Gol a gol, paso a paso. Dejando la portería a cero y sufriendo como perros. El premio es tan indigno como la realidad actual del Real Zarago...

Gol a gol, paso a paso. Dejando la portería a cero y sufriendo como perros. El premio es tan indigno como la realidad actual del Real Zaragoza pero tan importante como para no desaparecer y tener opciones a construir una plantilla competitiva para la próxima temporada. Ganar a dos equipos que luchan por evitar el descenso es difícil porque la necesidad iguala a todos en el momento de la supervivencia. Dos goles, seis puntos y una distancia ya equidistante de la promoción y del descenso. Llegando al final con la "reserva", sin apenas combustible en el depósito. Y lo más importante, dejando de cometer errores que penalicen de manera irreversible el marcador final.
Se ganó en la Romareda al Mallorca, cuyo futuro a nivel institucional es terrible si tenemos en cuenta la falta de apoyo de la afición bermellona, el estado de profundo deterioro de la entidad y sus escasas posibilidades de encontrar soluciones válidas a corto plazo. También se sumaron los tres puntos en Anduva, donde Pablo Alfaro se jugaba a cara o cruz una de sus últimas ocasiones para evitar el descenso. Con sufrimiento, pidiendo la hora, con marcadores muy ajustados... Es verdad, pero no es menos cierto que la apariencia de peligro es más producto de nuestra desconfianza que real sobre el terreno de juego.
César ha conseguido darle un punto de sensatez y coherencia al equipo, ordenando tácticamente a sus futbolistas sobre el terreno de juego y evitando poco a poco el exceso de nervios en los agónicos minutos finales. Habla con claridad, impone desde el sentido común y ejerce de líder. Sabe expresarse ante los medios de comunicación y tiene muy claro que desea ser un hombre de club, por encima del paso de los entrenadores. No merece ser uno más, utilizado hasta que se sumen tres o cuatro derrotas para seguir devorando el club técnicos y proyectos. Con César como un puntal dentro del cuerpo técnico, el trabajo que ya está desarrollando Lalo Arantegui y tiempo suficiente para organizar de una vez la confección de una plantilla competitiva, los errores de los últimos años no tienen que volver a producirse.
Eso sí, aún está latente la amenaza económica y que ha pasado a un segundo plano de la actualidad a causa de la caída provocada por la insistencia en no cesar a Raúl Agné cuando se marchó, alabado sea Dios, Narciso Juliá. Que no es moco de pavo y va a exigir tomar decisiones a los miembros del consejo de administración. Por encima de egos, personalismos o intereses propios de cada uno. Allí es donde se tienen que dirigir sus esfuerzos y dejar trabajar a los profesionales del balón redondo en su parcela.

No parece posible que en esta segunda división marcar dos goles fuera de casa no te aseguren la victoria. Y menos ante uno de los equipos qu...

No parece posible que en esta segunda división marcar dos goles fuera de casa no te aseguren la victoria. Y menos ante uno de los equipos que luchan por evitar agónicamente el descenso, y haciéndole los dos tantos en los primeros ocho minutos de partido. El equipo es débil físicamente y se resguarda en las proximidades del área porque no puede aguantar el ritmo de competición. Algunos jugadores apenas tienen fuerzas para llegar al descanso y el pánico les impide pensar. Por eso se producen errores de concentración, se echan atrás para defender lo mucho o poco que hayan conseguido y se termina con una agonía en el cuerpo que invita a la desmoralización. Consiste en resistir como se pueda, luchando en inferioridad de condiciones por una terrible falta de previsión en la pretemporada que provocó una lamentable puesta a punto de los jugadores. Algunos de los cuales se fichó conociendo que suponían un riesgo importante de lesiones y falta de ritmo de competición.

Las ausencias de Cabrera y Lanzarote se notaron demasiado el domingo en el estadio de los Juegos Mediterráneos, especialmente la del defensa uruguayo qué obligó a César a conformar una defensa de circunstancias y muy poco fiable, que se desangraba por los costados. Para colmo se vino abajo Javi Ros, Cani desapareció sobre el terreno de juego y la capacidad de creación y de contención de los blanquillos hizo aguas de manera alarmante. Álvaro Ratón está nervioso y seguimos teniendo un grave problema en la portería que nos mantiene entre los tres equipos más goleados de la categoría.
El momento es grave y difícil, a diez puntos de la permanencia y con puntos tan trabajador y sufridos como insuficientes para disminuir el nivel de preocupación por la permanencia. Un objetivo que podrá parecer menor pero que ahora es tan real como complicado. No se trata ya del trabajo a destajo del tercer entrenador esta temporada, buscando corregir los tremendos errores de sus predecesores y de la dirección deportiva. Tampoco del grado de interés y de implicación de la plantilla, que en general es positivo. El problema es que no pueden con su alma y que la última media hora de cada encuentro es una agonía. Que el equipo lo sabe y los adversarios también, aprovechando la caída en picado de unos jugadores.
En estas circunstancias lo único que hay que hacer es apretar los dientes, cerrar los puños, dejarse el alma y apelar al talento quienes lo posean. Dar un paso adelante aunque no se pueda más, encomendarse a la Divina Providencia o aprovechar la oleada zaragocista de La Romareda para cerrar los partidos en casa.
No va a ser fácil pero tampoco es imposible. Consiste en no cometer errores y aprovechar en los que incurran los demás. Y luchar por la supervivencia, que anestesia el dolor y provoca un subidón de adrenalina capaz de superar las condiciones más adversas.

