vean en la cola dela tabla. Que la tensión no les ha estimulado lo suficiente y que se conforman con echarle la culpa a los árbitros, al estado del terreno de juego, a los horarios, a la Copa, a las lesiones y a la mala suerte. ¿No será que no jugamos un pimiento? ¿No será que la apuesta por Romaric ha roto un centro del campo donde tampoco Apoño ha funcionado? ¿No será que hacía falta un cambio de sistema después de tantas derrotas en casa?
Pues ya estamos, con la cara pintada y el culo que nos huele a pólvora. Camino de la Segunda División y, en el peor de los casos, de la desaparición. Otra vez con la angustia subiendo hasta la garganta los apelados cojones a los que hace referencia Jiménez. Con el virus de enero de todos los entrenadores de Agapito, devorado por las falsas promesas y el trabajo hecho a sus espaldas.
El lunes, otra final. Con el Granada tocado y nervioso. Será un día para la gloria de no hundirnos en el fango de la desesperación. Y una semana muy larga donde se hablará de muchas cosas; de todo, menos de fútbol.

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