Volvemos a estar como al principio, envueltos en la decepción y sin la seguridad de llegar a conseguir nada si continuamos como hasta ahor...

Volvemos a estar como al principio, envueltos en la decepción y sin la seguridad de llegar a conseguir nada si continuamos como hasta ahora. Otra vez ha caído el Real Zaragoza en la Romareda demostrando que carece de gol, que no sabe resolver las adversidades y que está muy lejos de un ascenso directo que cada vez parece más intermitente y complicado. Es una putada que te marquen un absurdo gol incalificable para un equipo como el blanquillo en el primer minuto del partido; tampoco es de recibo que el "venido arriba" árbitro de la contienda, señale un penalti que pone los pelos de punta a cualquier aficionado que se precie. Todo eso es verdad, como también que excepto un rato en la primera parte, los jugadores no han sabido llegar al marco adversario con garantías de éxito de cara al gol y que el Valladolid haya jugado con absoluta comodidad, especialmente con los cambios introducidos por el técnico.
Cuando el Real Zaragoza encaja un tanto parece imposible remontar el partido y muy difícil empatarlo. Y mucho menos en casa, donde la fragilidad es alarmante como demuestran los resultados. Convendría darle una vuelta de tuerca a la idea de fichar un delantero que marque goles porque Ortuño ha vuelto a su escasa capacidad realizadora del comienzo de la temporada y Ángel no termina de encontrar su posición en el terreno de juego, excesivamente alejado del área adversaria. La entrada de Pedro en la posición de Diamanka solamente ha parecido tener cierto efecto en la primera parte, pero no hay quien sea capaz de recibir los pases de gol con garantía de éxito.
Otra vez parecía que podía pasar una semana jugando el equipo sin que marcase un gol y sin soluciones desde el banquillo. Estar en el filo de la navaja en busca de no encajar goles y así puntuar no es suficiente para ascender y no sé si para luchar por la promoción. En esta Segunda División tan vulgar e igualada no cabe la mediocridad y la falta de valentía.
La derrota de esta mañana es un importante paso atrás en la lucha por el regreso a Primera y me deja muy vacío sobre las expectativas de futuro. Es posible que sea por la mala leche que se me ha puesto por la derrota, pero es una reacción tan humana como lógica y que espero se vaya disipando a medida que pasen las horas.

Es evidente que el espectáculo del balompié no es simplemente disfrutar de la belleza del juego. Consiste en ganar, en trasladar nuestras ...

Es evidente que el espectáculo del balompié no es simplemente disfrutar de la belleza del juego. Consiste en ganar, en trasladar nuestras debilidades, tristezas y miedos, en un puñado de futbolistas que representan un escudo compartido por miles de personas. Trasladar la guerra diaria en pequeñas satisfacciones que podamos compartir con los demás. Porque la hermosura de un deporte que se atrinchera delante de su portería para evitar perder es algo que ni existe, ni existirá. Empatar para no perder es la negación del éxito en beneficio de compartir una mediocridad que, con suerte, nos dará el derecho de un ascenso que es más que una obligación para el Real Zaragoza.
El domingo, en Montilivi, vimos la otra cara de un equipo que anda muy justo de calidad, que no sabe a lo que juega y que encuentra en medio de otro grupo de equipos que juegan a lo mismo y que pretender estar cerca de la cabeza sin arriesgar. Por eso, el encuentro de hace unos meses en la capital gerundense que significaba el pase a la última eliminatoria de los play off, nada tuvo que ver con lo presenciado el sábado en Gerona. Allí era un partido a vida o muerte, donde no había nada que perder. Y la moneda cayó del lado del equipo que más arriesgó...
Era la tercera vez que volvíamos en un año natural al campo catalán. Allí vimos hace unos meses a Artur Mas, con su indeleble sonrisa dibujada en su rostro que parece tan postiza como una moneda de tres euros. Desde el mismo sorprendente lugar, en el tejado del estadio. Con vigas que hacen de separador, sin mesas para colocar los aparatos técnicos, sin luz cuando se hace de noche y las graciosas escaleras de mano que te dan acceso al "gallinero". Decena de metros de cable para enchufar a la linea de RDSI, la amabilidad de los compañeros de otras emisoras y de los propios empleados del club. El caso es que nada tiene que ver con los grandes estadios de Primera o incluso con algunos de Segunda. Porque el fútbol está roto también en instalaciones e interés. Cuatro mil personas para ver un partido y ya es un acontecimiento.
El fútbol es tan injusto como la sociedad porque forma parte de ella y un microcosmos formidable donde experimentar sensaciones, reacciones, emociones y frustraciones. Y debemos acostumbrarnos a la fealdad y aburrimiento de un juego que solamente se hace grande por la necesidad de compartir algo con los demás.
Bienvenidos a la realidad. Al fútbol sin belleza, como resulta casi siempre en la vida misma.

