Una vez superado el tramo más complicado del calendario, el Real Zaragoza camina con paso firme hacia el ascenso. Posiblemente de una manera...

Una vez superado el tramo más complicado del calendario, el Real Zaragoza camina con paso firme hacia el ascenso. Posiblemente de una manera más lenta de la deseada pero con la convicción de que cada jornada que pasa, más cerca se está del objetivo final. Ganar en Córdoba y puntuar en Pamplona y Vitoria no es sencillo y menos de manera consecutiva. Como derrotar al Leganés y al Lugo en la Romareda, donde tantos problemas ha tenido el equipo desde el comienzo de la Liga. Por eso las expectativas son muy positivas en la forma y en el fondo, porque además de conseguir buenos resultados las sensaciones indican que se camina por el sendero adecuado.
Existe un plan, los jugadores han hecho suyas las ideas del entrenador y desde la dirección deportiva Juliá sigue trabajando sin prisa, pero sin pausa. Mantener esta corriente, superar las adversidades en clave de sancionados, lesionados o errores arbitrales, es lo que debe hacer el equipo. Sin mirar más allá del próximo encuentro ni hacer cábalas sobre marzo, abril o mayo. Se trata de buscar el próximo triunfo, explotar al máximo las emociones favorables y estar convencidos de lo que se está haciendo. El domingo se pudo ganar en Mendizorroza porque la propuesta deportiva del Real Zaragoza fue mejor que la del Deportivo Alavés. Incluso con un futbolista menos durante cincuenta minutos en en escenario nada fácil por la intensidad de los futbolistas de Pepe Bordalás. No hubo pánico a medida que el tiempo iba pasando y el conjunto vasco intentaba encerrar a los maños en su campo. Se buscaba salir siempre con el balón controlado y mirar siempre al área contraria, con un plan diseñado para puntuar si no se podía ganar.
La corriente positiva que emana de la propia plantilla, sin pecar de un optimismo exagerado, también anida en la afición blanquilla. Lo comprobé en la afición zaragocista que se trasladó a Vitoria, en las personas con las que he conversado por la calle y a través de las redes sociales. Y esa actitud confiere seguridad en la plantilla y el cuerpo técnico, que tendrá que resolver las bajas de Javi Ros y de Culio para el encuentro del sábado en la Romareda. Y no despreciar en absoluto al Albacete, en posición de descenso y con tan solo una victoria fuera del Carlos Belmonte en su haber. Vendrán con la necesidad de ganar y ese ímpetu puede complicarle las cosas al Real Zaragoza si sale distraído o confiado.
Estamos en el buen camino, fuera todavía de los puestos de promoción y lejos del líder. Pero con una inercia positiva como no habíamos tenido hasta el momento. Incluso cuando se viajó en junio del año pasado a Las Palmas con un marcador favorable de 3-1.

El próximo domingo 28 de febrero cumplo cuarenta años al otro lado del micrófono. Cuatro décadas que han pasado como un suspiro, con una rap...

