El desarrollo de la pretemporada, con marcadores adversos y dificultades a la hora de traer las primeras opciones de la dirección deportiva,...

El desarrollo de la pretemporada, con marcadores adversos y dificultades a la hora de traer las primeras opciones de la dirección deportiva, se vio coronado con la primera derrota en Tenerife. Un partido de escaso interés donde solamente se compitió el primer cuarto de hora del encuentro. Las dos ocasiones de Borja Iglesias en el arranque del encuentro fueron un espejismo en un compromiso que se parecía todavía a los amistosos de agosto. Sigue la falta de consistencia en la zaga, los fallos individuales y colectivos a balón parado y la falta de creación ofensiva que hace todavía más débil el ataque blanquillo.
Entrenar al Real Zaragoza no es lo mismo que hacerlo en Reus y la experiencia es un grado. Se debe adquirir con el paso del tiempo, la reacción ante las adversidades y la propia capacidad de la persona. Natxo González sabe lo que quiere pero es posible que no tenga los efectivos que suponía y su plantilla es joven y sin recorrido en Segunda División, algo fundamental para aguantar una larga y complicada temporada. La presión ahí está, aunque la afición tenga muchísima paciencia y asuma la situación económica del club que impide luchar en igualdad de condiciones por los futbolistas deseados.
Mañana disputa su primer partido en la Romareda el Real Zaragoza en su quinta campaña consecutiva en el pozo, que parece hacerse más profundo cada año que pasa. Tampoco ayudan las declaraciones de la Fundación y de la entidad, que parecen excusarse de la falta de acierto de cara al ascenso o desear implicar a más gente en esta travesía por el desierto. Gobierno de Aragón y Ayuntamiento de Zaragoza han sido citados expresamente, sobre todo la Corporación Municipal, abriéndose una pequeña crisis que la mayoría de los aficionados no entienden.
Es verdad que el estadio está prácticamente en ruinas, que se necesita una remodelación profunda y seguramente un cambio en la idea de explotación de las instalaciones. Y eso sería bueno para el Real Zaragoza, la ciudadanía y el Ayuntamiento. Y tendrían la obligación de llegar a acuerdos dejándose de actitudes personalistas y nada dialogantes.
De momento habrá que luchar en el plano deportivo y hacerlo hasta la extenuación para ganar el primer partido en casa, sumar tres puntos vitales para continuar enganchados a la ilusión por el ascenso.
Por eso, dudas y expectativas a escasas horas del debú en el coliseo zaragozano.

Dicen que "no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista". Pues bien, nuestro aspecto físico ya es deplorable por el suf...