El Real Zaragoza está eliminado de la Copa del Rey. Se trata de un hecho inalterable y que significa un golpe moral a la historia del club....

El Real Zaragoza está eliminado de la Copa del Rey. Se trata de un hecho inalterable y que significa un golpe moral a la historia del club. Porque fue en la Romareda, en la primera eliminatoria donde intervenía el equipo y ante un adversario de menor cualificación histórica, deportiva, social y hasta económica. Si me apuran, hasta peor sobre el terreno de juego, aunque el partido se disputase a ráfagas y su calidad estuviera en entredicho durante gran parte de su desarrollo. Pero una vez asimilado el dolor y hasta la vergüenza, consiste en extraer lo positivo que nos deja dicho enfrentamiento. Que al final, la Copa iba a ser un lastre en el camino hacia el ascenso, que la afición respondió ante la mala fortuna del equipo y su entrega en la segunda parte, y que apareció un futbolista, Sergio Gil, que merece cuando menos el beneficio de la duda.
Porque las gotas de talento que se vieron anoche en la Romareda las proporcionó el canterano y fueron tan evidentes como alentadoras. No consiste en presionar más de lo debido al futbolista, ni que ahora le pille manía el entrenador por demostrar su capacidad. Solamente que se le concedan las mismas oportunidades que a otros futbolistas y que no las han aprovechado. En obtener un rendimiento para que el beneficio sea compartido y se eleve el nivel de calidad del equipo sobre el terreno de juego. Que se puede y se debe. Es en estos momentos cuando hay que aprovechar las cosas buenas que te deja la adversidad. Y ser receptivos e inteligentes para convertir la necesidad en virtud.
Ahora, sin la Copa, con la confirmación de Sergio Gil y un partido a la vuelta de la esquina, consiste en trabajar, hacer de tripas corazón, salir a por todas el domingo y ganar de manera contundente al Tenerife. Ni más, ni menos. Sin excusas ni paños calientes. En esta ocasión el choque ante los insulares significa una grandísima oportunidad de colocarnos arriba de la tabla para no dejar las posiciones de privilegio. Espero ver intensidad, ganas de tener el balón, contundencia en la zaga, creación en el centro del campo y resolutividad en punta. Y donde no llegue la calidad, que lo supla el amor propio y las ganas.

Sumar los tres puntos el sábado frente al Deportivo Alavés le va a costar la temporada a Jaime Romero. Una buena noticia empañada con un...

Sumar los tres puntos el sábado frente al Deportivo Alavés le va a costar la temporada a Jaime Romero. Una buena noticia empañada con un contratiempo muy grave que deja tocada la plantilla con uno de sus mejores hombres con rotura de ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha, esguince del ligamento colateral interno y rotura de menismo externo. ¿Qué pasará ahora? ¿Se podrá ascender sin Jaime?¿Se fichará otro futbolista? Su ausencia deja desamparado a un equipo con la moral frágil y en crisis. Una situación muy dura para un Real Zaragoza que no deja de encontrar obstáculos en su camino hacia la Primera División. A todo esto tenemos que añadir el esguince del ligamento colateral interno de la rodilla izquiera de Rubén que le tendrá dos meses de baja.
Volviendo al encuentro del pasado fin de semana, solamente acudieron 16.000 espectadores a la Romareda para presenciar un encuentro definitivo ante el Deportivo Alavés. De esos que lo único importante es ganar y que si lo haces, no tiene más repercusión que los tres puntos. Se jugó mejor en la primera parte, se mantuvo la puerta a cero y se marcó un gol que significó la victoria. Un triunfo necesario que mantiene las distancias con la cabeza pero que deja al equipo incrustado en la zona baja y rozando los números del descenso.
Si me preguntan si mejoró el Real Zaragoza, les diré que sí durante la primera media hora. Me gusta que Erik Morán esté por delante de la defensa y el desorden de Diamanka, que es capaz de hacer cosas diferentes en el centro del campo, dar un último pase e incluso disparar a puerta. También se implicó Ortuño que, además de marcar el gol, realizó un buen trabajo. Además no se encajó ningún gol, lo que cierra la sangría que en el primer mes de temporada penalizaba al equipo.
Los cambios obligados por las lesiones de Rubén y Jaime impidieron que Ranko Popovic propusiera otra dinámica en la segunda parte, donde se cayó el equipo y dio un paso atrás. No es que hiciera mucho el Deportivo Alavés pero se volvió a ver un equipo titubeante y que perdía el balón para refugiarse atrás, en busca de mantener el resultado.
Siendo positivos, el nuevo sistema le da un aire diferente al Real Zaragoza y podemos adivinar a qué juega, pero subyace el grave problema del gol, que es en estos momentos imposible de solucionar. Ángel y Ortuño tienen muy poco acierto y juegan siempre por separado. Yo les pondría juntos, utilizando un 4-4-2 para darle un aire más ofensivo al equipo y sin ceder un ápice en el centro del campo. Pero la única opinión válida y que importa es la del entrenador, que por eso es un profesional titulado y con experiencia, que se juega cada fin de semana su puesto. Este tipo de decisiones no son asamblearias ni deben proceder de la grada ni de la prensa.
En cualquier caso, las ausencias por lesiones (Mario, Pedro, Rubén, Marc Bertrán y Jaime) y por la jornada FIFA (Vallejo y Bono), dejan muy mermado al equipo de cara al próximo compromiso en el Carlos Belmonte, como ya le ocurriera a Popovic la temporada pasada. Y no solamente para la víspera del Pilar.
Veremos cómo se resuelve el enigma.