El próximo domingo 28 de febrero cumplo cuarenta años al otro lado del micrófono. Cuatro décadas que han pasado como un suspiro, con una rapidez extraordinaria, aunque los últimos años hayan sido crueles después de una agitada época en el Real Zaragoza donde parecía que todo terminaba. Llegué a la radio antes de ponerme delante de un micrófono en un estudio maravilloso lleno de buena gente, porque nací en ella y estaba destinado a formar parte de ese milagro de las ondas sin tener capacidad de decisión. Escuchaba sin saberlo junto a mi madre "El Quinto Programa", una emisión de madrugada que desde los estudios de Casablanca, al lado de la antena de Radio Zaragoza, realizaba mi padre para todo el mundo en Onda Media porque no había radio a esas horas y los 20 kilovatios de potencia llegaban a sitios inverosímiles, de donde le enviaban postales los oyentes muy lejos de Zaragoza. Y cuando él regresaba tenía que subirme al tranvía para poder conciliar el sueño...
Recuerdo que mis primeras palabras por la radio fueron en un espacio dedicado a la seguridad vial donde tenía que decir algo así como: "Y mi papá y mi mamá, ¿dónde están? No los he visto". Se trataba de un niño que había perdido a sus padres en un accidente de tráfico. Grabé la frase a la primera con cuatro años, en el sofá del cuarto de estar, con un magnetofón de cinta abierta que tenía que enchufarse a la corriente eléctrica y que pesaba cuatro o cinco kilos. Me fascinaba acompañar los domingos a mi padre al Hotel Ruiseñores, tristemente desaparecido, donde entrevistaba a los jugadores del Real Zaragoza cuando jugaban en la Romareda. Era ya el ocaso de "Los Magníficos", a finales de los años sesenta, pero aprendí cómo se debía de crear un clima favorable para conseguir unas declaraciones próximas, sinceras, interesantes para la audiencia.
Por entonces ya acudía regularmente a la Romareda mientras mi padre compartía una minúscula cabina con Luis Nápoles, el jefe técnico de la radio, para contar lo que pasaba en el campo con Vicente Marco, Joaquín Prat y Juan de Toro en Carrusel Deportivo. No le gustaba que yo me sentase en el palco de prensa pero Manolo Muñoz, jefe de emisiones y gran compañero suyo de viajes, me llevaba de la mano y me iba explicando los entresijos del fútbol. El primer partido que recuerdo haber visto fue en 1967, con la imagen imborrable de un penalti transformado por Eleuterio Santos.
Antes, con seis años, don Mariano García, que era el profesor de mi clase en primero, me hacía salir al encerado para cantar los goles del Real Zaragoza que la noche de antes había relatado Paco Ortiz en la Copa de Ferias, casi siempre desde Inglaterra. Luego llegaron con doce y trece años los guiones hechos en casa, acercando el micrófono del magnetofón de casete a los altavoces mientras leíamos la novela mi madre, que siempre me ayudó con su comprensión, ánimo y cariño, y mis hermanos Pedro y Alfonso, a los que casi obligaba a interpretar pequeños papeles.
Por fin, el 28 de febrero de 1976, mi ilusión se hizo realidad y gracias a Manolo Serrano, amigo de mi padre y director del cuadro de actores de Radio Zaragoza, tuve la oportunidad de ser uno más y comenzar un aprendizaje que hoy en día continúa. Nervios, agitación, repetición de las frases que tenía que decir en voz baja... Todo terminó felizmente, temblando, con la garganta seca de los nervios pero con una satisfacción interior formidable.
Pocos días después llegarían las colaboraciones con Daniel Barajas en el fútbol regional, la cobertura informativa de los entrenamientos del Real Zaragoza y el resto de pequeñas cosas que iba haciendo mientras estudiaba COU y suspiraba por transmitir partidos de fútbol, presentar programas y viajar por todo el mundo. Junto a un puñado de comunicadores formidable como José María Ferrer, Lisardo de Felipe, José Juan Chicón, Luis del Val, Enrique Calvo, Concita Carrillo y tantos otros que me marcaron la senda y que recordaré en un próximo libro que ya estoy escribiendo. Porque es imposible contarlo todo en tan pocas líneas.
Más de 14.000 programas presentados, 2.000 transmisiones de fútbol y baloncesto en Radio Zaragoza, Radiocadena Española, Radio Intereconomía, Punto Radio y Aragón Radio. Donde se han mezclado dolorosos episodios como tres descensos del Real Zaragoza con seis finales de Copa transmitidas, una Recopa de Europa, una Supercopa de Europa, dos Supercopas de España, decenas de partidos de Copa de la UEFA y Recopa, centenares de encuentros de Primera y Segunda División. Con otra final de la Recopa de Europa en baloncesto y decenas de partidos de Recopa, Copa Korac y Eurocup, Liga ACB, Liga Leb Oro. La salida del Club Baloncesto Zaragoza de la élite después de radiar dos finales de Copa y un épico y triste partido en Ginebra. Los ascensos a la ACB, el descenso, partidos de Mundobasket y Preolímpico. Un Mundial, unos Juegos Olímpicos, dos finales de Eurocopa de Fútbol, tres Vueltas Ciclistas a España, desplazamientos inolvidables por todo el continente con anécdotas maravillosas.
He sido locutor, redactor, redactor jefe, director de antena, director de emisora y administrador de una empresa de comunicación. Todo desde abajo, desde la humildad, el respeto y el riesgo, jugándomelo al todo o nada. Y al mismo tiempo, creando revistas en papel, colaborando en prensa escrita, con tres agencias de publicidad en diferentes épocas, poniendo en marcha cuatro revistas digitales, un blog y publicando cinco libros. Colaborando en poner en marcha un curso universitario de Experto en Periodismo Deportivo, dando clases en la Universidad de locución y dicción, presidiendo durante once años en dos etapas la asociación de la prensa deportiva de Zaragoza. Y un camino en televisión que comenzó con el cable a finales de los ochenta y con televisiones locales y la Autonómica ya en este siglo.
La presencia de ese maravilloso Ondas al cuadro de actores de Radio Zaragoza cuando empecé, o el premio de guiones radio del Consejo Superior de Deportes, o los 19 galardones de federaciones, clubes, asociaciones deportivas, peñas futbolísticas. Las dos nominaciones de la Academia de la Radio como mejor narrador de eventos deportivos. Los cinco pregones en distritos y municipios zaragozanos y aragoneses. Y otras cosas que también me han hecho muy feliz, como encontrar gracias a la radio en Ejea de los Caballeros a Nuria, con quien llevo 28 años casado y con la que tengo un hijo, David, que es lo que más quiero en este mundo.
Muchos recuerdos, demasiados, que espero compartir poco a poco con todos los oyentes pasados y actuales. En la radio, que me dio y me quitó la vida, que me provocó mis mayores éxitos y fracasos, tristezas y alegrías, amigos y enemigos, amores y disgustos sentimentales.
En un momento donde puede más la nostalgia que la ilusión y la decepción que los proyectos. Pero si algo he aprendido en cuarenta años es que el mejor programa, la mejor transmisión, aún está por llegar. De esa manera, y acostumbrado a superar las dificultades que siempre emergen cuando más cosas intentas hacer, espero llegar a los cincuenta años en activo y con mejores sensaciones y proyectos todavía.
Muchas gracias a la buena gente que me ha enseñado, que ha compartido su vida conmigo, que ha perdonado mis errores y me ha animado a seguir adelante. Y gracias a quienes me escuchan por emocionarse conmigo y vivir sus vidas a mi lado. Como al formidable equipo que he tenido la fortuna de reunir para crear un modelo y un sistema de trabajo basado en el reto, el método, el talento y la confianza.