Dicen que "no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista". Pues bien, nuestro aspecto físico ya es deplorable por el sufrimiento continuado y la única buena noticia es que la temporada ha terminado. Eso sí, rasgado el espíritu zaragocista, empeorando los peores registros históricos en Segunda División y con una sensación de amargura y tristeza que raya en el abandono. Como todo es susceptible de empeorar, la gran mayoría de los aficionados no piensa que esta temporada vaya a cambiar la tendencia. Con un director deportivo nuevo (poco ha podido hacer hasta ahora Lalo después de la terrible herencia otorgada por Narciso Juliá), un entrenador como González, con escasa experiencia en Segunda División y que ojalá pueda superar la presión de una ciudad como Zaragoza, y una plantilla totalmente renovada sin nombres de relumbrón. Como señalan las estadísticas los equipos que suelen ascender son los que mantienen durante dos o tres temporadas el bloque deportivo. También es verdad que con el actual grupo humano hemos estado a punto de descender. O sea, que será de obligado cumplimiento cambiar hasta el agua de los jarrones...
Cuando se vio empujado Agapito Iglesias a vender por un euro el Real Zaragoza y desapareció del club, comenté que lo peor de las guerras era el periodo posterior hasta que se consiguen restañar las heridas. Porque es mucho más sencillo juntar voluntades, odios y fobias contra el gran enemigo, que unirse las diferentes familias vinculadas, de una u otra forma, a la construcción de un nuevo proyecto. Y no me he equivocado porque vamos a afrontar la quinta temporada consecutiva en Segunda División y con solamente una opción de ascenso, la de hace dos temporadas en Las Palmas con Popovic. De esa plantilla, que entonces no nos parecía buena, a la que termina esta campaña hay un abismo. Siete derrotas en la Romareda en Segunda es una afrenta intolerable. Una mácula que jamás será borrada de la historia del Real Zaragoza. Una losa difícil de levantar por los nuevos que vengan ya que la estadística cubrirá los fallos que puedan tener.
He echado de menos una disculpa, que alguien asuma el esperpento de esta temporada. Y que no se haya planteado un objetivo claro, diáfano, concreto. Y al margen de negocio y espectáculo, el fútbol es también sentimiento. La gente elige todavía los partidos del Real Zaragoza en España para verlos a través de la pequeña pantalla. Pero por el recuerdo de lo que este club fue en el pasado y porque las demás expectativas tampoco son para tirar cohetes. La temporada pasada, después de la catástrofe de Palamós, se salvaron los muebles mediáticamente con las llegadas de Zapater y de Cani. Ahora resultará complicado conseguir algo que pueda ilusionar de nuevo al zaragocismo.
La persiana ya está cerrada. Veremos lo que nos encontramos cuando se abra el 10 de julio.

La amistad es un bien poco valorado y que se otorga de manera gratuita. Significa respeto, comprensión, proximidad y también distancia. Por ...

La amistad es un bien poco valorado y que se otorga de manera gratuita. Significa respeto, comprensión, proximidad y también distancia. Por eso y de manera voluntaria, he querido estar al margen de esta aventura asumida con responsabilidad y acierto por César Lainez. Otras personas, con menos relación con el entrenador del Real Zaragoza que yo, hubieran aprovechado para intentar conocer el ambiente del vestuario, la trastienda del club, lo que hay debajo de las alfombras e incluso las alineaciones antes de los partidos. Por supuesto que no lo hubieran conseguido, porque César es un profesional de los pies a la cabeza y una persona sensata. Que ha realizado un formidable trabajo al frente del equipo en unos momentos trascendentales para la continuidad del club y cuya labor jamás será reconocida como se merece.
"Dejo salvado al equipo de mi vida", afirmó el domingo en la sala de prensa. Y tiene razón. Él ha levantado trofeos, ha sufrido el descenso de categoría y ha conseguido el retorno a Primera División como futbolista. Y de cada uno de sus éxitos, aunque entonces pareciera de menor valor abandonar la categoría de plata, ha extraído conclusiones que le han permitido fortalecer su espíritu y domar su carácter. César es un zaragocista de los pies a la cabeza, dos veces campeón de Copa y campeón de la Supercopa de España. Pero también elemento fundamental en un ascenso y humano hasta su expresión más brutal cuando la emprendió a golpes con un par de estúpidos aficionados del Villarreal que se mofaban del fracaso blanquillo. Un episodio del que enseguida se arrepintió y pidió perdón con humildad.
Comprendí pero no compartí sus declaraciones después del partido contra el Rayo: "la fortuna de la Romareda es que solo me quedan dos partidos en el Zaragoza". Lo que la gente no sabía es que unos imbéciles habían estado increpando durante todo el partido al entrenador blanquillo como si él tuviera la culpa de tener una plantilla de exfutbolistas, novatos o físicamente blanditos que, evidentemente, él no había confeccionado. Sé que no es fácil aguantar a este tipo de individuos, forofetes con derecho a insulto, porque con su edad yo también era propenso a la cólera y con un genio demasiado vivo. César tiene derecho a experimentar este tipo de reacciones y aprenderá a transformar la ira en calma interior para superar la tensión provocada por los tontos de baba.
Espero que el Real Zaragoza llegue a compensar la intensidad del trabajo de César porque tiene un gran futuro como "hombre fuerte" en el club. Sabe de fútbol, tiene una formación de un gran nivel, es capaz de gestionar los recursos humanos de un vestuario y siente el Real Zaragoza como pocos. Por eso me da miedo que le releguen a un plano inferior y que no cuenten con él como el profesional independiente que llama a las cosas por su nombre sin tener que mendigar un puesto de trabajo para comer.
Recuerdo con mucho cariño las transmisiones que hemos compartido durante años en Aragón Radio, su timidez al principio y su capacidad de expresión al final de su trayectoria como un comentarista de altísimo nivel. Sobre todo cuando, rememorando a mi admirado Darth Vader, le decía con la voz del maravilloso villano del lado oscuro de la fuerza: "emperador, soy tu padre". Momentos inolvidables de un pasado que ya jamás se volverá a repetir pero que nos indican que debemos aprovechar cada segundo de nuestra vida como si fuera el último. Incluso en los instantes de mayor sufrimiento se puede apelar al humor y adornar con una sonrisa el rostro.
Gracias, César, por tu trabajo y dedicación. Quédate con lo mejor de esta intensa etapa y afronta con ilusión cualquiera de los retos que te proporcione la vida. Como dijo Ildo Maneiro, fugaz entrenador del Real Zaragoza hace veintisiete años, "lo que hoy parece una tragedia mañana será una mera anécdota".

