Queda solamente el test del sábado en la Romareda frente al Éibar, adversario de Primera División en un cambio de tornas con respecto a una ...

Queda solamente el test del sábado en la Romareda frente al Éibar, adversario de Primera División en un cambio de tornas con respecto a una década que entonces jamás hubiéramos imaginado. Seguimos dentro de una pesadilla que nos pone los pelos de punta y cuyo final no está claro todavía. A poco más de una semana del comienzo de la Liga las dudas se mantienen pese a la confianza que se tiene en Luis Milla y el lavado de cara que se ha producido en la plantilla, además de la llegada de Cani y Zapater que ha devuelto la sonrisa a la afición zaragocista.
Pero somos conscientes de la debilidad en el ataque con solamente un punta y cuya capacidad ofensiva, al margen del gran trabajo para el conjunto del equipo que Ángel realiza, es muy escaso. Ilusiona Pombo y se le ven maneras a Buenacasa, pero con la lesión de un anodino Dongou se necesitan dos puntas eficaces y muy diferentes a lo que ahora se tiene.
Los encuentros disputados frente al Nástic y al Deportivo Alavés demostraron que el equipo está mucho más trabajado que con Carreras o Popovic y que defensivamente ha crecido con Irureta, que puede ser un elemento muy valioso para la seguridad defensiva del equipo. Arriba se fortalece la creación con Manu Lanzarote, con experiencia y liderazgo demostrados.
Se tendrá que empezar con victoria, para no regalar los puntos que más tarde se han visto que eran fundamentales para luchar por la promoción. Hacer del estadio municipal de la Romareda un lugar donde no se pierdan tantos puntos como en las últimas temporadas, haciendo cómodo un escenario que continúa en la conciencia colectiva del fútbol español como inaccesible y complicado, aunque no sea cierto.
Esta nueva temporada se ha comenzado con un director deportivo asentado y que cuenta con la confianza del consejo de administración; lo mismo ocurre con el entrenador y el equipo técnico. Existe un componente emocional que jugadores que han regresado y que llevan el escudo del Real Zaragoza marcado a fuego en su corazón y por lo menos hay ocho titulares en la formación titular. Ahora hay que apelar al trabajo de ensamblaje del equipo, a la responsabilidad, a la entrega y a los resultados. También al acierto de los fichajes que faltan y deberán de llegar antes del cierre del mercado de verano, Y a seguir sufriendo, caminando jornada a jornada con rivales más difíciles que en campañas anteriores en una temporada donde no se puede fallar y se debe conseguir el objetivo del ascenso.

La confianza depositada por el consejo de administración en Narciso Juliá es una buena noticia porque significa que se da continuidad a un p...

La confianza depositada por el consejo de administración en Narciso Juliá es una buena noticia porque significa que se da continuidad a un proyecto más allá de los resultados obtenidos la temporada recién concluida. Y el director deportivo ha elegido entrenador dentro de las dificultades que se tenían para encontrar el responsable del banquillo zaragocista. Es cierto que apenas tiene experiencia en Segunda División y esta era una de las características que se buscaban en el técnico, pero también es verdad que la trayectoria de Paco Herrera en este sentido era formidable y no fue capaz de soportar la voracidad del club.
Luis Milla es un entrenador emergente, seguidor de las enseñanzas del tristemente fallecido Johan Cruyff y con una trayectopria de cinco años al frente de las selecciones inferiores de la Federación española de Fútbol, donde llegó a ser campeón de Europa sub 21.
Dicen en Lugo que no llegó a triunfar en el equipo gallego porque era demasiado conservador en su campo y perdió muchos puntos, los que conseguía fuera en la mejor racha del conjunto lucense en toda su historia. El peso de un excelente técnico como Quique Setién fue demasiado para un Luis Milla que no compartía algunos criterios con una dividida junta directiva y que prefirió marcharse del "Anxo" Carro. El turolense es ahora el entrenador del Real Zaragoza y hay que recibirle con los brazos abiertos y darle, por lo menos, el beneficio de la duda. Representa una actitud responsable y discreta sobre el terreno de juego que defendió en el Barcelona, Real Madrid y Valencia, incluso en la selección española. Sabe lo que es la presión mediática y la competencia, es conocido y reconocido en el mundo balompédico español y tiene unos tremendos deseos de triunfar en los banquillos. Y el Real Zaragoza, pese a continuar en Segunda División, tiene su peso en la historia y un recuerdo muy agradable en la memoria futbolística de nuestro país. Luis Milla se juega mucho y apostará fuerte por no fracasar, conociendo la tremenda dificultad que supone el ascenso y las limitaciones económicas que tiene el club.
Sería muy positivo dejar trabajar a Luis Milla, ofrecerle una acogida favorable y apostar por él. Vamos a intentar cambiar entre todos la tendencia de devorar entrenadores creando un clima que nos aleje de la provisionalidad de los últimos años. El fútbol, como la vida, está trufado de emociones y sentimientos además de trabajo y fortuna. Puede haber llegado el momento de cambiar nuestro destino, merece la pena estar preparado también para las cosas positivas que nos puedan ocurrir. Que ya es hora.