Cada vez resulta más difícil confiar en un cambio que produzca estabilidad. Conseguir victorias, afrecer algo más sobre el terreno de jueg...

Cada vez resulta más difícil confiar en un cambio que produzca estabilidad. Conseguir victorias, afrecer algo más sobre el terreno de juego que una impresión indefinida y de fracaso, se hace imposible. Da la impresión de que, con muy poco, nos gana cualquiera y que somos incapaces de vencer a nadie. Conste que esta impresión también la he sentido con Manolo Jiménez, Paco Herrera, Víctor Muñoz y Ranko Popovic. El equipo se deshace, muestra todas sus carencias durante el partido y ya no le queda ni la vena época para intentar una victoria en el último segundo.
Que Lluis Carreras no ha dado con la tecla es algo evidente; que puede llegar a hacerlo está por ver, si los fichajes del mercado de invierno ofrecen algo más que hasta ahora con Dongou y Campins. No hay reacción, todo parece demasiado predecible y da la impresión que los problemas que sufre el equipo son mucho más profundos. Puede que no le falte razón a Mario Abrante cuando dijo el domingo que “La idea del ascenso, bajo mi punto de vista, la impusieron antes de empezar la temporada desde arriba. Y por mi experiencia,  pienso que los equipos se hacen con el tiempo. Vinieron 12 ó 13 jugadores nuevos y así es muy difícil hacer un equipo que se entienda a la perfección. Somos otro equipo y el año pasado casi subimos de milagro. Este año estamos sufriendo más pero vamos a intentar salir adelante y pelear todos juntos".
Ha sido imposible por el devenir de los acontecimientos mantener la estructura de la temporada pasada. Las ausencias de Borja Bastón, William José y Eldin, las lesiones de Jaime, Rubén y Mario, la escasa aportación de Pedro, Dorca, Hinestroza, Jorge Díaz o Diamanka, la escasez goleadora del equipo, junto a la pérdida de confianza en Popovic y las dudas que despierta Carreras, han precipitado al equipo a la zona de nadie. Y eso es negativo porque un sector de la afición mira más abajo que arriba, en busca de asegurar la permanencia. La lesión de Vallejo complica aún más las cosas y el propio Juliá ha dicho esta mañana que está preocupado y que, si es de larga duración, se intentará traer a un central. Supongo que además de el último centrocampista por el que se lucha antes del cierre del mercado de invierno.
En cualquier caso es difícil eliminar o incluso tamizar la sensación de pesimismo generalizada. Pero una cosa es la realidad y otra muy diferente, cómo se acepta. Con capacidad de intentar resolver los problemas o dejándonos llevar por la pesadumbre. Yo soy más de luchar hasta el final, de convertir una derrota en un triunfo por la actitud a la hora de combatir; pero reconozco que estoy más bajo que nunca, posiblemente porque otros aspectos de mi vida sean demasiado similares en cuanto a la tristeza y el agotamiento que me supone el Real Zaragoza. Por eso comprendo a quienes se rinden, aunque yo intentaré por todos los medios agotar todas las posibilidades aunque mi aportación en todos los casos sea prácticamente imperceptible.

Conviene fijar la mirada al frente y no suspirar por aquello que ya es historia, o incluso regodearse en los errores del pasado más reciente...

Conviene fijar la mirada al frente y no suspirar por aquello que ya es historia, o incluso regodearse en los errores del pasado más reciente. Ambas cosas tienen muy poco de positivo y no nos conducen a ningún sitio. Solamente con los fracasos se consigue ser más humilde y se aprende para construir desde el conocimiento y la experiencia. Pero no significa que sea una vacuna para no volver a cometer equivocaciones ya que nuestro camino lo hacemos nosotros mismos. Quiero decir con todo este preámbulo que a mí también me gustaría que el Real Zaragoza fuese líder destacado de Segunda División; más aún, que jugase ya en Primera, que no hubiera descendido nunca, que jamás Agapito Iglesias se hubiera cruzado en el camino del club...
Una vez derramadas lágrimas de impotencia y de rabia, asumiendo que esta temporada ha sido sacudida por crisis deportivas inesperadas, vamos a posar el balón en el suelo y a intentar jugar al fútbol. Tenemos tiempo para el ascenso, se recuperarán jugadores, bajarán de nivel algunos de los equipos que ahora están arriba. Confío en el juicio, la experiencia y el futuro de Narciso Julía al frente de la dirección deportiva. Sé de su preparación y de su trabajo durante estos años y le recuerdo de sus muchos años como jugador y técnico en el Real Zaragoza. Puede que me equivoque, solamente es una impresión, pero me parece que tiene las ideas muy claras y que, si todos le ayudamos, construirá una infraestructura necesaria para el conjunto blanquillo.
A Lluis Carreras no le conozco, no tengo criterio sobre sus posibilidades como entrenador. Si le va a venir grande o no este banquillo o si, por el contrario, este reto le hará crecer como persona y como técnico. Buenos amigos vinculados al fútbol catalán me hablan muy bien de él, pero solo me limito a trasladar públicamente sus impresiones, no tengo más referencias que de terceros. Ya es entrenador del Real Zaragoza y, simplemente por eso, merece nuestro apoyo y acogida inicial. Si le viene grande el cargo, si no soporta la presión, si no consigue la confianza de la plantilla y del director deportivo, el tiempo lo dirá. El domingo tiene un reto importante porque el partido contra la SD Huesca tiene mucho morbo y va a concitar una tremenda expectación. Pero la Liga no terminará el 3 de enero y, pase lo que pase, habrá que seguir luchando por el retorno a Primera.

