El sindicato de
futbolistas ha confirmado oficialmente la denuncia y ha hecho saber que, en
ningún caso, tolerará que se pongan en juego los derechos contemplados en sus
contratos, especulando con la posibilidad de realizar modificaciones
unilaterales por parte del club o posibles despidos con el fin de realizar
nuevas contrataciones a costa de ello.
Otra
vez en el ojo del huracán, siendo el centro de los comentarios del
fútbol español y en la víspera de un partido importante de cara a pensar
en el ascenso ante un rival que es el segundo en la tabla
clasificatoria.
Enero
es cruel con el Real Zaragoza, que se apunta al primer mes del año para
derribar las escasas aportaciones positivas de las semanas precedentes y
entrar en una dinámica de autodestrucción que parece imparable. Paco
Herrera debe estar tirándose de los pelos porque cada cosa que ocurre en
este club mina los cimientos que él ha intentado poner, con mejor o
peor fortuna, en el regreso a la Primera División.
Lamentablemente
toma cuerpo la fase de liquidación de la compañía, ante el silencio del
máximo accionista, la permanente audencia del supuesto presidente y el
deterioro implacable de la entidad que alcanza límites insospechados.
El
adiós a 2013 significa un paso más hacia la desaparición, un golpe más
al zaragocismo, la caída sin fin hacia el abismo. Nadie echa una mano
desde las Instituciones o desde el poder económico de la ciudad y la
Comunidad. Miran hacia otro lado, apartándose para que no les salpique.
Pero la afición, que siente todavía los colores y la historia del club,
no perdonará a quienes han dinamitado el Real Zaragoza ni a quienes lo
han permitido.
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