Lo intentó Ranko Popovic pero no consiguió darle la vuelta a una situación que sigue empeorando cada semana. El empate arrancado en Lugo no ...


Lo intentó Ranko Popovic pero no consiguió darle la vuelta a una situación que sigue empeorando cada semana. El empate arrancado en Lugo no es suficiente y demuestra que el Real Zaragoza es incapaz de ganarle a nadie esta campaña. A lo sumo, jugando bajo el amparo de su afición y en una remontada épica superado el tiempo reglamentado hace ya varias semanas contra el Almería. Y así no puede plantearse una temporada donde se ha tenido el tiempo suficiente para armar una plantilla en condiciones para asumir el reto del ascenso. Ahora ya no parece tan completo el grupo donde falta un delantero centro goleador al margen de mayor inteligencia en el centro del campo para construir un fútbol mucho más ofensivo.
Después de una semana donde las declaraciones se han producido sin la presión de los medios de comunicación y han sorprendido a la afición, solamente queda claro que existe un tremendo nerviosismo dentro del club y que hay diferentes líneas de opinion en el consejo. Encendió la mecha Ranko Popovic antes del encuentro ante el Córdoba discriminando a los zaragocistas de los anti zaragocistas entre la afición y la prensa local. Y ni el técnico ni el equipo dieron la talla contra los andaluces y los navarros. Fernando Rodrigo pecó de ingenuo tras la derrota contra Osasuna y Martín Gonzalez fue demasiado impulsivo al organizar una improvisada rueda de prensa donde casi ofrece su cargo al club sin una comunicación previa con sus directivos.
Todo se hubiera resuelto con un cambio de actitud sobre el terreno de juego de Lugo, con una victoria que animase de nuevo a la afición. Pero el equipo terminó pidiendo la hora en otro final de partido donde los cambios no mejoraron en absoluto lo que se vio hasta la segunda parte en el estadio gallego. Y con seis puntos de dieciocho no está ni el entrenador, ni la plantilla, ni el director deportivo, cualificados para sacar pecho o pedir paciencia.
En consecuencia y exigiéndoles a todos menos protagonismo en sus declaraciones, consiste en trabajar más y mejor. Mordiéndose la lengua y entrenando con un esfuerzo mayor y con una mente mas abierta para sumir los cambios que sean necesarios para ganar. Es decir, menos tonterías y mejores resultados de una vez. Que para broma, ya vale.

Lo intentó Vallejo al final del partido pero no estaba el horno para bollos. Se marchaba el equipo cabizbajo y hundido a los vestuarios y ...

