Hacía tiempo que no me disgustaba narrando un partido. Las continuas derrotas y sufrimiento de los últimos años creía que me habían inmuniza...
Bochorno arbitral inadmisible
La renta conseguida hasta ahora en la Liga es muy escasa, abocándonos al sufrimiento de luchar por evitar el descenso. La plantilla está compensada, tiene calidad en determinados elementos, proyección en otros, veteranía en algunos y compromiso en todos. El umbral de crecimiento es importante pero la competición avanza y no se consigue la victoria en la Romareda. Y lo que es peor, se continúan perdiendo puntos en el tiempo de ampliación. Como siempre. De la misma manera que sigue defendiendo demasiado atrás y que no es contundente cuando es sometida su portería al asedio, del mismo modo que falta pólvora en las botas de sus futbolistas.
De toda esta tristeza y agonía lo mejor que se puede obtener es el compromiso de la afición que sigue adelante en el ánimo incondicional al equipo, ofreciendo la mejor versión de un graderío que confía en la salida a esta crisis y que pone todo su empeño en apoyar al conjunto maño. Una actitud que merece la recompensa de la victoria y del ascenso, indudablemente.
No quiero pensar en que el interés mediático de los tenedores de los derechos televisivos sumen espectadores con el Real Zaragoza como con ningún otro club y que les interese que siga en Segunda. Como tampoco me parece lógico que se siga castigando a la entidad como si aún estuviera Agapito en la propiedad. No se trata de la historia, que también habría que valorarla, sino de los esfuerzos que se están haciendo por afrontar los pagos con los acreedores y Hacienda, de la gestión de las cuentas, de la transparencia económica. No solamente la Liga parece obviar todo esto, sino que parece disfrutar con los males que asolan a una institución que merece la oportunidad de crecer y de hacer felices a sus seguidores.
El desarrollo de la pretemporada, con marcadores adversos y dificultades a la hora de traer las primeras opciones de la dirección deportiva,...
Dudas y expectativas
Entrenar al Real Zaragoza no es lo mismo que hacerlo en Reus y la experiencia es un grado. Se debe adquirir con el paso del tiempo, la reacción ante las adversidades y la propia capacidad de la persona. Natxo González sabe lo que quiere pero es posible que no tenga los efectivos que suponía y su plantilla es joven y sin recorrido en Segunda División, algo fundamental para aguantar una larga y complicada temporada. La presión ahí está, aunque la afición tenga muchísima paciencia y asuma la situación económica del club que impide luchar en igualdad de condiciones por los futbolistas deseados.
Mañana disputa su primer partido en la Romareda el Real Zaragoza en su quinta campaña consecutiva en el pozo, que parece hacerse más profundo cada año que pasa. Tampoco ayudan las declaraciones de la Fundación y de la entidad, que parecen excusarse de la falta de acierto de cara al ascenso o desear implicar a más gente en esta travesía por el desierto. Gobierno de Aragón y Ayuntamiento de Zaragoza han sido citados expresamente, sobre todo la Corporación Municipal, abriéndose una pequeña crisis que la mayoría de los aficionados no entienden.
Es verdad que el estadio está prácticamente en ruinas, que se necesita una remodelación profunda y seguramente un cambio en la idea de explotación de las instalaciones. Y eso sería bueno para el Real Zaragoza, la ciudadanía y el Ayuntamiento. Y tendrían la obligación de llegar a acuerdos dejándose de actitudes personalistas y nada dialogantes.
De momento habrá que luchar en el plano deportivo y hacerlo hasta la extenuación para ganar el primer partido en casa, sumar tres puntos vitales para continuar enganchados a la ilusión por el ascenso.
Por eso, dudas y expectativas a escasas horas del debú en el coliseo zaragozano.
Dicen que "no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista". Pues bien, nuestro aspecto físico ya es deplorable por el suf...
La persiana ya está cerrada
La amistad es un bien poco valorado y que se otorga de manera gratuita. Significa respeto, comprensión, proximidad y también distancia. Por ...