Estamos a tan solo un encuentro para terminar 2015 y las expectativas siguen intactas de cara al ascenso pero no son tan positivas ni estimu...

Estamos a tan solo un encuentro para terminar 2015 y las expectativas siguen intactas de cara al ascenso pero no son tan positivas ni estimulantes como esperábamos. La irregularidad en la Romareda provoca que no se llegue a tocar la primera plaza y eso desilusiona a una afición que se encuentra crispada por el curso de los acontecimientos. El empate contra el Numancia, por cómo se produjo, molestó a los seguidores blanquillos que animaron hasta el final pensando en que se podía conseguir por la épica una victoria fundamental para cerrar el año en casa. Pero ni Pedro ni Jorge Díaz estuvieron acertados a la hora de batir a Munir en los últimos instantes del encuentro.
Y fue una lástima porque el Real Zaragoza jugó la primera hora del partido con suficiente solvencia para neutralizar a los sorianos y ponerse 2-0 en el marcador. Pero el golpe emocional que supuso el 2-1 nada más conseguir Ortuño su sexto gol como blanquillo, sumado al bajón físico del equipo y a los escasos recursos en el banquillo, rompieron el partido. Fue de ida y vuelta, con mucho desgaste, proporcionado ocasiones a favor pero especialmente en contra, lo que dejaba sin argumentos un centro del campo que sufría demasiado con el aire fresco impelido por Jagoba Arrasate con los cambios desarmó a los jugadores de Ranko Popovic. La Romareda sangra y eso es un grave problema.
No hay duda que la plantilla no es tan eficaz como se valoraba al comienzo de la Liga; además de las bajas de larga duración de Jaime y Wilk, las lesiones de Hinestroza, Pedro, Diamanka Marc Bertrán  y Manu Herrera han dejado sin sus mejores hombres al equipo aragonés. Tardó también en formar parte de la alineación titular Erik Morán y futbolistas como Jorge Díaz y Abraham no han respondido a las expectativas levantadas.
Pero, sobre todo, falta gol. Y la capacidad realizadora se paga porque es fundamental de cara a las victorias. Si es imprescindible cerrar la portería, y eso lo ha hecho bien el Real Zaragoza, no es menos cierto que la definición resulta implacable en una apuesta segura por el ascenso. Por eso creo que todos los objetivos, al margen de la popularidad y capacidad de Popovic, deben de centrarse en conseguir un delantero con olfato que marque las ocasiones que se crean y que se desperdician tan claramente como el domingo pasado.
Se trata de rebajar la tensión, de que no se nos vaya el asunto de las manos y de permitir que trabajen tranquilos el cuerpo técnico y los jugadores, además de animar a los responsables de la estructura deportiva del club a buscar soluciones para contratar un goleador y dar en el clavo.
El domingo en Tarragona nos jugamos mucho, más de lo que parece. En el peor de los casos, una victoria nos dejaría como hasta ahora; es decir, a un tiro de piedra de la segunda plaza que da derecho al ascenso directo. No podemos desanimarnos, ni cansarnos, ni tirar todo por tierra. El éxito se encuentra en la paciencia, la tranquilidad, la sangre fría y en el trabajo constante. Y eso es algo que debe asumirse con inteligencia, sin dejarse arrastrar por pensamientos negativos que nos condenen a la desidia.

Volvemos a estar como al principio, envueltos en la decepción y sin la seguridad de llegar a conseguir nada si continuamos como hasta ahor...

Volvemos a estar como al principio, envueltos en la decepción y sin la seguridad de llegar a conseguir nada si continuamos como hasta ahora. Otra vez ha caído el Real Zaragoza en la Romareda demostrando que carece de gol, que no sabe resolver las adversidades y que está muy lejos de un ascenso directo que cada vez parece más intermitente y complicado. Es una putada que te marquen un absurdo gol incalificable para un equipo como el blanquillo en el primer minuto del partido; tampoco es de recibo que el "venido arriba" árbitro de la contienda, señale un penalti que pone los pelos de punta a cualquier aficionado que se precie. Todo eso es verdad, como también que excepto un rato en la primera parte, los jugadores no han sabido llegar al marco adversario con garantías de éxito de cara al gol y que el Valladolid haya jugado con absoluta comodidad, especialmente con los cambios introducidos por el técnico.
Cuando el Real Zaragoza encaja un tanto parece imposible remontar el partido y muy difícil empatarlo. Y mucho menos en casa, donde la fragilidad es alarmante como demuestran los resultados. Convendría darle una vuelta de tuerca a la idea de fichar un delantero que marque goles porque Ortuño ha vuelto a su escasa capacidad realizadora del comienzo de la temporada y Ángel no termina de encontrar su posición en el terreno de juego, excesivamente alejado del área adversaria. La entrada de Pedro en la posición de Diamanka solamente ha parecido tener cierto efecto en la primera parte, pero no hay quien sea capaz de recibir los pases de gol con garantía de éxito.
Otra vez parecía que podía pasar una semana jugando el equipo sin que marcase un gol y sin soluciones desde el banquillo. Estar en el filo de la navaja en busca de no encajar goles y así puntuar no es suficiente para ascender y no sé si para luchar por la promoción. En esta Segunda División tan vulgar e igualada no cabe la mediocridad y la falta de valentía.
La derrota de esta mañana es un importante paso atrás en la lucha por el regreso a Primera y me deja muy vacío sobre las expectativas de futuro. Es posible que sea por la mala leche que se me ha puesto por la derrota, pero es una reacción tan humana como lógica y que espero se vaya disipando a medida que pasen las horas.

