No pensaba que una jugada tan absurda, tan inesperada, fuera a marcar un partido de esa manera. Todo parecía señalar que el empate iba a cer...

No pensaba que una jugada tan absurda, tan inesperada, fuera a marcar un partido de esa manera. Todo parecía señalar que el empate iba a cerrar un mal encuentro con algunos detalles positivos del Real Zaragoza, pero que no terminaba de asumir la condición de necesario candidato al ascenso. La victoria era imprescindible para tener el derecho a seguir sufriendo y el empate no era suficiente. Pero daba la impresión que los hombres de Agné iban a ser incapaces de cerrar la primera vuelta con un triunfo lejos de la Romareda. A veces pasan cosas y hay que estar preparados para asumir que pueden ser buenas; como el penalty a favor señalado poco después de ese autogol de locura, que equilibraba el no pitado anteriormente y el tanto anulado a Dongou. Aunque al final siempre terminemos sufriendo con el contratiempo que supuso la expulsión de Marcelo Silva, más allá del tanto que acortaba distancias en el marcador con el reloj ya a cero...

Con más problemas que soluciones, en una competición muy abierta, el Real Zaragoza está allí a tan solo seis puntos del ascenso directo. Sin capacidad de maniobra en el caso de tropezar pero con las opciones intactas de llegar a la promoción y de allí, donde dios quiera. Pero habrá que tomar decisiones a la hora de plantear los partidos, de contar con los mejores jugadores y de hacer por lo menos tres fichajes solventes que permitan recorrer el durísimo camino que aún falta hasta llegar al final. El club ya debe saber dónde están sus carencias y cómo poner fin a tanta incertidumbre. Tanto en el plano deportivo, que no es satisfactorio, como en el ejecutivo porque no se define con claridad un liderazgo absolutamente necesario en la entidad. El proyecto no termina de concretarse y la afición necesita respuestas porque un club de fútbol sin gente a su alrededor no es nada, ni tan siquiera negocio.
Por eso comienza ahora, con el parón navideño, el momento de quienes dirigen el Real Zaragoza. Tomar las decisiones importantes, sin dejar a un lado las urgentes, pero con el punto de mira mucho más centrado en el objetivo. Que es un ascenso madurado, inteligente, independiente y definitivo. 

Escribo estas líneas regresando de Cádiz. Un viaje largo, molesto por la lluvia, decepcionante por lo visto en el emblemático Ramón de Carra...

Escribo estas líneas regresando de Cádiz. Un viaje largo, molesto por la lluvia, decepcionante por lo visto en el emblemático Ramón de Carranza y que se convierte en penitencia por lo que se aventura pueda ocurrir en un futuro. Se puede ser mejor o peor, tener buena o mala suerte, pero nunca rendirse y abandonar cuando las cosas se tuercen. Y no es la primera vez que veo señales de resignación esta temporada, lo que me preocupa profundamente de este equipo. Sin alma, sin capacidad de reacción, entregándose a la fatalidad y asumiendo la derrota. Sin compromiso ni carácter, vencidos ante cualquier contratiempo y derrotados der antemano sin oponer resistencia.

Supongo que Raúl Agné seguirá buscando el estímulo en los suyos, pero parece imposible. La moral de la tropa se ha perdido y el ejército se muestra cobarde eludiendo el combate. Otra cosa es la confección de la plantilla, escasa y desequilibrada, con jugadores que no dan la talla técnica o con demasiados problemas físicos para una continuidad necesaria. El portero titular es el suplente que la temporada pasada jugaba en Tercera División, la defensa es un cachondeo, el centro del campo ni crea ni contiene, y los delanteros no marcan. El equipo se deshace por los costados y tropieza por su núcleo, desbaratándose la calidad y el talento en la pobreza global de una plantilla que, visto lo visto, no está capacitada para luchar por el ascenso. Y para mantenerse, habrá que esperar a conocer cómo se desenvuelven en las cloacas de la categoría para evitar la vergüenza y la amargura intolerables de partirse la cara con el puñado de rivales del fracaso para no descender a Sergunda B. Que sería la sentencia de muerte para el Real Zaragoza, precipitado entonces a una desaparición inevitable.
En caída libre, así está el conjunto aragonés que está arrancando la fe de los corazones de miles de zaragocistas que empiezan a asumir que estos últimos años pueden ser el prólogo a una marcha sin fin por el desierto, en busca de una tierra prometida que parece ya un espejismo.

No es sencillo mantener la ilusión cuando la esperanza se quiebra y las fuerzas te abandonan. Dadas las circunstancias parece complicado que...