Faltan cuatro jornadas de Liga para terminar la temporada y todo puede pasar. Por abajo la gente se va despabilando y se consiguen resultado...

Faltan cuatro jornadas de Liga para terminar la temporada y todo puede pasar. Por abajo la gente se va despabilando y se consiguen resultados que nos perjudican porque el descenso a Segunda B es un castigo terrible. Y la desaparición para el Real Zaragoza, por poner un ejemplo claro de lo que nos estamos jugando. El encuentro del viernes parece demasiado lejano y en él se dieron las circunstancias habituales que están empujando al club al abismo: la falta de recursos físicos en la plantilla, su lamentable configuración, el nerviosismo a medida que el partido avanza y la mala fortuna. Porque a los perdedores siempre les resulta esquiva la suerte y no es de recibo encajar tantos goles en los últimos instantes de los partidos que provocan pérdidas de puntos insoportables.
Nadie podrá decir nunca que la Romareda se ha rendido o no se ha volcado en apoyar a los suyos. Pero ni aún así se mejora una racha irregular que hace del viejo coliseo zaragocista un lugar favorable para cualquiera. La sangría de puntos en casa es terrible, más aún cuando hablamos de Segunda División y de equipos cuya trayectoria en esta liga, no ya en su historia, ofrece un equipaje pesado. El estadio parece en ruinas en cuanto a su aspecto exterior e interior, y un lugar de fácil saqueo para cualquier equipo que llegue sabiendo las inmensas carencias de esta plantilla. No hubo tantas diferencias entre un candidato al play off y otro que se debate en salir de las profundidades. Que la liga sea tan barata, que la promoción sea tan débil en cuanto a calidad y proyeccción de futuro, aún hace más agónico el paso del Real Zaragoza por esta categoría.
El Real Zaragoza tiene la necesidad de tres o cuatro puntos en las últimas jornadas de Liga. y no sé dónde va a poder conseguirlos. Llegar hasta aquí de esta manera es agotador y que el premio, en el mejor de los casos, sea otro año más en Segunda teniendo que cambiarlo todo con urgencia para afrontar la próxima temporada, parece una pesadilla.
No lo sé, empieza una semana muy dura de nuevo, con el cansancio arrancando las escasas esperanzas de un final tranquilo.

Salir derrotados del campo municipal de Reus fue un golpe inesperado. Sin desmerecer al equipo catalán, que también se jugaba la permanencia...