Pasan las horas y cada vez son peores los momentos que llegan, casi a cámara lenta, después del vergonzoso espectáculo de Palamós. Jamás me ...

Pasan las horas y cada vez son peores los momentos que llegan, casi a cámara lenta, después del vergonzoso espectáculo de Palamós. Jamás me había tocado transmitir una agonía similar y una decepción tan profunda con tantas expectativas puestas en el ascenso. La actitud de los jugadores, plana desde el comienzo del partido, sin capacidad de reacción y con un final tan indigno como humillante, refleja la realidad de un equipo sin alma. Pero insisto, si agónico fue transmitirlo mientras sucedía, el tiempo agrava mucho más las sensaciones y las expectativas.
Termina una ilusión y comienza un nuevo calvario. Otro más. Superado el nivel de sufrimiento de miles de personas que ya no saben qué va a ocurrir. Y parece injusto completamente para una afición que se ha desplazado en todos los encuentros lejos de la Romareda y que ha mantenido la tensión hasta el final. Era patético observar a los jugadores a veinte metros de la grada ocupada por los blanquillos, flanqueados por su entrenador, sin acercarse y con signos equívocos de fracaso, el que ellos mismos se han ganado con su falta de intensidad, implicación y carácter.
El hundimiento ha sido completo y colosal, sin ningún tipo de excusas ni paliativos. Un desastre absoluto. Cuyas secuelas van a ser gravísimas en el plano económico porque el Real Zaragoza pasará a la cola de posibilidades presupuestarias con una cantidad muy inferior a una docena de clubes: los que acaban de bajar y los que se van a rearmar para conseguir el ascenso y que se hayan quedado a las puertas. Sin olvidar lo que se debe de pagar por futbolistas que no van a seguir, el regreso de los cedidos y el montón de jugadores que tienen contrato en vigor.
Y a todo esto, los cinco millones que se deben de pagar ineludiblemente a Hacienda y a los acreedores. En estos momentos el escenario es terrible y augura una temporada muy complicada y donde no se ostentará la candidatura al ascenso.
Pero, una vez explicado cómo se encuentra el club y su entorno más cercano, el zaragocismo y lo que representa, consiste en luchar. Sumar entre todos, cada uno en la medida de sus posibilidades. Aprender de los errores e insistir de manera contumaz. El premio es formidable y cuanto más cueste, más celebrado. No me cabe en la cabeza que a estas alturas vayamos a rendirnos, a dejarnos morir sin luchar. No sería propio de nuestra forma de ser y pensar. O sea que, manos a la obra y a empezar a trabajar, que hay faena.

La afición del Real Zaragoza volvió a sufrir el domingo otra jornada de dramatismo hasta el final. De nuevo se hizo demasiado largo el parti...

