El  final y el comienzo del año se solapan sin apenas tránsito para el cambio. Se trata de un mero trámite, de un arrancar la hoja del calen...

Final y comienzo de tránsito

El final y el comienzo del año se solapan sin apenas tránsito para el cambio. Se trata de un mero trámite, de un arrancar la hoja del calendario. Sin tiempo para actuar y con muchas cosas por hacer que no has tenido la posibilidad de terminar unas horas antes. Después de sumergirte en los debidos compromisos familiares y sociales, donde también te ves obligado a atar los cabos sueltos de un trabajo que nunca termina, el regreso a la actividad está marcado por la ansiedad de recuperar las horas y los días perdidos en un mes de diciembre lleno de actividad.
Dejamos 2014 con un empate en Miranda de Ebro y recibimos 2015 con la visita del Valladolid. Arriba en la tabla desde el comienzo y que le infligió al filial del Barcelona la goleada más escandalosa de la temporada para cerrar el año en el Nuevo Zorrilla. Con las dudas de siempre en la defensa y la inevitable sensación de incertidumbre de las últimas temporadas. No conseguir los tres puntos sería un golpe de importancia para aspirar a un ascenso tan imprescindible como complicado en una temporada diferente a la de los últimos años.
Mientras escribo estas líneas tengo la televisión encendida y de fondo, como siempre, el concierto de Año Nuevo. Desde siempre he pensado en el placer que debe significar encontrarse en Viena el 1 de enero junto a un puñado de elegidos para disfrutar de algo tan familiar como irreal de vivir en persona. Es como si el tiempo no pasara, como si se hubiera detenido en un bucle extraño donde ocurren cosas diferentes mientras sigues dando las mismas vueltas a todo. Entonces es cuando te ves más viejo, con ausencias a tu alrededor y algunas ilusiones emergentes que te permiten seguir adelante. Siempre encuentras la ayuda de alguien próximo a ti que te permite renovarte, siempre esperas la llamada inesperada que cambie tu vida, siempre buscas la sonrisa perdida que te permita pensar en una aventura... 
Otro año más; será el número 39 de mi carrera profesional que cumpliré el próximo 28 de febrero. Y aunque falta poco para que mi larga aventura termine, se abre un final apasionante con un montón de ideas y posibilidades que me permiten superar la monotonía, el cansancio y la soledad que en muchos momentos me invaden. Es el momento de seguir adelante, de buscar nuevos objetivos, de mantener intactas las realidades que ya tienes, de recordar sin nostalgia el pasado para aprender de las decisiones equivocadas. 
Feliz 2015, queridos amigos y cómplices, aunque a la mayoría no os conozca. Pero con la satisfacción de haberos acompañado en vuestro trabajo, estudiando, en la carretera, en las vacaciones, en momentos de frustración, de alegría, de dudas, de éxitos y de fracasos. Entre las sábanas mientras os refugiábais en el sueño, en los despertares, en los momentos más íntimos, en la mesa con vuestra gente, en un campo de fútbol o en una cancha de baloncesto, en internet, por la radio, a través de las imágenes de la TV, en las páginas de un periódico o de un libro, saludándome por la calle...
Ojalá este próximo año nos aporte aquello que necesitamos y que, como os decía ayer en facebook y Twitter, no os sorprenda tanto que consigáis lo que deseáis. Porque, en ocasiones, alcanzar una meta deseada con pasión obsesiva, significa no saber qué hacer con ella cuando se tiene entre las manos.


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