Emperador
"Dejo salvado al equipo de mi vida", afirmó el domingo en la sala de prensa. Y tiene razón. Él ha levantado trofeos, ha sufrido el descenso de categoría y ha conseguido el retorno a Primera División como futbolista. Y de cada uno de sus éxitos, aunque entonces pareciera de menor valor abandonar la categoría de plata, ha extraído conclusiones que le han permitido fortalecer su espíritu y domar su carácter. César es un zaragocista de los pies a la cabeza, dos veces campeón de Copa y campeón de la Supercopa de España. Pero también elemento fundamental en un ascenso y humano hasta su expresión más brutal cuando la emprendió a golpes con un par de estúpidos aficionados del Villarreal que se mofaban del fracaso blanquillo. Un episodio del que enseguida se arrepintió y pidió perdón con humildad.
Comprendí pero no compartí sus declaraciones después del partido contra el Rayo: "la fortuna de la Romareda es que solo me quedan dos partidos en el Zaragoza". Lo que la gente no sabía es que unos imbéciles habían estado increpando durante todo el partido al entrenador blanquillo como si él tuviera la culpa de tener una plantilla de exfutbolistas, novatos o físicamente blanditos que, evidentemente, él no había confeccionado. Sé que no es fácil aguantar a este tipo de individuos, forofetes con derecho a insulto, porque con su edad yo también era propenso a la cólera y con un genio demasiado vivo. César tiene derecho a experimentar este tipo de reacciones y aprenderá a transformar la ira en calma interior para superar la tensión provocada por los tontos de baba.
Espero que el Real Zaragoza llegue a compensar la intensidad del trabajo de César porque tiene un gran futuro como "hombre fuerte" en el club. Sabe de fútbol, tiene una formación de un gran nivel, es capaz de gestionar los recursos humanos de un vestuario y siente el Real Zaragoza como pocos. Por eso me da miedo que le releguen a un plano inferior y que no cuenten con él como el profesional independiente que llama a las cosas por su nombre sin tener que mendigar un puesto de trabajo para comer.
Recuerdo con mucho cariño las transmisiones que hemos compartido durante años en Aragón Radio, su timidez al principio y su capacidad de expresión al final de su trayectoria como un comentarista de altísimo nivel. Sobre todo cuando, rememorando a mi admirado Darth Vader, le decía con la voz del maravilloso villano del lado oscuro de la fuerza: "emperador, soy tu padre". Momentos inolvidables de un pasado que ya jamás se volverá a repetir pero que nos indican que debemos aprovechar cada segundo de nuestra vida como si fuera el último. Incluso en los instantes de mayor sufrimiento se puede apelar al humor y adornar con una sonrisa el rostro.
Gracias, César, por tu trabajo y dedicación. Quédate con lo mejor de esta intensa etapa y afronta con ilusión cualquiera de los retos que te proporcione la vida. Como dijo Ildo Maneiro, fugaz entrenador del Real Zaragoza hace veintisiete años, "lo que hoy parece una tragedia mañana será una mera anécdota".
Faltan cuatro jornadas de Liga para terminar la temporada y todo puede pasar. Por abajo la gente se va despabilando y se consiguen resultado...
Necesidad
Nadie podrá decir nunca que la Romareda se ha rendido o no se ha volcado en apoyar a los suyos. Pero ni aún así se mejora una racha irregular que hace del viejo coliseo zaragocista un lugar favorable para cualquiera. La sangría de puntos en casa es terrible, más aún cuando hablamos de Segunda División y de equipos cuya trayectoria en esta liga, no ya en su historia, ofrece un equipaje pesado. El estadio parece en ruinas en cuanto a su aspecto exterior e interior, y un lugar de fácil saqueo para cualquier equipo que llegue sabiendo las inmensas carencias de esta plantilla. No hubo tantas diferencias entre un candidato al play off y otro que se debate en salir de las profundidades. Que la liga sea tan barata, que la promoción sea tan débil en cuanto a calidad y proyeccción de futuro, aún hace más agónico el paso del Real Zaragoza por esta categoría.
El Real Zaragoza tiene la necesidad de tres o cuatro puntos en las últimas jornadas de Liga. y no sé dónde va a poder conseguirlos. Llegar hasta aquí de esta manera es agotador y que el premio, en el mejor de los casos, sea otro año más en Segunda teniendo que cambiarlo todo con urgencia para afrontar la próxima temporada, parece una pesadilla.