Lo intentó Vallejo al final del partido pero no estaba el horno para bollos. Se marchaba el equipo cabizbajo y hundido a los vestuarios y el capitán zaragocista llevó a sus compañeros cerca de las gradas para saludar a la afición. La gente está cansada, harta y sin ganas de gestos. Dos derrotas son demasiado, más cuando son en la Romareda y mucho más si la ultima es contra Osasuna. El crédito se ha terminado, las gradas del estadio municipal ya ha encontrado al culpable y pronto, si no se da un giro copernicano, los silbidos no solamente irán contra Popovic sino contra el palco presidencial.
Después del partido de esta mañana el Real Zaragoza está ya a siete puntos del líder (sorprendentemente Osasuna) y asomado al descenso a Segunda B. Lo que significa un insulto y una afrenta al zaragocismo, que observa atónito el lamentable juego blanquillo que no ofrece ningún tipo de estructura ni de planteamiento. Ni con Pedro ni sin él, ni con Hinestoza y Jaime en las bandas, ni con Vallejo en el centro de la defensa, ni con la vuelta de Aria, ni con la presencia de Erik Morán. Ángel y Ortuño no dan sensación de peligro y apenas entran en juego. En definitiva, un desastre absoluto que no da la sensación de que se vaya a resolver por sí mismo; las cosas se joden solas pero nunca se arreglan solas. 
Estoy muy preocupado porque, si no se pone fin a esta sangría, nos vamos a caer con todo el equipo. Aún se puede reconducir la situación si se toman las medidas pertinentes. Sin que le tiemble el pulso al consejo de administración tome la decisión que tome. Pero no es momento de esconder la cabeza bajo el ala porque por sí misma la situación va a cambiar. Y ya es hora de que dejen de pintarnos la cara en la vetusta Romareda cualquiera de los equipos de Segunda que visiten nuestro estadio. Querámoslo o no, este Real Zaragoza está cayendo en picado. Y hay que evitar el descalabro.

Se han disputado solamente cuatro jornadas de Liga y ya estamos atravesando la primera crisis de la temporada. La Romareda pide la sal...

Se han disputado solamente cuatro jornadas de Liga y ya estamos atravesando la primera crisis de la temporada. La Romareda pide la salida de Ranko Popovic del club después de jugar su equipo un encuentro muy desafortunado en casa. La teoría de hacer fuerte el estadio municipal se ha vuelto a romper hecha añicos y otra vez el coliseo zaragozano parece una ubre maternal que amamanta a todo aquel que rodee sus labios en ella. Ni se juega al fútbol, ni se defiende, ni se crea, ni se ataca. El balón se entrega al adversario y se espera que la calidad de Pedro, la velocidad de Jaime o el oportunismo de Ángel signifiquen el gol del triunfo. O que de una jugada a balón parado alguien meta la cabeza con fortuna. Pero eso no ocurre siempre porque solamente cuando se juega bien al fútbol, a veces se gana.
Da la impresión que no hay un esquema definido de juego ni una idea concreta de cómo afrontar cada partido. Pero esto no es nuevo, porque ya ocurría con Victor Muñoz, Paco Herrera o Manolo Jiménez,  por poner los ejemplos más recientes de un banquillo que parece maldito. Como pasara la temporada anterior, parece que cualquiera de los adversarios tiene un sistema propio; mejor o peor, con más acierto o menos, pero que todos los futbolistas saben lo que tienen que hacer en cada momento.
Ya desde el principio se le entregó el balón a los andaluces, que fueron tácticamente mejores que los blanquillos sin ningún tipo de planteamiento coherente. Con cuatro hombres atrás y un doble pivote defensivo, apenas se evitaban las incursiones por las bandas y al contragolpe del Córdoba, que también eran superiores en los balones colgados. Esto dificultaba la creación en el centro del campo y dejaba únicamente a Rubén y Cabrera como pateadores sin que Ángel tuviera el más mínimo contacto con el balón y que fueran solamente un adorno Pedro, Jaime y Jorge Díaz. Un equipo vacío y sin salida de balón que se vino abajo con el tanto de Pedro Ríos que pasado el primer cuarto de hora ya ponía por delante a los andaluces.
En la segunda parte la salida de Ortuño, Erik Morán y Abraham le dio algo de control de balón y profundidad al Real Zaragoza, que no supo aprovechar sus ocasiones. También es posible que el Córdoba se desentendiese del balón y buscase llegar sin problemas con el triunfo al final del encuentro, pero la impresión que daban los blanquillos es que podían estar jugando tres días y que jamás obtendrían el premio del gol. Se terminó defendiendo el área propia, agotados los jugadores y sin capacidad incluso de intentar ganar por la heroica, como hace quince días. 
Es muy pronto para arrojar la toalla, para abandonar, para despedirse del ascenso. Pero habrá que trabajar sin descanso y reconocer los errores, dejarse de protagonismos y de actitudes personalistas. Poniendo exclusivamente como horizonte el Real Zaragoza con mayúsculas y en el único objetivo para el que todos estamos luchando, en la medida de nuestras posibilidades.