Es evidente que el espectáculo del balompié no es simplemente disfrutar de la belleza del juego. Consiste en ganar, en trasladar nuestras ...

Es evidente que el espectáculo del balompié no es simplemente disfrutar de la belleza del juego. Consiste en ganar, en trasladar nuestras debilidades, tristezas y miedos, en un puñado de futbolistas que representan un escudo compartido por miles de personas. Trasladar la guerra diaria en pequeñas satisfacciones que podamos compartir con los demás. Porque la hermosura de un deporte que se atrinchera delante de su portería para evitar perder es algo que ni existe, ni existirá. Empatar para no perder es la negación del éxito en beneficio de compartir una mediocridad que, con suerte, nos dará el derecho de un ascenso que es más que una obligación para el Real Zaragoza.
El domingo, en Montilivi, vimos la otra cara de un equipo que anda muy justo de calidad, que no sabe a lo que juega y que encuentra en medio de otro grupo de equipos que juegan a lo mismo y que pretender estar cerca de la cabeza sin arriesgar. Por eso, el encuentro de hace unos meses en la capital gerundense que significaba el pase a la última eliminatoria de los play off, nada tuvo que ver con lo presenciado el sábado en Gerona. Allí era un partido a vida o muerte, donde no había nada que perder. Y la moneda cayó del lado del equipo que más arriesgó...
Era la tercera vez que volvíamos en un año natural al campo catalán. Allí vimos hace unos meses a Artur Mas, con su indeleble sonrisa dibujada en su rostro que parece tan postiza como una moneda de tres euros. Desde el mismo sorprendente lugar, en el tejado del estadio. Con vigas que hacen de separador, sin mesas para colocar los aparatos técnicos, sin luz cuando se hace de noche y las graciosas escaleras de mano que te dan acceso al "gallinero". Decena de metros de cable para enchufar a la linea de RDSI, la amabilidad de los compañeros de otras emisoras y de los propios empleados del club. El caso es que nada tiene que ver con los grandes estadios de Primera o incluso con algunos de Segunda. Porque el fútbol está roto también en instalaciones e interés. Cuatro mil personas para ver un partido y ya es un acontecimiento.
El fútbol es tan injusto como la sociedad porque forma parte de ella y un microcosmos formidable donde experimentar sensaciones, reacciones, emociones y frustraciones. Y debemos acostumbrarnos a la fealdad y aburrimiento de un juego que solamente se hace grande por la necesidad de compartir algo con los demás.
Bienvenidos a la realidad. Al fútbol sin belleza, como resulta casi siempre en la vida misma.

El Real Zaragoza está eliminado de la Copa del Rey. Se trata de un hecho inalterable y que significa un golpe moral a la historia del club....

El Real Zaragoza está eliminado de la Copa del Rey. Se trata de un hecho inalterable y que significa un golpe moral a la historia del club. Porque fue en la Romareda, en la primera eliminatoria donde intervenía el equipo y ante un adversario de menor cualificación histórica, deportiva, social y hasta económica. Si me apuran, hasta peor sobre el terreno de juego, aunque el partido se disputase a ráfagas y su calidad estuviera en entredicho durante gran parte de su desarrollo. Pero una vez asimilado el dolor y hasta la vergüenza, consiste en extraer lo positivo que nos deja dicho enfrentamiento. Que al final, la Copa iba a ser un lastre en el camino hacia el ascenso, que la afición respondió ante la mala fortuna del equipo y su entrega en la segunda parte, y que apareció un futbolista, Sergio Gil, que merece cuando menos el beneficio de la duda.
Porque las gotas de talento que se vieron anoche en la Romareda las proporcionó el canterano y fueron tan evidentes como alentadoras. No consiste en presionar más de lo debido al futbolista, ni que ahora le pille manía el entrenador por demostrar su capacidad. Solamente que se le concedan las mismas oportunidades que a otros futbolistas y que no las han aprovechado. En obtener un rendimiento para que el beneficio sea compartido y se eleve el nivel de calidad del equipo sobre el terreno de juego. Que se puede y se debe. Es en estos momentos cuando hay que aprovechar las cosas buenas que te deja la adversidad. Y ser receptivos e inteligentes para convertir la necesidad en virtud.
Ahora, sin la Copa, con la confirmación de Sergio Gil y un partido a la vuelta de la esquina, consiste en trabajar, hacer de tripas corazón, salir a por todas el domingo y ganar de manera contundente al Tenerife. Ni más, ni menos. Sin excusas ni paños calientes. En esta ocasión el choque ante los insulares significa una grandísima oportunidad de colocarnos arriba de la tabla para no dejar las posiciones de privilegio. Espero ver intensidad, ganas de tener el balón, contundencia en la zaga, creación en el centro del campo y resolutividad en punta. Y donde no llegue la calidad, que lo supla el amor propio y las ganas.