La afición del Real Zaragoza volvió a sufrir el domingo otra jornada de dramatismo hasta el final. De nuevo se hizo demasiado largo el partido y en especial los últimos minutos, donde parecía que en cualquier momento el Oviedo iba a empatar. Un gol afortunado en la primera parte le dio ventaja al equipo aragonés que salió completamente atemorizado al terreno de juego. Dos errores defensivos favorecieron que Koné le pusiera un toque de histeria al partido que hacía presagiar lo peor para un equipo que se mostraba plano y superado por las circunstancias.
Pero lo más desagradable llegó, como siempre, en la segunda parte. Todos atrás, a defender en tu propio estadio una ventaja mínima mientras David Generelo iba sacando delanteros para empujar al Real Zaragoza dentro de su portería. Y allí estaban todos, colgados por los dientes del larguero mientras Manu Herrera se crecía y jugaba uno de sus mejores partidos. Hubo fortuna y el empate no llegó, incluso en el intercambio de golpes el equipo aragonés pudo haber marcado el segundo tanto porque, ocasiones, hubo también para los blanquillos.
La pitada a Carreras con la salida de Rubén fue memorable, volviéndose la afición al palco para protestar la actitud del entrenador. El defensa no tenía ninguna culpa, incluso cumplió sobradamente, pero fue la manera de proceder del técnico renunciando a jugar al fútbol, lo que molestó a la grada. Está claro que no existe una corriente de simpatía entre gran parte de la afición y el técnico catalán, que no ha sabido granjearse la confianza con el zaragocismo.
Pero siendo realistas ahora lo único importante es ganar, llegar a los play off y superarlos, consiguiendo el ascenso. A falta de un partido para clasificarnos hay que dejar a un lado las discrepancias y unir voluntades. Las de todos. Y más tarde, con el objetivo alcanzado, que el club decida quién será el entrenador del Real Zaragoza en Primera División.
Ahora queda lo más difícil; por eso mismo consiste en crear un ambiente favorable y que se ascienda de una vez para mirar el futuro con claridad y optimismo.

Se tenía que ganar en la Romareda y se perdió ante el Nástic. Otra vez una decisión arbitral fue responsable de sufrir un penalti que no era...

Se tenía que ganar en la Romareda y se perdió ante el Nástic. Otra vez una decisión arbitral fue responsable de sufrir un penalti que no era, de encajar un gol a siete minutos del final y de no poder empatar por el numerito que montó el portero del Nástic. Luego viene el Comité y esta vez -las pruebas eran irrefutables- le quita la tarjeta a Guitián. Pero, ¿qué pasa con los tres puntos en juego? Aunque es verdad que el partido parecía que iba a terminar con empate, el Real Zaragoza hubiera sumado uno y el Nástic otro, no tres como resultó finalmente.
Ahora queda luchar con inteligencia y calma en el partido contra la SD Huesca. Un choque lleno de intensidad, emoción y expectación donde el equipo de Anquela pugnará por el triunfo, como no podría ser de otra manera. Se trata de un partido de máxima rivalidad y resulta evidente que en el Alcoraz se produzca un ambiente favorable a los locales, que también necesitan sumar para conseguir la tranquilidad de la permanencia.
Pero habrá que actuar sin recelos, asumiendo los errores arbitrales si se producen y teniendo en cuenta que la salida del Huesca será en tromba apoyados por su público y con deseos de marcar pronto. Por eso tendrán que hacer un acopio de paciencia y, al mismo tiempo, demostrar que quien más necesidad tiene de vencer es el Real Zaragoza.
Es una buena noticia que haya sido llamado Jaime para completar la convocatoria, porque es necesario un futbolista desequilibrante y con recursos ofensivos sobradamente demostrados. Aunque se corra el riesgo de una lesión muscular, que sería probable por la inactividad después de su grave lesión.
Y después, sin tiempo para recuperarnos, otra vez a la Romareda para recibir al Real Oviedo, un rival directo. Vamos, que se trata de una semana de emociones enfrentadas que nos pueden llevar al éxito, a la esperanza o a la frustración más absoluta.
Intentemos tranquilizarnos, afrontar con ilusión y convicción lo que se nos viene encima y sobre todo, ganar. Que en el fútbol, es lo único importante.

Otro partido más sin ganar en Soria. Dos puntos que vuelan y que complican el ascenso directo del Real Zaragoza. Es difícil explicar cómo se...