Estamos acostumbrados a pensar cuando se consigue una victoria que, a partir de ese momento, cambiarán las cosas. Esta temporada no ha ocurr...

Estamos acostumbrados a pensar cuando se consigue una victoria que, a partir de ese momento, cambiarán las cosas. Esta temporada no ha ocurrido así y, por ejemplo, después de los triunfos ante el Rayo Vallecano, Huesca y Numancia, daba la impresión que la caída se detendría; aunque fuera exigiendo un fuerte golpe contra las piedras del abismo. Y ha sido al contrario porque la decepción y el fracaso han acompañado cada atisbo de éxito hasta terminar reconociendo el zaragocismo que el objetivo de esta temporada era evitar el descenso a Segunda B. Una vergüenza intolerable, un espantoso ridículo, insoportable para los 85 años de historia que recientemente ha cumplido el club. Pero vivimos en el presente y la situación actual nos ahoga, pensando incluso en que no habrá un mañana.

Elche ha podido ser el punto de inflexión necesario para que las torcidas líneas del destino puedan escribirse rectas por la constancia y el cambio. Creo que la decisión de cesar a Raúl Agné tenía que haberse tomado al mismo tiempo que la salida de Narciso Juliá. Ambos han limitado el presente de un club que jamás había sido tan pequeño y tan vulnerable. No acertaron los propietarios del club seguramente para evitar equivocarse todavía más, sin admitir que un club de fútbol nada tiene que ver con una empresa convencional. La ilusión, el sentimiento y la emoción están por encima del éxito económico aunque los accionistas de la compañía hayan arriesgado su dinero para conseguir un beneficio. Pero ambas cosas pueden coexistir si no se refugian en su cúpula inabordable donde los palmeros buscan su negocio mintiendo a sus amos y los empleados no tienen más remedio que aguantar carros y carretas para proteger su generosa retribución económica.
De ahí viene cerrar las puertas de los entrenamientos, intentar (sin éxito) hacer del club un medio de comunicación a través de su web y de alejar lo más posible a la prensa y a la afición de la entidad. Es cierto que hay buenos, regulares y malos periodistas; medios proclives y antagónicos, incluso independientes,  y un reducido número de seguidores cuya actitud es totalmente reprobable como en todas las aficiones del mundo. Pero aquí pagan justos por pescadores y se utiliza la máxima de "café para todos". Y eso termina pasando factura incluso en quienes han sido contemplativos y nada beligerantes.
En fin, que me alegro de que César Lainez haya dado un paso adelante advirtiendo que su paso es provisional ya que su cometido es la formación. Y que le falta el recorrido necesario como entrenador porque no ha tenido tiempo para ello. Pero es inteligente, constante y no tiene miedo a equivocarse porque los errores forman parte de nuestro aprendizaje. Por eso, como mínimo, hay que concederle el beneficio de la duda e incluso la confianza que merece por su trayectoria. Se trata, simplemente, de una cuestión de fe.

No pudo ser un aniversario más cruel y despiadado. Se cumplían 85 años de la fundación de un club con raíces centenarias y con el deseo de s...