Sumar los tres puntos el sábado frente al Deportivo Alavés le va a costar la temporada a Jaime Romero. Una buena noticia empañada con un...

Sumar los tres puntos el sábado frente al Deportivo Alavés le va a costar la temporada a Jaime Romero. Una buena noticia empañada con un contratiempo muy grave que deja tocada la plantilla con uno de sus mejores hombres con rotura de ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha, esguince del ligamento colateral interno y rotura de menismo externo. ¿Qué pasará ahora? ¿Se podrá ascender sin Jaime?¿Se fichará otro futbolista? Su ausencia deja desamparado a un equipo con la moral frágil y en crisis. Una situación muy dura para un Real Zaragoza que no deja de encontrar obstáculos en su camino hacia la Primera División. A todo esto tenemos que añadir el esguince del ligamento colateral interno de la rodilla izquiera de Rubén que le tendrá dos meses de baja.
Volviendo al encuentro del pasado fin de semana, solamente acudieron 16.000 espectadores a la Romareda para presenciar un encuentro definitivo ante el Deportivo Alavés. De esos que lo único importante es ganar y que si lo haces, no tiene más repercusión que los tres puntos. Se jugó mejor en la primera parte, se mantuvo la puerta a cero y se marcó un gol que significó la victoria. Un triunfo necesario que mantiene las distancias con la cabeza pero que deja al equipo incrustado en la zona baja y rozando los números del descenso.
Si me preguntan si mejoró el Real Zaragoza, les diré que sí durante la primera media hora. Me gusta que Erik Morán esté por delante de la defensa y el desorden de Diamanka, que es capaz de hacer cosas diferentes en el centro del campo, dar un último pase e incluso disparar a puerta. También se implicó Ortuño que, además de marcar el gol, realizó un buen trabajo. Además no se encajó ningún gol, lo que cierra la sangría que en el primer mes de temporada penalizaba al equipo.
Los cambios obligados por las lesiones de Rubén y Jaime impidieron que Ranko Popovic propusiera otra dinámica en la segunda parte, donde se cayó el equipo y dio un paso atrás. No es que hiciera mucho el Deportivo Alavés pero se volvió a ver un equipo titubeante y que perdía el balón para refugiarse atrás, en busca de mantener el resultado.
Siendo positivos, el nuevo sistema le da un aire diferente al Real Zaragoza y podemos adivinar a qué juega, pero subyace el grave problema del gol, que es en estos momentos imposible de solucionar. Ángel y Ortuño tienen muy poco acierto y juegan siempre por separado. Yo les pondría juntos, utilizando un 4-4-2 para darle un aire más ofensivo al equipo y sin ceder un ápice en el centro del campo. Pero la única opinión válida y que importa es la del entrenador, que por eso es un profesional titulado y con experiencia, que se juega cada fin de semana su puesto. Este tipo de decisiones no son asamblearias ni deben proceder de la grada ni de la prensa.
En cualquier caso, las ausencias por lesiones (Mario, Pedro, Rubén, Marc Bertrán y Jaime) y por la jornada FIFA (Vallejo y Bono), dejan muy mermado al equipo de cara al próximo compromiso en el Carlos Belmonte, como ya le ocurriera a Popovic la temporada pasada. Y no solamente para la víspera del Pilar.
Veremos cómo se resuelve el enigma.

Lo intentó Ranko Popovic pero no consiguió darle la vuelta a una situación que sigue empeorando cada semana. El empate arrancado en Lugo no ...