No es sencillo mantener la ilusión cuando la esperanza se quiebra y las fuerzas te abandonan. Dadas las circunstancias parece complicado que el Real Zaragoza se sume al ascenso directo. Y no porque no quede tiempo para ello, sino por la diferencia de nivel que se observa entre los mejores equipos de la categoría con respecto a los blanquillos. Da la impresión que se dispone de un once titular competitivo pero va a ser difícil mantenerlo de manera regular. Cuando no se lesiona uno, se caen dos de la alineación por molestias musculares, o falta un tercero por sanción. Y así no hay manera de mantener una velocidad de crucero que favorezca la continuidad de cara al regreso a la Primera División.

No es un problema solamente de entrenadores, que los hemos tenido de todo tipo estos últimos años, sino de confección del grupo y de continuidad en el proyecto. Es verdad que Raúl Agné parece más contundente y preparado para las adversidades que Luis Milla, conoce mejor la categoría que Popovic o tiene un talante más generoso que Carreras. Pero le falta plantilla y no le queda más remedio que solucionar lo urgente antes que dedicarse a lo importante, además de no tener capacidad de maniobra en caso de tomar decisiones equivocadas.
Perder en Getafe y conseguir un empate en la Romareda ante el Reus es muy poco botín para sumarse a la cabeza de la tabla. Y no podemos pensar que Zapater y Cani son las soluciones mágicas del Real Zaragoza, sino dos grandes aportaciones que necesitan de un grupo compacto a su lado para crecer. El equipo se desangra en defensa, no controla el balón en el centro del campo y sufre mucho para conseguir goles que signifiquen puntos.
El sábado juega el Real Zaragoza en Cádiz, un escenario simbólico que nos lleva a recordar un pasado mejor y mucho más agradable que el actual. Y un objetivo imprescindible para sumar la primera victoria fuera de la Romareda. Porque los cuatro puntos conseguidos hasta el momento son insuficientes para meter la cabeza incluso en los puestos de promoción.
Eso sí, lo que no se puede conseguir con talento debe obtenerse con más trabajo y un compromiso mayor. Poniendo sobre el terreno de juego la intensidad y el sacrificio digno del escudo que llevan cosido a su camiseta los actuales jugadores del Real Zaragoza.
El sábado volveré a la "Tacita de plata", donde no he regresado desde que jugó por última vez el Trofeo Ramón de Carranza. Todo ha cambiado mucho desde entonces, demasiado; la vida es peor desde hace una década y el futuro no augura nada bueno a corto plazo. Pero es el momento que nos toca vivir y, si es posible, disfrutar. Porque las cosas todavía pueden llegar a ser peores.

Es muy pronto para extraer conclusiones con respecto a la influencia de Raúl Agné en la plantilla. Un par de entrenamientos, dos charlas y u...

Es muy pronto para extraer conclusiones con respecto a la influencia de Raúl Agné en la plantilla. Un par de entrenamientos, dos charlas y una victoria en la Romareda. Hasta que no se cumpla un ciclo de varios partidos y se mantenga una dinámica en el tiempo, es poco prudente valorar su trabajo en el equipo. De todas formas se observó sobre el terreno de juego un orden, un posicionamiento táctico y una implicación que, desde el comienzo de liga, no se veía sobre el terreno de juego. La defensa es más segura con Fran y José Enrique en las bandas mientras Marcelo Silva y Cabrera se centran exclusivamente en mantener a raya a los delanteros en el eje de la zaga. Y Álvaro Ratón, aunque también es pronto para saber si es un portero de garantías o no, resolvió sin problemas y con mucho acierto los estertores ofensivos del Almería.
Rubén Gracia "Cani" es, sin duda, el faro que ilumina este equipo. El futbolista de mayor talento de la categoría y el que, por sí mismo, crea peligro en cualquier situación donde esté sobre el terreno de juego. Su ausencia ha sido fundamental estos últimos encuentros porque no tiene recambio y, si pesa su presencia, aún es más notoria su pérdida. Por eso hay que aprovechar para ganarlo todo mientras esté en condiciones de aportar su calidad porque la competición es muy larga y es muy posible que sufra problemas musculares que obliguen a reservarlo para evitar que se lesione.
Ángel sigue con su extraordinario trabajo que le otorga la titularidad indiscutible, mientras da la impresión que Manu Lanzarote, fundamental en este equipo, está mucho más implicado que antes. Y con ganas, es un futbolista del que se tiene una formidable dependencia a balón parado, que es como llegan la mayoría de los goles blanquillos.
Poner orden, causar respeto y decir las cosas claras son cosas que ya ha hecho Raúl Agné. Que también tiene una gran oportunidad de darse a conocer en un club de mucha mayor repercusión que los hasta ahora entrenados por el técnico aragonés. Habrá que dajarle trabajar y darle el suficiente aire para que pueda tomar decisiones y volver a llevar al equipo a las primeras posiciones de la tabla.
Mención aparte merece el público de la Romareda: entregado, favorable, implicado y sustancial en los momentos más difíciles. Algo que es decisivo para fomentar la idea de conseguir, por fin, el ascenso aunque ahora parezca todavía complicado.