Otro partido más sin ganar en Soria. Dos puntos que vuelan y que complican el ascenso directo del Real Zaragoza. Es difícil explicar cómo se puede perder un encuentro cuando te has puesto 0-2 mediada la primera parte con dos goles prácticamente consecutivos. Pero ocurrieron tres cosas que, para mí, fueron determinantes: la actuación arbitral de López Amaya, la falta de intensidad en el arranque de la segunda parte y no acertar en el remate.
En cuanto al colegiado, la expulsión de Albert Dorca resulta inconcebible. No fue falta la jugada con la que fue sancionado con tarjeta amarilla y el balón le dio involuntariamente en la mano. Es falta pero nunca cartulina de amonestación. Pero, además, como dijo Ángel, lo peor no fueron sus decisiones sino su actitud con los jugadores blanquillos.
Con respecto al bajón del comienzo de la segunda mitad, está claro que es un clásico en este Real Zaragoza. Todo el mundo atrás, dejando el centro del campo al adversario y permitiendo todo tipo de centros desde las bandas. Tarde o temprano el gol tenía que llegar y el empate subió inevitablemente al marcador.
Además, con el empate en contra, el equipo tuvo tres claras ocasiones de conseguir el tercer tanto. Pero se fallaron delante del marco numantino y ese tipo de errores se pagan, y más en estos partidos clave para el objetivo del ascenso. Es decir que, tampoco este año el Real Zaragoza ha conseguido la victoria en Los Pajaritos.
Mención aparte merece la afición zaragocista que fue mayoría en las gradas de Los Pajaritos. Los cánticos, la presión contra el colegiado, el ánimo a los futbolistas, tuvo el protagonismo de quienes se desplazaron a Soria. Con una afición así, es imposible no conseguir las metas propuestas.
También agradezco muy sinceramente las muestras de cariño de centenares de oyentes que se acercaron a la unidad móvil de Aragón Radio y se fotografiaron con nosotros frente al estadio. Fue una sensación muy agradable que alivia, en gran medida, la decepción por el empate en la capital castellana.

Ni fue el mejor partido, ni se esperaba que lo fuera. Había que ganarlo y a ser posible sin demasiados sobresaltos. Es verdad que el último ...

Ni fue el mejor partido, ni se esperaba que lo fuera. Había que ganarlo y a ser posible sin demasiados sobresaltos. Es verdad que el último cuarto de hora fue tranquilo gracias al segundo tanto del Real Zaragoza, pero el arranque de la segunda parte fue complicado y daba la impresión que el equipo se venía abajo. Por lo menos, que entregaba las llaves del partido a los filiales del Athletic y que se iba a limitar a dejar pasar el tiempo. Me daba la impresión que se jugaba con seis en defensa, como en algunos partidos con Ranko Popovic, integrado Erik Morán entre los dos centrales. Menos mal que Diamanka ofreció su tercera perla de las tres últimas semanas y consiguió el 2-0 con el que firmaba el triunfo el equipo aragonés.

Los años me han enseñado a ser prudente, comprensivo, dialogante y abierto a todas las opiniones aunque no las comparta. Pero la mayoría de las veces no veo el mismo partido que Lluis Carreras; admito que sabe mucho más que yo de fútbol porque fue jugador de Primera División y tiene los títulos de entrenador nacional y director deportivo, pero el fútbol es también estética y sensaciones. El partido me pareció muy poco brillante, sin liderazgo sobre el terreno de juego, con demasiados errores defensivos, sin capacidad creativa en el centro del campo y con demasiadas dudas en algunos futbolistas. Se ganó y punto, eso es incontestable, pero la Romareda llegó a impacientarse especialmente en el comienzo de la segunda parte.
Aunque el Bilbao Athletic tiene jugadores de calidad, con descaro y tocan bien el balón, no tiene cuajo para enfrentarse en una liga tan dura al resto de sus adversarios. Y eso lo dice claramente la clasificación: colistas y virtualmente descendidos con treinta y un puntos menos que el Real Zaragoza, los menos goleadores y los segundos más goleados. La regularidad de una liga es inapelable.
Estoy satisfecho por los puntos, ilusionado con el ascenso pero tengo muchas dudas sobre si el equipo aguantará físicamente estas últimas cinco finales y especialmente los partidos contra el Oviedo y el Nástic en la Romareda. Y tengo derecho a ello aunque se enfade el entrenador del Real Zaragoza porque no crea en su evangelio ni en cómo lo predica, valorando sus conocimientos y esperando el ascenso de categoría.
O sea que, tres puntos a la saca y a sumar otros tres en Los Pajaritos con más de dos mil seguidores blanquillos en las amables gradas sorianas.