Lo intentó Ranko Popovic pero no consiguió darle la vuelta a una situación que sigue empeorando cada semana. El empate arrancado en Lugo no es suficiente y demuestra que el Real Zaragoza es incapaz de ganarle a nadie esta campaña. A lo sumo, jugando bajo el amparo de su afición y en una remontada épica superado el tiempo reglamentado hace ya varias semanas contra el Almería. Y así no puede plantearse una temporada donde se ha tenido el tiempo suficiente para armar una plantilla en condiciones para asumir el reto del ascenso. Ahora ya no parece tan completo el grupo donde falta un delantero centro goleador al margen de mayor inteligencia en el centro del campo para construir un fútbol mucho más ofensivo.
Después de una semana donde las declaraciones se han producido sin la presión de los medios de comunicación y han sorprendido a la afición, solamente queda claro que existe un tremendo nerviosismo dentro del club y que hay diferentes líneas de opinion en el consejo. Encendió la mecha Ranko Popovic antes del encuentro ante el Córdoba discriminando a los zaragocistas de los anti zaragocistas entre la afición y la prensa local. Y ni el técnico ni el equipo dieron la talla contra los andaluces y los navarros. Fernando Rodrigo pecó de ingenuo tras la derrota contra Osasuna y Martín Gonzalez fue demasiado impulsivo al organizar una improvisada rueda de prensa donde casi ofrece su cargo al club sin una comunicación previa con sus directivos.
Todo se hubiera resuelto con un cambio de actitud sobre el terreno de juego de Lugo, con una victoria que animase de nuevo a la afición. Pero el equipo terminó pidiendo la hora en otro final de partido donde los cambios no mejoraron en absoluto lo que se vio hasta la segunda parte en el estadio gallego. Y con seis puntos de dieciocho no está ni el entrenador, ni la plantilla, ni el director deportivo, cualificados para sacar pecho o pedir paciencia.
En consecuencia y exigiéndoles a todos menos protagonismo en sus declaraciones, consiste en trabajar más y mejor. Mordiéndose la lengua y entrenando con un esfuerzo mayor y con una mente mas abierta para sumir los cambios que sean necesarios para ganar. Es decir, menos tonterías y mejores resultados de una vez. Que para broma, ya vale.

Lo intentó Vallejo al final del partido pero no estaba el horno para bollos. Se marchaba el equipo cabizbajo y hundido a los vestuarios y ...

Lo intentó Vallejo al final del partido pero no estaba el horno para bollos. Se marchaba el equipo cabizbajo y hundido a los vestuarios y el capitán zaragocista llevó a sus compañeros cerca de las gradas para saludar a la afición. La gente está cansada, harta y sin ganas de gestos. Dos derrotas son demasiado, más cuando son en la Romareda y mucho más si la ultima es contra Osasuna. El crédito se ha terminado, las gradas del estadio municipal ya ha encontrado al culpable y pronto, si no se da un giro copernicano, los silbidos no solamente irán contra Popovic sino contra el palco presidencial.
Después del partido de esta mañana el Real Zaragoza está ya a siete puntos del líder (sorprendentemente Osasuna) y asomado al descenso a Segunda B. Lo que significa un insulto y una afrenta al zaragocismo, que observa atónito el lamentable juego blanquillo que no ofrece ningún tipo de estructura ni de planteamiento. Ni con Pedro ni sin él, ni con Hinestoza y Jaime en las bandas, ni con Vallejo en el centro de la defensa, ni con la vuelta de Aria, ni con la presencia de Erik Morán. Ángel y Ortuño no dan sensación de peligro y apenas entran en juego. En definitiva, un desastre absoluto que no da la sensación de que se vaya a resolver por sí mismo; las cosas se joden solas pero nunca se arreglan solas. 
Estoy muy preocupado porque, si no se pone fin a esta sangría, nos vamos a caer con todo el equipo. Aún se puede reconducir la situación si se toman las medidas pertinentes. Sin que le tiemble el pulso al consejo de administración tome la decisión que tome. Pero no es momento de esconder la cabeza bajo el ala porque por sí misma la situación va a cambiar. Y ya es hora de que dejen de pintarnos la cara en la vetusta Romareda cualquiera de los equipos de Segunda que visiten nuestro estadio. Querámoslo o no, este Real Zaragoza está cayendo en picado. Y hay que evitar el descalabro.

Se han disputado solamente cuatro jornadas de Liga y ya estamos atravesando la primera crisis de la temporada. La Romareda pide la sal...

Se han disputado solamente cuatro jornadas de Liga y ya estamos atravesando la primera crisis de la temporada. La Romareda pide la salida de Ranko Popovic del club después de jugar su equipo un encuentro muy desafortunado en casa. La teoría de hacer fuerte el estadio municipal se ha vuelto a romper hecha añicos y otra vez el coliseo zaragozano parece una ubre maternal que amamanta a todo aquel que rodee sus labios en ella. Ni se juega al fútbol, ni se defiende, ni se crea, ni se ataca. El balón se entrega al adversario y se espera que la calidad de Pedro, la velocidad de Jaime o el oportunismo de Ángel signifiquen el gol del triunfo. O que de una jugada a balón parado alguien meta la cabeza con fortuna. Pero eso no ocurre siempre porque solamente cuando se juega bien al fútbol, a veces se gana.
Da la impresión que no hay un esquema definido de juego ni una idea concreta de cómo afrontar cada partido. Pero esto no es nuevo, porque ya ocurría con Victor Muñoz, Paco Herrera o Manolo Jiménez,  por poner los ejemplos más recientes de un banquillo que parece maldito. Como pasara la temporada anterior, parece que cualquiera de los adversarios tiene un sistema propio; mejor o peor, con más acierto o menos, pero que todos los futbolistas saben lo que tienen que hacer en cada momento.
Ya desde el principio se le entregó el balón a los andaluces, que fueron tácticamente mejores que los blanquillos sin ningún tipo de planteamiento coherente. Con cuatro hombres atrás y un doble pivote defensivo, apenas se evitaban las incursiones por las bandas y al contragolpe del Córdoba, que también eran superiores en los balones colgados. Esto dificultaba la creación en el centro del campo y dejaba únicamente a Rubén y Cabrera como pateadores sin que Ángel tuviera el más mínimo contacto con el balón y que fueran solamente un adorno Pedro, Jaime y Jorge Díaz. Un equipo vacío y sin salida de balón que se vino abajo con el tanto de Pedro Ríos que pasado el primer cuarto de hora ya ponía por delante a los andaluces.
En la segunda parte la salida de Ortuño, Erik Morán y Abraham le dio algo de control de balón y profundidad al Real Zaragoza, que no supo aprovechar sus ocasiones. También es posible que el Córdoba se desentendiese del balón y buscase llegar sin problemas con el triunfo al final del encuentro, pero la impresión que daban los blanquillos es que podían estar jugando tres días y que jamás obtendrían el premio del gol. Se terminó defendiendo el área propia, agotados los jugadores y sin capacidad incluso de intentar ganar por la heroica, como hace quince días. 
Es muy pronto para arrojar la toalla, para abandonar, para despedirse del ascenso. Pero habrá que trabajar sin descanso y reconocer los errores, dejarse de protagonismos y de actitudes personalistas. Poniendo exclusivamente como horizonte el Real Zaragoza con mayúsculas y en el único objetivo para el que todos estamos luchando, en la medida de nuestras posibilidades.

