La Romareda no se le da bien al Real Zaragoza. Y me preocupa. Con la derrota de esta mañana ya van cinco, todas ellas con el mismo marcado...

La Romareda no se le da bien al Real Zaragoza. Y me preocupa. Con la derrota de esta mañana ya van cinco, todas ellas con el mismo marcador, sin conseguir un solo gol en todos esos encuentros. Después de hacer lo más difícil, vencer en Vallecas y encarrilar la eliminatoria de Copa en Valencia, el equipo ha sucumbido presa de sus propios errores. Y de la actuación arbitral, por supuesto, que permitió una dureza fuera de tono en los valencianos.
Es posible que si hubiera señalado penalty en el codazo de Navarro a Sapunaru el colegiado del encuentro, todo hubiera cambiado. Porque el defensa granota tenía que haber sido expulsado. Esa jugada ocurrió justo antes del terrible fallo defensivo que favoreció el gol del Levante. Achacable solamente a la falta de contundencia de los zagueros blanquillos.
También es cierto que el fondo de armario es insuficiente; no había un relevo para Carlos Aranda, habitualmente tocado después de jugar un partido completo. Tampoco ayudó que Loovens volviera a resentirse o que Pinter no pudiera aguantar sus moletias. Jugadores de cristal que obligan a recomponer una alineación que pocas veces se puede repetir.
El árbitro influyó en el marcador, el Levante ofreció una cara feroz, el cansancio hizo mella... pero tampoco se supo leer bien el partido en la primera parte ni enfrentarse de manera solvente a un rival que todo el mundo sabe cómo juega. Que la pasión y el dolor de una derrota no signifique que dejemos de ver la realidad de las cosas. Queda mucho trabajo por hacer y hay que atarse los machos para seguir en busca de la permanencia; hoy por hoy, el principal objetivivo del Real Zaragoza.

Veinticuatro horas después del triunfo en Vallecas, la sensación en el zaragocismo es todavía mejor que nada más finalizar el encuentro. S...

Veinticuatro horas después del triunfo en Vallecas, la sensación en el zaragocismo es todavía mejor que nada más finalizar el encuentro. Se ganó con autoridad y oficio en el campo del Rayo ofreciendo los mismos argumentos que los adversarios que se han llevado el botín de la Romareda. Es decir, sin preciosismo en el juego pero con una alta dosis de eficiencia.
Tal y como está la competición, el futuro se reduce al próximo partido y las expectativas a conseguir un triunfo que permite seguir viviendo con cierta tranquilidad. La Liga es así y de esta manera debemos entenderla. El romanticismo de antaño queda aplastado por la codicia sin límite de los clubes que han vendido su alma al diablo, poniéndose al servicio del dinero de las televisiones que no entiende de aficiones y alimenta la codicia de los vividores del fútbol.
Ahora, sin solución de continuidad, regresa la Copa. Con las dudas sobre las rotaciones, los cambios o la contundencia de la entrega. Jiménez se sumerge en las dudas sobre una competición de corto recorrido y de enormes satisfacciones en la hinchada, o en la búsqueda de una salvación con la tranquilidad de sumar puntos centrándose en la Liga.
De una manera u otra, lo importante es que hablamos de fútbol, saboreamos las victorias y volvemos a tener la tentación de sentir en el estómago el vértigo de regresar a otros tiempos con ilusiones diferentes a una permanencia sin agonía.

Reconozco que soy muy exigente conmigo mismo y que a veces espero demasiado de los demás. Es posible que sea hasta intransigente, cuando l...

Reconozco que soy muy exigente conmigo mismo y que a veces espero demasiado de los demás. Es posible que sea hasta intransigente, cuando la gran mayoría se conforma con pequeños éxitos o actitudes emocionales que a mi me no me parecen extraordinarias. Por eso, pasar a octavos de la Copa del Rey con una derrota favorecidos por el valor doble de los goles fuera de casa y empatar en Mallorca, no me parece una hazaña.
Jugar con un hombre menos por expulsión, acumular tres partidos en una semana por los caprichos codicioso de los operadores televisivos y los clubes, esclavos de sus contratos millonarios, son circunstancias atenuantes. Sin duda, como la propia necesidad de los adversarios tanto en Los Cármenes como en el Iberostar estadio.
Sé que este Rea Zaragoza está en proceso de construcción, que seguirá dando traspiés hasta que asegure su paso, pero me parece que la historia de este club está por encima de un presente que pretende borrar su pasado más inmediato muy deprisa. tanto, que a veces se cometen errores propios de la improvisación o de la precipitación.
¿Es suficiente el empate contra el Mallorca? ¿Vale su peso en oro? ¿O perdimos dos puntos en la capital de las Islas Baleares? Si ganamos en Vallecas será muy valioso, si perdemos en el estadio del Rayo, será muy poco. No podemos bajar los brazos ni conformarnos apelando a las decisiones arbitrales, lo apretado del Campeonato, que la Copa también la jugamos, que tenemos una plantilla muy escasa...
De momento, el resultado de Mallorca me deja tibio, sin el calor de los que piensan en la épica defensiva de ayer ni el frío de os que aseguran que dejamos escapar un triunfo vital. Sigo a la espera, sin hacerme ilusiones pero sin caer en el escepticismo. Con ganas de ver cómo dan la cara ante el equipo del ex zaragocista Paco Jémez y si realmente el grupo piensa en clave copera, con la convicción de que este año se puede hacer algo grande en esta competición.

