No es sencillo mantener la ilusión cuando la esperanza se quiebra y las fuerzas te abandonan. Dadas las circunstancias parece complicado que...

Más sombras que luces

No es sencillo mantener la ilusión cuando la esperanza se quiebra y las fuerzas te abandonan. Dadas las circunstancias parece complicado que el Real Zaragoza se sume al ascenso directo. Y no porque no quede tiempo para ello, sino por la diferencia de nivel que se observa entre los mejores equipos de la categoría con respecto a los blanquillos. Da la impresión que se dispone de un once titular competitivo pero va a ser difícil mantenerlo de manera regular. Cuando no se lesiona uno, se caen dos de la alineación por molestias musculares, o falta un tercero por sanción. Y así no hay manera de mantener una velocidad de crucero que favorezca la continuidad de cara al regreso a la Primera División.

No es un problema solamente de entrenadores, que los hemos tenido de todo tipo estos últimos años, sino de confección del grupo y de continuidad en el proyecto. Es verdad que Raúl Agné parece más contundente y preparado para las adversidades que Luis Milla, conoce mejor la categoría que Popovic o tiene un talante más generoso que Carreras. Pero le falta plantilla y no le queda más remedio que solucionar lo urgente antes que dedicarse a lo importante, además de no tener capacidad de maniobra en caso de tomar decisiones equivocadas.
Perder en Getafe y conseguir un empate en la Romareda ante el Reus es muy poco botín para sumarse a la cabeza de la tabla. Y no podemos pensar que Zapater y Cani son las soluciones mágicas del Real Zaragoza, sino dos grandes aportaciones que necesitan de un grupo compacto a su lado para crecer. El equipo se desangra en defensa, no controla el balón en el centro del campo y sufre mucho para conseguir goles que signifiquen puntos.
El sábado juega el Real Zaragoza en Cádiz, un escenario simbólico que nos lleva a recordar un pasado mejor y mucho más agradable que el actual. Y un objetivo imprescindible para sumar la primera victoria fuera de la Romareda. Porque los cuatro puntos conseguidos hasta el momento son insuficientes para meter la cabeza incluso en los puestos de promoción.
Eso sí, lo que no se puede conseguir con talento debe obtenerse con más trabajo y un compromiso mayor. Poniendo sobre el terreno de juego la intensidad y el sacrificio digno del escudo que llevan cosido a su camiseta los actuales jugadores del Real Zaragoza.
El sábado volveré a la "Tacita de plata", donde no he regresado desde que jugó por última vez el Trofeo Ramón de Carranza. Todo ha cambiado mucho desde entonces, demasiado; la vida es peor desde hace una década y el futuro no augura nada bueno a corto plazo. Pero es el momento que nos toca vivir y, si es posible, disfrutar. Porque las cosas todavía pueden llegar a ser peores.

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