No pudo ser un aniversario más cruel y despiadado. Se cumplían 85 años de la fundación de un club con raíces centenarias y con el deseo de sumar tres puntos que nos acercaran a la salvación de un desastre que cada vez se hace más presente en la afición zaragocista. Fue un final indigno, impropio de un equipo que debería luchar por evitar su fractura en mil pedazos. Si fue inexplicable la actitud del meta del Sevilla Atlético regalándole el gol del empate al Real Zaragoza y provocando después de su expulsión, no hay quien pueda entender que se perdiera un partido de forma tan increíble y grosera. Cuando se tenía que remontar el resultado adverso ante un puñado de chavales, cuando las gradas estaban animando sin parar, cuando había un futbolista de campo defendiendo su portería con el rostro atemorizado, se encajó el tanto de la derrota.
Absurdo, vergonzoso, humillante e impropio en un escenario donde se han librado batallas épicas y donde el deshonor corroe ahora sus cimientos. En una Romareda mortalmente herida, que cierra sus ojos a lo que ve, su corazón a lo que siente, su inteligencia a la que se insulta desde hace años. La gente se marcha sin apenas protestar, huyendo de semejante sonrojo que destroza los sentimientos de los más veteranos y de los más jóvenes, maltratados desde fuera y desde dentro, incapaces de asimilar tanta desgracia inexplicable.
Jamás había transmitido a través de las ondas de la radio semejante mensaje de incompetencia, de falta de capacidad, de negligencia absoluta. En un clima de fracaso y hundimiento que parece imposible de detener. El equipo se precipita al descenso después de unos números miserables que hacen de esta etapa la peor en la historia del club. Y es doloroso narrar, expresar con palabras, lo que está ocurriendo. Este proceso de destrucción que dura ya varios años y que parece tener un final cercano. Descender significa desaparecer, poner fin a una corriente emocional de varias generaciones que ha unido a cientos de miles de personas estas última décadas. Matar una ilusión.
Es el momento en el que los propietarios deben reflexionar, tomar decisiones y asumir sus responsabilidades. Y no solamente con el cese del entrenador, sino con sus funciones dentro de la sociedad y las opciones de cambio que empresarialmente tiene el Real Zaragoza para evitar que deje de existir en tan solo unos meses.

Tampoco se produjo la victoria en Alcorcón, donde no se afrontó el encuentro con la necesaria actitud para obtener los tres puntos. Quizás f...

Tampoco se produjo la victoria en Alcorcón, donde no se afrontó el encuentro con la necesaria actitud para obtener los tres puntos. Quizás fuera el último enganche posible para seguir con la ilusión de asirse a los play off, algo que el día a día nos recuerda muy a nuestro pesar, que es una idea estéril. A este equipo le falta contundencia, calidad y alma, porque la confección de la plantilla fue inadecuada y sus líderes incapaces de obtener un mejor resultado con estos futbolistas. El fracaso de Narciso Juliá ha sido tan estrepitoso como perjudicial para el club y la presencia en el banquillo de Luis Milla y Raúl Agné muy negativa para el recorrido intermitente y desafortunado del equipo esta temporada.
Una campaña echada a perder definitivamente y donde solamente queda el pensamiento de terminarla sin sufrimiento, es decir, sin la vergüenza de jugarse la permanencia a dos o tres jornadas del final con la sensación de sufrir como perros y con el culo prieto hasta que concluya este infierno.

Otro año más sin recuperar la identidad perdida, con la apertura de grietas en la unidad zaragocista que se fusionó en los estertores de la era "Agapito" y que ahora presenta una fragilidad que confunde a los seguidores blanquillos y que se ha convertido en caldo de cultivo para reacciones tan peligrosas como inútiles.
El alejamiento del club, el silencio de sus responsables, la falta de información, el distanciamiento con la prensa, las dolorosas derrotas, el cambio de directores deportivos y entrenadores devorados como en la etapa anterior, deja inermes a unos futbolistas que pasean su mediocridad por los campos de fútbol y que no ganan ni a tiros.
El empate del domingo en Alcorcón se produce en un ridículo lance del juego donde fallan estrepitosamente el portero y el central del equipo madrileño. A dos minutos del final, cuando se preparaba el hacha para decapitar deportivamente a Raúl Agné. Que sabe que es solamente un paraguas para aguantar los dos próximos partidos en la Romareda y que su salida se producirá cuando más le convenga a la propiedad. Por eso contesta de la manera que lo hace, se permite actitudes sorprendentes a la hora de convocar, alinear y sustituir a los jugadores y vive sin apenas presión.
Otro intento fallido, el de ayer en Santo Domingo y el de esta temporada para intentar el ascenso. Una misión que de necesaria se ha convertido en imposible, por lo menos a corto plazo.

Las sensaciones del encuentro del sábado en la Romareda son positivas porque se compitió durante gran parte del encuentro frente al líder y ...

Las sensaciones del encuentro del sábado en la Romareda son positivas porque se compitió durante gran parte del encuentro frente al líder y porque la afición se volcó otra vez con el equipo. Incluso creyó en la remontada, animando en cada oportunidad de gol a los blanquillos especialmente en los estertores del partido. Pero las victorias se consiguen marcando más goles de los que encajas. Aquellos que no es capaz de materializar el equipo aragonés y los que recibe con demasiada frecuencia. Se vio en el Alcoraz, donde solamente se pudo ganar obteniendo tres tantos, en un partido atípico y del que no se pueden extraer demasiadas conclusiones al estar tan condicionado mediáticamente. Tal es así que la SD Huesca supo ganar el domingo en Córdoba con autoridad mientras que el Real Zaragoza perdió otra vez en la Romareda por errores individuales.

