Ya no queda líquido alguno en la botella de Herrera. Ni medio llena, ni medio vacía. La grada ya ha expresado su opinión y aunque no es vinc...

La botella se ha roto

Ya no queda líquido alguno en la botella de Herrera. Ni medio llena, ni medio vacía. La grada ya ha expresado su opinión y aunque no es vinculante, colma los deseos del actual equipo directivo. Es cierto que no existen suficientes jugadores de calidad en la plantilla y que si echas un vistazo al banquillo, no aparecen soluciones plausibles. Pero es obligación del entrenador sacarle rendimiento al grupo con el que trabaja, o intentar imprimir la intensidad suficiente a sus futbolistas para que respondan sobre el terreno de juego.
Está claro que el principal culpable del absoluto desastre que rodea al equipo es Agapito Iglesias. Todo lo que toca lo convierte en vulgar, mediocre e inútil. Pero tampoco en el plano deportivo han superado el reto García Pitarch y sus colaboradores, porque los jugadores incorporados no han dado la talla o su perfil no era el necesario para construir un equipo competitivo. Es posible que nunca se pensara en ascender este año, sino en sanear la entidad y reducir costes según las exigencias de la LFP.
La derrota contra el Numancia es una afrenta intolerable. Y no por el adversario, cuya afición animó sin desmayo durante todo el partido y que mantuvo su actitud amiga, compartida de manera generosa
con la del Real Zaragoza. Juan Antonio Anquela demostró que se puede jugar al fútbol en Segunda División, con hambre de balón y sensatez a la hora de atacar y defender. El tercer fracaso en la Romareda en este arranque de temporada significa que el equipo va a peor, que ha perdido la fe y que no sabe qué hacer con el esférico en sus pies. Conseguir solamente dos puntos en quince partidos es inaguantable, insoportable, inaceptable. Con unos errores defensivos atroces, una actitud en el campo muy poco profesional y la demostración inequívoca de que se han agotado las ideas completamente.
La agonía de la afición es tan injusta como imparable. Porque no veo capacitado a Herrera para aguantar el vendaval, ni a los jugadores con el suficiente carácter para levantar el vuelo. A Pitarch y compañía les puede aplastar la sombra de Agapito que oscurece cualquier acción que se intente llevar a cabo con una supuesta independencia que termina inevitablemente en la impotencia.

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