Era de suponer. Ayer nos dimos un atracón de realidad. Seguiremos sufriendo hasta el final después de perder una magnífica ocasión para da...

Era de suponer. Ayer nos dimos un atracón de realidad. Seguiremos sufriendo hasta el final después de perder una magnífica ocasión para dar un salto de calidad en la Liga. Cuarta derrota en la Romareda que parece un lugar abonado para que cualquiera, sin más argumentos que nosotros, se lleve el botín con suma facilidad. Otro error defensivo penado con el gol, ese que nos persigue desde el comienzo de temporada; menos que otros años pero igualmente dañino porque nos sigue costando puntos.
Jiménez se equivocó y lo reconoció: la acumulación de delanteros no favorece el ataque ni es siempre definitivo a la hora de marcar. Y no se puede perder en diez minutos la exigua renta de un empate conseguida en ochenta. Una derrota que significa un reventón en la ilsión de una masa de seguidores que volvió decepcionada a su casa tras la estúpida noche de un lunes que jamás será de fútbol pese a que insistan los dueños de las imágenes, tomándole el pelo a la afición y llenándose los bolsillos hasta que destrocen el fútbol con su codicia.
El Real Zaragoza está acostumbrado a sufrir, a ganar de manera heroica y a sentir la necesidad de una presión que le obligue a mantenerse con vida. No padecer la ansiedad relaja los ánimos y limita la tensión. El cambio a la normalidad debe ser progresivo y costará un tiempo porque el sufrimiento de los seis últimos años pasa factura.
Ahora habrá que armarse de valor y salir a los Cármenes sin complejos. Sabiendo que se trata de otra competición y que tenemos todavía recorrido en ella. Y no lamentarse por haber perdido, sino alimentando las ganas de seguir adelante y de calmar el dolor de una derrota que debe servir de enseñanza para el futuro más inmediato.

No me gusta perder y no me hizo gracia que el Real Zaragoza cayese por 3-1 en el Nou Camp. Aunque el FC Barcelona sea el mejor equipo del m...

No me gusta perder y no me hizo gracia que el Real Zaragoza cayese por 3-1 en el Nou Camp. Aunque el FC Barcelona sea el mejor equipo del mundo y tenga al jugador más valioso de todos los tiempos. Una vez hecha esta salvedad, fue gratificante que el equipo no diera la impresión de estar vencido de antemano y entregase el partido ante el miedo que le podía imponer el adversario. Desde luego, no tuvo nada que ver con el cerrojo de Aguirre aunque se consiguiera una derrota mínima, ni con la imagen ofrecida con el 6-1 de 2009 solamente comparable al 6-0 del debut de José Aurelio Gay en el Santiago Bernabéu en una gélida noche de invierno imposible de olvidar.
Manolo Jiménez mantuvo su esquema de juego al margen de las bajas y hubo intensidad en la plantilla pese al tempranero gol de Messi. Es tremendo, el Barça disparó cuatro veces a puerta y marcó cuatro goles; se mantiene más alejados a los delanteros contrarios que en campañas anteriores pero son mucho más eficaces porcentualmente. Én fin, ya cambiará la trayectoria, porque este equipo tiene margen de mejora y se está trabajando bien en ello.
Ahora consiste en centrarse para los próximos partidos. En asumir que comienza otra liga, con la mirada puesta en cada encuentro y sin la necesidad de observar el pozo con vértigo. O lo que es peor, estar abajo, los colistas, como en un montón de jornadas los últimos años. Paso a paso, con humildad, con esfuerzo, con los mismos argumentos que nos han llevado a estar en la zona tranquila de la tabla con cinco victorias en doce partidos.
Ganarle al Celta no será fácil. Juegan bien, tienen un bloque sólido y un entrenador experimentado con mucho oficio. Pero la línea ascendente del equipo es un sólido cimiento sobre el que construir el futuro. La confianza en que se puede crecer debe tranquilizar a la plantilla que ya cree en sus posibilidades.
Habrá momentos difíciles, se perderán partidos, a veces tendremos la tentación de caer en la preocupación... las heridas están muy recientes y no han cicatrizado. Por eso hay que otorgarles el apoyo a la plantilla y al cuerpo técnico de cara a finalizar un mes de noviembre que, al contrario que los últimos años, puede ser benévolo y productivo.

