La llegada de Fernando Molinos se produce con la misma carga mediática y la sincronización de los tiempos que siempre ha impregnado Agapito...

La necesidad de creer


La llegada de Fernando Molinos se produce con la misma carga mediática y la sincronización de los tiempos que siempre ha impregnado Agapito en su mandato. Lo hace después de una duras negociaciones con Manolo Jiménez donde parece que realmente le ha entregado el timón en el plano deportivo. Pero sin hacer declaraciones, al margen de la avalancha de dudas que tantas semanas de reuniones han provocado en la afición. Lo mismo ocurre con el ex vicepresidente deportivo del RCD Espanyol, hombre fuerte del máximo accionista del conjunto perico y que asume un gran reto con su decisión de aceptar la presidencia ejectiva del club aragonés.
Le avala su intachable carrera en su club de toda la vida, donde fue jugador, director deportivo y consejero entre otros cargos en varios ciclos de su vinculación blanquiazul. Pero su futuro está en entredicho por haber sido elegido por Agapito como su prolongación en el Real Zaragoza. Eso es lo que opina gran parte de la afición pese a reconocer la importante proyeccción deportiva y de gestión de Molinos.
El nuevo "hombre fuerte" del Real Zaragoza destaca por su capacidad de diálogo y su tranquilidad. No se prodiga en los medios de comunicación y es un hombre discreto que jamás se ha visto mezclado en asuntos oscuros del fútbol. Buen gestor, con capacidad de diseñar proyectos deportivos razonables y eficaces y sin enemigos declarados en el difícil mundo del balompié nacional.
Sin criticar a su mentor ha dicho que en el Real Zaragoza hay que trabajar de manera diferente y con unos criterios muy distintos a los que se estaban ejecutando. Y asegura que Agapito le va a dejar trabajar, planificar y ordenar el Real Zaragoza sin injerencias de ningún tipo.
Viene, en principio, por una temporada y cobrará por su trabajo. Quizás con el encargo de ser un presidente de transición capaz de crear una estructura de club, organizar la cantera y darle credibilidad al proyecto pese a que siga detrás el máximo accionista.
No lo sé, tengo la necesidad de creer, del mismo modo que aún se iluminaba en mi corazón una tenue luz cuando la razón me decía que íbamos a descender. Quizás de verdad vaya a producirse el cambio y los diferentes movimientos sociales impulsados por la afición zaragocista le hayan hecho abandonar a Agapito, aunque sea porque está ya harto de ser el centro de la atención de una afición que desea disfrutar con su club y le ha demostrado su más absoluta aversión.

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