Salir derrotados del campo municipal de Reus fue un golpe inesperado. Sin desmerecer al equipo catalán, que también se jugaba la permanencia, parecía que las posibilidades de conseguir un marcador favorable eran elevadas. Se venía de una buena primera parte ante un equipo superior como el Getafe que aprovechó sus ocasiones para remontar. Se pudo, incluso, empatar en los segundos finales y la moral no se quebró pese a la derrota. Quedaban balas en la recámara y el disparo en tierras tarraconenses debía ser certero pero el tiro salió por la culata. Y nos dejó tocados y estremecidos, con la realidad otra vez pisándonos los talones y el descenso como una posibilidad que se presentaba como posible.
El cambio de sistema con la inclusión de Samaras no funcionó aunque el griego se comprometió durante todo el partido e hizo lo que pudo. Pero Ángel no estuvo afortunado, las bandas no ocasionaron peligro, el centro del campo no creó juego y la defensa falló otra vez más de lo permisible. Mal partido, solamente un par de ocasiones a favor y un equipo adversario que táctica y físicamente sabía lo que hacía aunque sin calidad ni pegada.
Superado este triste episodio, de cara al próximo compromiso en el coliseo zaragocista, no tengo ninguna duda sobre la respuesta de la afición el viernes en el crucial partido contra el Cádiz. Veo a la gente en los desplazamientos, en la Romareda, por la calle. Leo sus opiniones en las redes sociales, hablo con ellos. Jóvenes y mayores, hombres y mujeres, eruditos y gente sencilla. El poso de los seguidores zaragocistas es de un calado profundo, sin reticencias ni tonterías. Existe una pena muy honda, una insatisfacción evidente, un dolor insoportable. Pero el viernes se concentrarán con toda la ilusión que puedan compartir con los que estén a su lado para colaborar en un triunfo necesario, agónico, dramático. Escribo estas lineas de noche, ya el 10 de mayo. Cuando se cumplen veintidós años de la mayor gesta zaragocista de su historia. Y cuando ahora nos arrastramos por la peor época de los últimos setenta años del club. Jamás pensé en que esto, lo que estamos sufriendo los últimos años, pudiera ocurrir. Ni que llegaría a celebrar una victoria con tantos deseos como esta. Pero es lo que nos ha tocado vivir y debemos asumirlo y superarlo. Y cuando se consiga, pedir explicaciones y exigir los cambios profundos y necesarios que se precisan para no continuar en el infierno.

Sexta derrota del Real Zaragoza en la Romareda, que ha dejado de ser desde hace varias temporadas un emblema para degustar las victorias del...

Sexta derrota del Real Zaragoza en la Romareda, que ha dejado de ser desde hace varias temporadas un emblema para degustar las victorias del conjunto aragonés, para convertirse en un agujero por donde se escapan las ilusiones de una afición más comprensiva que nunca. Fue especialmente emotivo que los cerca de veinte mil aficionados blanquillos animasen a Ángel cuando falló un remate en el minuto 93 que podría haber significado el empate. Un objetivo menor pero suficiente para mantener la ilusión en cerrar cuando antes la herida de una temporada decepcionante. Si hemos de buscar algo positivo en esta década ominosa, quizás lo encontremos en la complicidad de una hinchada que asume su condición y que lucha con generosidad al lado de su equipo. Cambiante, sin criterio, sin metas a corto plazo y que convive con la amenaza permanente de su desaparición.
César Laínez ha sustentado su liderazgo en el sentido común, el cambio táctico y la normalidad a la ora de asumir sus compromisos. Dentro de la tremenda exigencia que él mismo se ha impuesto, sin que necesite ningún estímulo exterior o de dentro del propio club para capitanear un ejército quebrado emocionalmente y sin fuerzas para llegar al final de cada batalla. Pero él no hace milagros ni es capaz de cambiar la realidad. El Getafe dispone de una plantilla más amplia, de jugadores de mayor calidad, de un entrenador que ha impuesto un sistema propio de Segunda División para luchar para el ascenso y de una situación económica más favorable. Y que, pudiendo ceder finalmente un punto, se llevó los tres porque en la segunda mitad fue claramente superior. Por sus méritos o por el miedo escénico y la escasa fortaleza de los jugadores locales.
Ahora queda el resto de los capítulos de esta historia. Donde habrá que sumar los tres puntos de Reus, un equipo recién ascendido y que fue revelación en la primera vuelta. Cuyo entrenador parece que es el candidato al banquillo zaragocista y que puede quedar aún más abajo que el Real Zaragoza. Y luego, otros adversarios que serán todavía más complicados y que cada partido harán más tenso el ambiente y necesario el triunfo. Porque por abajo se están desperezando y los de arriba tienen más recursos que nosotros para ganarnos en su terreno de juego en la propia Romareda.
Así las cosas solamente resta entregarse a fondo en cada uno de los compromisos como si fuera el último. Y cuando termine la temporada, con la seguridad de disputar la quinta temporada consecutiva en Segunda División, hacer de una puñetera vez las cosas bien para intentar competir por el ascenso y regresar de donde jamás debimos partir.