Me sentí satisfecho por el ambiente que se respiraba en la Romareda antes del partido. La actitud de la plantilla y el trabajo de Jiménez f...

Me sentí satisfecho por el ambiente que se respiraba en la Romareda antes del partido. La actitud de la plantilla y el trabajo de Jiménez favorecían la confianza de un triunfo necesario. Ganarle al Deportivo era un trámite necesario para seguir luchando con ciertas garantías de tranquilidad y crecimiento esta temporada.
Zuculini, que en otros partidos fue importante para el equipo, tuvo una noche aciaga y sus dos errores marcaron el encuentro. Pero en vez de venirse abajo el equipo y enmudecer la afición, las gradas transmitieron el apoyo a sus jugadores que respondieron de inmediato. Y así llegó el 1-2 con una carga emocional formidable que presagiaba una segunda mitad de alto contenido futbolístico.
Es posible que la expulsión de Pizzi a los tres minutos de la reanudación marcase el resto del partido; es probable que el Deportivo se relajase después de ir por delante en el marcador y dejar constancia de su peligro al contragolpe. Pero no es menos cierto que la corriente que corrió por los jugadores era de la misma carga que la generada por el público, que siempre creyó en la remontada. Y de eso no hay ninguna duda.
Montañés se estrenó como goleador, lo único que le faltaba para completar su excelente arranque de temporada. Y Postiga marcó dos tantos, ratificando las magníficas sensaciones que le convierten en el gran referente ofensivo de este club. Y merece el cariño de una afición que sabe valorar la entrega y la calidad de un futbolista de sus características.
Por eso, además satisfecho, terminé ilusionado y con la seguridad que el futuro puede ser, poco a poco, más gratificante que estos tres últimos años con la zozobra de la cercanía del descenso. La capacidad de sufrimiento, de apoyo y de estímulo al equipo ha sido enorme y podemos haber construido, entre todos, un proyecto que ojalá sea estable y camine con paso firme.
Regresa la esperanza, con la debilidad de cualquier actuación sorprendente e interesada del máximo accionista que pueda perjudicar el cambio. Con la sombra de la duda producto de la experiencia, pero con la convicción que el sentimiento zaragocista está en su mejor momento y que volvemos a sonreir mirando, por lo menos esta semana, hacia arriba en vez de hacerlo con temor a los últimos puestos de la tabla.

Dicen que hay derrotas definitivas, humillantes, injustas, épicas y hasta honorables. Yo pienso que, al margen de la carga emocional o hist...

Dicen que hay derrotas definitivas, humillantes, injustas, épicas y hasta honorables. Yo pienso que, al margen de la carga emocional o histórica de perder una batalla, quien no consigue la victoria ha fracasado. Es un dato imparcial, científico y definitivo. Otra cosa son las sensaciones que forman parte de la comprensión colectiva de quien acude al degolladero y se resiste a morir. Las derrotas de Leónidas, Viriato o Palafox han sido valoradas por el valor de los contendientes pero la realidad es que fueron subyugados por un enemigo superior. Por eso, como dijo Jorge Luis Borges, "hay derrotas que tienen más dignidad que una victoria".
Todo esto viene a colación de la actuación del Real Zaragoza, que no mereció perder el sábado en el estadio Santiago Bernabéu por cuatro a cero. El planteamiento fue correcto, el fútbol mostrado por el equipo muy comprometido y las ocasiones de gol creadas debieron ser cristalizadas. Incluso el árbitro colaboró en el festival, ya que anuló un tanto a Postiga por fuera de juego que no lo era. Posiblemente las cosas hubieran sido de otra manera al aproximarse el equipo aragonés en sus mejores momentos de sobre el campo.
La afición merengue pitó a su equipo, se aburrió soberanamente durante el encuentro y a veces tuvo escalofríos al pensar que los blanquillos podían marcar un gol en cualquier momento. Y para el bien del fútbol nacional es impensable que pueda perder más puntos inesperados el Real Madrid. ¿Qué iba a ocurrir con los partidos del siglo, que se repiten hasta siete veces cada temporada?
La lectura global que se puede extraer de todo esto es que el fútbol español es una gran mentira y un negocio que se está explotando hasta poner en peligro su futuro económico. La diferencia entre los dos grandes y el resto es de tamaña magnitud, que el tercero ha terminado los dos últimos años a treinta puntos, se marcan más de cien goles por temporada y se consiguen más de cien puntos, convirtiendo el espectáculo en una lucha desalmada por superar cada temporada registros de Guiness.
Superado el dolor del 4-0, lo normal es que cualquiera caiga goleado excepto accidente, con la convicción que se hicieron bien las cosas en el Bernabéu, es de esperar que el Real Zaragoza supere la desagradable sensación de ser goleado ante millones de espectadores y se rearme con absoluta convicción para derrotar al Deportivo de la Coruña en nuestra particular liga por evitar el descenso.