Me sentí satisfecho por el ambiente que se respiraba en la Romareda antes del partido. La actitud de la plantilla y el trabajo de Jiménez f...

Regresa la esperanza

Me sentí satisfecho por el ambiente que se respiraba en la Romareda antes del partido. La actitud de la plantilla y el trabajo de Jiménez favorecían la confianza de un triunfo necesario. Ganarle al Deportivo era un trámite necesario para seguir luchando con ciertas garantías de tranquilidad y crecimiento esta temporada.
Zuculini, que en otros partidos fue importante para el equipo, tuvo una noche aciaga y sus dos errores marcaron el encuentro. Pero en vez de venirse abajo el equipo y enmudecer la afición, las gradas transmitieron el apoyo a sus jugadores que respondieron de inmediato. Y así llegó el 1-2 con una carga emocional formidable que presagiaba una segunda mitad de alto contenido futbolístico.
Es posible que la expulsión de Pizzi a los tres minutos de la reanudación marcase el resto del partido; es probable que el Deportivo se relajase después de ir por delante en el marcador y dejar constancia de su peligro al contragolpe. Pero no es menos cierto que la corriente que corrió por los jugadores era de la misma carga que la generada por el público, que siempre creyó en la remontada. Y de eso no hay ninguna duda.
Montañés se estrenó como goleador, lo único que le faltaba para completar su excelente arranque de temporada. Y Postiga marcó dos tantos, ratificando las magníficas sensaciones que le convierten en el gran referente ofensivo de este club. Y merece el cariño de una afición que sabe valorar la entrega y la calidad de un futbolista de sus características.
Por eso, además satisfecho, terminé ilusionado y con la seguridad que el futuro puede ser, poco a poco, más gratificante que estos tres últimos años con la zozobra de la cercanía del descenso. La capacidad de sufrimiento, de apoyo y de estímulo al equipo ha sido enorme y podemos haber construido, entre todos, un proyecto que ojalá sea estable y camine con paso firme.
Regresa la esperanza, con la debilidad de cualquier actuación sorprendente e interesada del máximo accionista que pueda perjudicar el cambio. Con la sombra de la duda producto de la experiencia, pero con la convicción que el sentimiento zaragocista está en su mejor momento y que volvemos a sonreir mirando, por lo menos esta semana, hacia arriba en vez de hacerlo con temor a los últimos puestos de la tabla.

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