Los de Ángel y Dongou arriba, el de Irureta en la meta blanquilla y los del colegiado, que anuló incorrectamente el tanto de Rolf y no mandó al vestuario anticipadamente a Roger por un codazo alevoso. De todas formas parecen mucho más graves las equivocaciones del meta vasco porque son reiteradas y muy llamativas, fallos espectaculares que cuestan puntos y lastran al resto del equipo. No es cuestión de personalizar en Xabi Irureta, que sufrirá cuando la grada le pita en su propio campo. Si no atraviesa un buen momento, si tiene dudas, la obligación del entrenador en un puesto tan específico es darle la oportunidad al suplente. Que también padece en el banquillo la desmoralización de no contar con la confianza del técnico sin cometer fallos tan clamorosos como el meta titular. También se puede preguntar la afición para qué se ha fichado a Sebastián Saja si no está en condiciones de jugar y si no había otro portero en el mundo que pudiera entrar en una convocatoria y estar listo para ocupar el arco en menos de un mes. Demasiados egos en los que se marcharon, en los que están no se sabe por cuanto tiempo y en los responsables del club, que deportivamente no le han cogido el tranquillo al negocio balompédico.
Consiste ahora en ser pragmáticos, en dejar el nerviosismo y la ansiedad a un lado, en asumir cada uno su responsabilidad y en tomar decisiones acertadas. Con calma y acierto, sin empezar a mirar a todos los lados buscando culpables. Porque cuando los clubes se hacen endogámicos, se apartan de su masa social y contemplan como enemiga a la prensa, se están cavando su propia fosa

Aposté por Narciso Juliá cuando llegó al Real Zaragoza. Le recordaba de su etapa como futbolista y como segundo entrenador del equipo y de l...

Aposté por Narciso Juliá cuando llegó al Real Zaragoza. Le recordaba de su etapa como futbolista y como segundo entrenador del equipo y de la buena relación que mantuve con él durante todo este tiempo. Me equivoqué; su paso por el FC Barcelona le debió cambiar y llegó a Zaragoza con la idea de convertir al club aragonés en una borrosa copia del Barcelona de Guardiola. Y este club no es una prolongación de ningún otro porque tiene una historia, un poso y una afición diferente. Una formidable masa social que ha demostrado en los peores momentos de su historia (estos últimos años) su comprensión y capacidad de reacción ante situaciones que hubieran desanimado a cualquier otra hinchada.
Es muy valorable el paso adelante dado por la actual propiedad para sustituir a Agapito Iglesias y trabajar en sanear la situación económica y financiera del Real Zaragoza. En darle credibilidad a una entidad que no tenía crédito en el fútbol español. Eso lo ha conseguido, sin duda. Pero no ha logrado construir un equipo de éxito en el plano deportivo, los resultados están ahí. Es posible que sus deseos de ascender por la vía rápida hayan desembocado en una permanente huída hacia adelante con resultados adversos. Se han devorado entrenadores de muy bajo perfil y futbolistas sin calidad ni capacidad de asimilar lo que es este club. Un carrusel de cambios que no han llevado a ningún sitio excepto a la desilusión más absoluta.
Es fundamental que desde la propiedad se explique cómo están las cosas, quién es el responsable y qué va a ocurrir a partir de hora. Porque los seguidores blanquillos merecen que les digan lo que pasa y hacia dónde camina la entidad. Sea lo que sea, incluso renunciar a la lucha por los play off para lograr la permanencia y preparar un equipo de garantías de cara a la próxima temporada; con un director deportivo que pise el suelo sin catalanismos balompédicos, un entrenador de verdad y unos jugadores con carácter y compromiso.
Ya vale de alejar al equipo, al club, de los aficionados y de los medios de comunicación como si fuéramos el enemigo. Una estupidez como un templo, un error que están pagando caro. Que nadie olvide que los periodistas disfrutamos más con los éxitos que con los fracasos, que ganamos más dinero, que viajamos a mejores lugares, que somos más felices... Revolcarse en la mierda es para la minoría, alguno hay por ahí, pero no para la gente normal que somos la mayoría.
Estoy decepcionado y desilusionado. Este mes cumplo mis 41 años en la profesión y 2016 ha sido mi peor año con diferencia por situaciones derivadas de mi profesión, de mi entorno y de mi propia existencia. Pero renuncio a pensar en que todo está perdido porque yo voy a seguir luchando hasta el final. Una cosa es perder y otra muy distinta, rendirse.