Gol a gol, paso a paso. Dejando la portería a cero y sufriendo como perros. El premio es tan indigno como la realidad actual del Real Zarago...

Gol a gol, paso a paso. Dejando la portería a cero y sufriendo como perros. El premio es tan indigno como la realidad actual del Real Zaragoza pero tan importante como para no desaparecer y tener opciones a construir una plantilla competitiva para la próxima temporada. Ganar a dos equipos que luchan por evitar el descenso es difícil porque la necesidad iguala a todos en el momento de la supervivencia. Dos goles, seis puntos y una distancia ya equidistante de la promoción y del descenso. Llegando al final con la "reserva", sin apenas combustible en el depósito. Y lo más importante, dejando de cometer errores que penalicen de manera irreversible el marcador final.
Se ganó en la Romareda al Mallorca, cuyo futuro a nivel institucional es terrible si tenemos en cuenta la falta de apoyo de la afición bermellona, el estado de profundo deterioro de la entidad y sus escasas posibilidades de encontrar soluciones válidas a corto plazo. También se sumaron los tres puntos en Anduva, donde Pablo Alfaro se jugaba a cara o cruz una de sus últimas ocasiones para evitar el descenso. Con sufrimiento, pidiendo la hora, con marcadores muy ajustados... Es verdad, pero no es menos cierto que la apariencia de peligro es más producto de nuestra desconfianza que real sobre el terreno de juego.
César ha conseguido darle un punto de sensatez y coherencia al equipo, ordenando tácticamente a sus futbolistas sobre el terreno de juego y evitando poco a poco el exceso de nervios en los agónicos minutos finales. Habla con claridad, impone desde el sentido común y ejerce de líder. Sabe expresarse ante los medios de comunicación y tiene muy claro que desea ser un hombre de club, por encima del paso de los entrenadores. No merece ser uno más, utilizado hasta que se sumen tres o cuatro derrotas para seguir devorando el club técnicos y proyectos. Con César como un puntal dentro del cuerpo técnico, el trabajo que ya está desarrollando Lalo Arantegui y tiempo suficiente para organizar de una vez la confección de una plantilla competitiva, los errores de los últimos años no tienen que volver a producirse.
Eso sí, aún está latente la amenaza económica y que ha pasado a un segundo plano de la actualidad a causa de la caída provocada por la insistencia en no cesar a Raúl Agné cuando se marchó, alabado sea Dios, Narciso Juliá. Que no es moco de pavo y va a exigir tomar decisiones a los miembros del consejo de administración. Por encima de egos, personalismos o intereses propios de cada uno. Allí es donde se tienen que dirigir sus esfuerzos y dejar trabajar a los profesionales del balón redondo en su parcela.