No es fácil asimilar que antes de cumplirse el primer cuarto de la Liga el proyecto del Real Zaragoza se haya consumido en una hoguera que p...

No es fácil asimilar que antes de cumplirse el primer cuarto de la Liga el proyecto del Real Zaragoza se haya consumido en una hoguera que parece inextinguible. No son solamente los números, que le condenan a un fracaso absoluto, sino también las sensaciones. Los aragoneses somos capaces de alcanzar las más heroicas gestas, pero también de derrumbarnos cuando las circunstancias nos superan y el destino nos devora. Tenemos derecho a ello. Es verdad que el fútbol no es importante y se trata de un simple entretenimiento, que la vida tiene otras miras y que no merece la pena venirse abajo por algo tan intrascendente. Pero no es menos cierto que se trata de una sensación colectiva que une, que significa estrechar lazos de esperanza e ilusión que nos ayudan a superar lo más complicado de nuestra existencia. Y que la gente tiene derecho a reír, llorar, sentir y compartir anhelos.
Es completamente injusto que la afición haya vuelto a recibir el bofetón de competir en inferioridad. Con una plantilla corta que hace todavía más limitada el entrenador y con falta de carácter en algunos de sus elementos. Siempre he dicho que el trabajo es muy importante con el talento, pero cuando éste falta, se hace imprescindible. Y sin esfuerzo, implicación, amor propio y personalidad, un equipo sin apenas capacidad de ejercer intangibles como la brillantez no puede llegar al éxito.
Es pronto para elevar a definitivas estas apreciaciones, pero no me planteo especular con el futuro sino examinar el presente. Y es insuficiente, vulgar o anodino. Pese a su formidable historia el club no está para actuar como si fuera el Barcelona, el Bayern de Múnich o el Manchester United. Los medios de comunicación apenas tenemos acceso al equipo, reduciendo a la mínima expresión el contacto con los jugadores y cuerpo técnico. Ocultos como sombras esquivas, es muy difícil hablar y enterarse de nada de lo que rodea a la plantilla. Y eso lo padece el aficionado, alejado de algo tan suyo que pierde su sentido cuando no tiene el apoyo de su hinchada por el alejamiento de sus futbolistas.
La frialdad de la Romareda después de la derrota contra el Elche debería abrir los ojos de los dirigentes del Real Zaragoza y que tomasen decisiones sobre su futuro. Es encomiable el esfuerzo por reducir la deuda y convertir en ejemplar administrativamente la entidad y tiene un mérito formidable. Si además se construyese un equipo competitivo con sangre en las venas y unos técnicos con entusiasmo, sería la leche. Pero es lo que hay y habrá que seguir animando la tristeza de quienes no son capaces de emerger del vacío y la zozobra. Por mi parte no quedará el apoyo y la mano tendida, siempre accesible a la ayuda y al consuelo, aunque en ocasiones sea inmerecido.
Y ahí estamos, a la expectativa de lo que pase en Valladolid y las decisiones que se tomen.

Hace ya varios días, incluso semanas, que no me asomo a este balcón de opinión. Tengo tantos frentes que cubrir y suceden tantas cosas que n...

Hace ya varios días, incluso semanas, que no me asomo a este balcón de opinión. Tengo tantos frentes que cubrir y suceden tantas cosas que no llego a todo porque prefiero acudir a lo importante antes que a lo urgente. Pero me apetece entretenerme ante el teclado y reflexionar sobre los dos últimos encuentros disputados por el Real Zaragoza. Y me preocupa que se haya sacado pecho porque se puntúe ante el colista y se le reste importancia a sucumbir en Soria, un club de inferior potencial al blanquillo, de la manera que se hizo. O que Luis Milla diga que le sorprendió el estado de ánimo de sus jugadores en el vestuario después de empatar el Numancia en el último minuto de la primera parte. Cuando quedaban cuarenta y cinco minutos para seguir peleando para sumar la primera victoria fuera de casa de la temporada...

