Hacía tiempo que no me disgustaba narrando un partido. Las continuas derrotas y sufrimiento de los últimos años creía que me habían inmuniza...

Bochorno arbitral inadmisible

Hacía tiempo que no me disgustaba narrando un partido. Las continuas derrotas y sufrimiento de los últimos años creía que me habían inmunizado y el grueso escudo que me había protegido hasta el domingo se resquebrajó y saltó hecho añicos. La actuación del sevillano Jorge Figueroa Vázquez fue una provocación que ya se suponía por sus antecedentes históricos y por su último encuentro pitado la temporada pasada a los blanquillos. Es evidente que todos tenemos fallos y que gracias a ellos crecemos, incluso la humanidad en el juicio a los partidos hace mucho más atractivo y complejo el fútbol. Pero una cosa es incurrir en errores de apreciación, en medir con diferente rasero determinadas actuaciones, en permitir la dureza en contra de la creación de juego y, otra muy diferente, mentir en la redacción del acta arbitral. Y eso hizo el trencilla, ya que expulsó al delantero gallego "por soltar el brazo a un contrario de forma temeraria mostrando desconsideración con el mismo". Las imágenes demuestran que esa afirmación es falsa. Desde el minuto 44 el partido estaba adulterado por la injusticia de la tarjeta roja y por los nervios acumulados por los futbolistas de Natxo González que eran perseguidos por el árbitro. Incluso en el caso que los comités decidieran retirar la tarjeta a Borja, los dos puntos perdidos jamás se recuperarán. Caso aparte es el de Dimitrevsky, que se arrojó al suelo simulando la agresión, lo que refleja su carácter y personalidad. Ambos, el árbitro y el meta del Nástic, deberían ser sancionados pero seguirán actuando de manera cobarde y nada profesional.
La renta conseguida hasta ahora en la Liga es muy escasa, abocándonos al sufrimiento de luchar por evitar el descenso. La plantilla está compensada, tiene calidad en determinados elementos, proyección en otros, veteranía en algunos y compromiso en todos. El umbral de crecimiento es importante pero la competición avanza y no se consigue la victoria en la Romareda. Y lo que es peor, se continúan perdiendo puntos en el tiempo de ampliación. Como siempre. De la misma manera que sigue defendiendo demasiado atrás y que no es contundente cuando es sometida su portería al asedio, del mismo modo que falta pólvora en las botas de sus futbolistas.
De toda esta tristeza y agonía lo mejor que se puede obtener es el compromiso de la afición que sigue adelante en el ánimo incondicional al equipo, ofreciendo la mejor versión de un graderío que confía en la salida a esta crisis y que pone todo su empeño en apoyar al conjunto maño. Una actitud que merece la recompensa de la victoria y del ascenso, indudablemente.
No quiero pensar en que el interés mediático de los tenedores de los derechos televisivos sumen espectadores con el Real Zaragoza como con ningún otro club y que les interese que siga en Segunda. Como tampoco me parece lógico que se siga castigando a la entidad como si aún estuviera Agapito en la propiedad. No se trata de la historia, que también habría que valorarla, sino de los esfuerzos que se están haciendo por afrontar los pagos con los acreedores y Hacienda, de la gestión de las cuentas, de la transparencia económica. No solamente la Liga parece obviar todo esto, sino que parece disfrutar con los males que asolan a una institución que merece la oportunidad de crecer y de hacer felices a sus seguidores.


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