No lo sé, empieza una semana muy dura de nuevo, con el cansancio arrancando las escasas esperanzas de un final tranquilo.
Salir derrotados del campo municipal de Reus fue un golpe inesperado. Sin desmerecer al equipo catalán, que también se jugaba la permanencia...
Estremecidos
El cambio de sistema con la inclusión de Samaras no funcionó aunque el griego se comprometió durante todo el partido e hizo lo que pudo. Pero Ángel no estuvo afortunado, las bandas no ocasionaron peligro, el centro del campo no creó juego y la defensa falló otra vez más de lo permisible. Mal partido, solamente un par de ocasiones a favor y un equipo adversario que táctica y físicamente sabía lo que hacía aunque sin calidad ni pegada.
Superado este triste episodio, de cara al próximo compromiso en el coliseo zaragocista, no tengo ninguna duda sobre la respuesta de la afición el viernes en el crucial partido contra el Cádiz. Veo a la gente en los desplazamientos, en la Romareda, por la calle. Leo sus opiniones en las redes sociales, hablo con ellos. Jóvenes y mayores, hombres y mujeres, eruditos y gente sencilla. El poso de los seguidores zaragocistas es de un calado profundo, sin reticencias ni tonterías. Existe una pena muy honda, una insatisfacción evidente, un dolor insoportable. Pero el viernes se concentrarán con toda la ilusión que puedan compartir con los que estén a su lado para colaborar en un triunfo necesario, agónico, dramático. Escribo estas lineas de noche, ya el 10 de mayo. Cuando se cumplen veintidós años de la mayor gesta zaragocista de su historia. Y cuando ahora nos arrastramos por la peor época de los últimos setenta años del club. Jamás pensé en que esto, lo que estamos sufriendo los últimos años, pudiera ocurrir. Ni que llegaría a celebrar una victoria con tantos deseos como esta. Pero es lo que nos ha tocado vivir y debemos asumirlo y superarlo. Y cuando se consiga, pedir explicaciones y exigir los cambios profundos y necesarios que se precisan para no continuar en el infierno.
Sexta derrota del Real Zaragoza en la Romareda, que ha dejado de ser desde hace varias temporadas un emblema para degustar las victorias del...
Incertidumbre hasta el final
César Laínez ha sustentado su liderazgo en el sentido común, el cambio táctico y la normalidad a la ora de asumir sus compromisos. Dentro de la tremenda exigencia que él mismo se ha impuesto, sin que necesite ningún estímulo exterior o de dentro del propio club para capitanear un ejército quebrado emocionalmente y sin fuerzas para llegar al final de cada batalla. Pero él no hace milagros ni es capaz de cambiar la realidad. El Getafe dispone de una plantilla más amplia, de jugadores de mayor calidad, de un entrenador que ha impuesto un sistema propio de Segunda División para luchar para el ascenso y de una situación económica más favorable. Y que, pudiendo ceder finalmente un punto, se llevó los tres porque en la segunda mitad fue claramente superior. Por sus méritos o por el miedo escénico y la escasa fortaleza de los jugadores locales.
Ahora queda el resto de los capítulos de esta historia. Donde habrá que sumar los tres puntos de Reus, un equipo recién ascendido y que fue revelación en la primera vuelta. Cuyo entrenador parece que es el candidato al banquillo zaragocista y que puede quedar aún más abajo que el Real Zaragoza. Y luego, otros adversarios que serán todavía más complicados y que cada partido harán más tenso el ambiente y necesario el triunfo. Porque por abajo se están desperezando y los de arriba tienen más recursos que nosotros para ganarnos en su terreno de juego en la propia Romareda.
Así las cosas solamente resta entregarse a fondo en cada uno de los compromisos como si fuera el último. Y cuando termine la temporada, con la seguridad de disputar la quinta temporada consecutiva en Segunda División, hacer de una puñetera vez las cosas bien para intentar competir por el ascenso y regresar de donde jamás debimos partir.
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