Me parece que es pronto para criticar indiscriminadamente a determinados jugadores de la plantilla, al entrenador o al director deportivo. Aunque al finalizar la temporada, si no se consiguen el ascenso, cada uno asuma sus responsabilidades. Pero la afición se pregunta por qué no tiene oportunidades Edu García, por qué se le exige tanto a Zapater, por qué se anula la capacidad creativa de Manu Lanzarote al colocarlo como asistente del lateral, por qué se le manda a la banda a Ángel o por qué no se recompone el centro del campo después de no haber funcionado en Tarragona ni en Soria.
Dos puntos de cuatro desplazamientos son muy pocos para asumir las posibilidades de ser candidato al ascenso. Y ceñir todas las expectativas a ganarlo todo en casa un error porque, además de ser imposible, no sería suficiente.
O sea que vamos a respirar todos tranquilos para aliviar penas y dolores, recuperar la calma y trabajar. Pero de verdad, asumiendo cada uno nuestras responsabilidades. Y sin escondernos en mensajes cruzados para confundir al zaragocismo. Que ya hace más que suficiente para crear un clima favorable para el equipo.

Está siendo un arranque de temporada con muchas expectativas, aciertos y fracasos, situaciones controvertidas y sorpresas de diferente inter...

Está siendo un arranque de temporada con muchas expectativas, aciertos y fracasos, situaciones controvertidas y sorpresas de diferente interpretación. Salimos disgustados del "Anxo" Carro después de regalar dos puntos para seguir degustando el liderato; no se trata de añorar el liderazgo, solamente que el primer desplazamiento fue una contrariedad por las opciones que se desperdiciaron en tan solo media hora de partido. Pero el domingo acude el Huesca a la Romareda y no parece un adversario sencillo porque los precedentes, aunque son muy escasos, no son positivos recientemente. Y además, la semana que viene llegará la primera eliminatoria de Copa, a partido único, que tampoco ha sido muy gratificante las últimas temporadas. Ver arrastrarse a un equipo seis veces ganador de este galardón en once finales resulta triste y doloroso.

Y entre col y col, lechuga. La historia de Sergio Gil y su fichaje por el Lugo tras renovar con el Real Zaragoza después de un culebrón veraniego muy desagradable, es casi de chiste. Y ha movido las redes sociales estos últimos días más aún que las dos llegadas al equipo aragonés que no han sido, ni mucho menos, espectaculares. Desconozco la realidad del andaluz Juan Muñoz y lo que puede aportar al equipo, espero que mucho más que Dongou cuando llegó como aportación necesaria al tipo de juego que deseaba implantar Lluis Carreras. Tampoco sé cómo llegará Frank Bagnack y lo que traerá otro joven futbolista procedente de la Masía, ahora en desuso para el Barcelona después de la llegada de Luis Enrique. Espero verles sobre el terreno de juego para ofrecer mi opinión sobre ellos y no adelantar acontecimientos sin conocimiento de causa porque siempre es injusto.
Todos tenemos prisa por conseguir el ascenso y posiblemente la plantilla no tenga el potencial esperado, el que hacía suspirar a la afición con la llegada de Cani y Zapater. La prudencia recomienda ir paso a paso, con mucha calma y apelando a la experiencia, que ya es importante para el Real Zaragoza en Segunda División. Un pozo del que parece imposible salir y que cada año es más profundo y con menos interés mediático, vulgarizando a una institución que fue un punto de referencia antaño y que ahora intenta regenerarse.
Mientras tanto, el domingo la vieja Romareda recibe un adversario peligroso en un llamado derbi que no lo es tal, porque los enfrentamientos son ocasionales y espero que accidentales de cara al futuro inmediato. Pero da la impresión que el equipo oscense es difícil de batir, sabe lo que tiene entre manos y va a resultar incómodo si los maños se vienen abajo a la hora de juego, que es algo que ha ocurrido durante la pretemporada y el arranque de competición. Y si Irureta mantiene su ansiedad, los laterales muestras su versión más vulnerable o son capaces en el centro del campo azulgrana de aburrir a Cani hasta hacerlo desaparecer.
En fin, amigos, que después del Huesca llegará la Copa con el Valladolid y enseguida el desplazamiento a Valencia para regresar al campo del Levante. Mucho trajín en un odioso mes de septiembre que siempre se venga de las vacaciones y hace más duro el regreso.