La Romareda, lejos de presentar su mejor aspecto, volvió a rugir el sábado para amedrentar a un adversario que lucha por el regreso a Prim...

La Romareda, lejos de presentar su mejor aspecto, volvió a rugir el sábado para amedrentar a un adversario que lucha por el regreso a Primera División y para celebrar el triunfo. Que se produjo por la mayor confianza y fe del Real Zaragoza, superior a un Almería que pensó en dormir el partido cuando le dio la vuelta al marcador en la segunda parte. Pero los partidos duran más de 90 minutos y cambian su signo según el empeño de los contendientes. Y el equipo aragonés buscó la victoria hasta el final.
Jaime es un futbolista determinante por su velocidad y por su capacidad de sorpresa y, mientras no se lesione, un valor fundamental para desequilibrar cualquier defensa. Pedro es el futbolista de mayor calidad aunque a veces se empeñe en hacer las cosas más difíciles de lo que son. Ángel tiene el gol en su ADN y seguramente será un elemento básico para encontrar el gol aunque la contienda se atasque. Y por lo visto en la pretemporada, Hinestroza tiene asegurada una de las bandas. Con esos cuatro futbolistas el Real Zaragoza parece letal en el arranque de la temporada.
Con Dorca como el primer hombre por delante de la defensa, Wilk es un seguro a la hora de amarrar pero los árbitros le han leído ya la matrícula. Erik Morán es un futbolista más creador y con capacidad de unir el centro del campo con el ataque, especialmente en casa. No sabemos nada de Diamanka, que apenas ha aparecido en favor de un Aria que promete pero que no cumple hasta el momento.
Y atrás, a la espera de Manu Herrera, Marc Bertrán le da un plus de calidad a la defensa mientras en la otra banda espera Abrahan Minero su oportunidad para luchar con Diego Rico por un puesto. Cabrera es todo corazón y además se ha convertido en el goleador blanquillo mientras me sorprende que Vallejo no haya tomado todavía la batuta de mando en detrimento de Rubén, con Mario lesionado.
Así las cosas, Ranko Popovic también tendrá que asimilar su enorme responsabilidad y además de ser un formidable animador y líder en el vestuario, tomar las mejores decisiones durante el partido. Frente a la UD Almería acertó con los cambios, algo que no ocurrió en Miranda. Él debe mantener la sangre fría y la mente despejada en este proyecto que nos debe devolver a Primera División.
El camino que se debe seguir para ello estuvo marcado en la segunda parte del choque ante los andaluces. Y fue reconocido por un estadio que creyó en el equipo e hizo suya su ilusión para sumar la primera victoria de la temporada. Porque, en realidad, lo único importante es ganar.

Estamos ya en el ajo y parece que no nos ha sentado bien el primer viaje de la temporada. Acudimos con tristeza a Anduva con el sentimient...

Estamos ya en el ajo y parece que no nos ha sentado bien el primer viaje de la temporada. Acudimos con tristeza a Anduva con el sentimiento atravesado por el adiós de Valeriano. El "pirata" no podrá ver el ascenso con sus ojos terrenales que se cerraron horas antes del arranque de una Liga que promete ser la del regreso a Primera División del Real Zaragoza. Se marchó con discreción, evitándonos el sufrimiento de una agonía que no deseaba que padeciésemos sus amigos. Estaba cada vez más débil pero siempre parecía emerger de un destino que le atrapó, como lo hará con todos nosotros.
Fueron nueve años de trabajo codo a codo en la antigua Radio Zaragoza, en su mejor momento como reportero blanquillo de Heraldo de Aragón. Asumí desde el primer momento, allá por 1991, que era un personaje singular y que la base de nuestro éxito consistía en dejarle trabajar sin ponerle trabas, horarios ni obligaciones más allá de su entrega absoluta al periodismo deportivo. Con formas y maneras que a veces no compartía, pero con la convicción de su lealtad. Al ser colaborador de la radio se debía esencialmente al periódico, pero siempre me adelantaba las noticias que había podido conseguir antes de publicarlas, aunque no pudiera contarlas por la radio. Pero eso me permitía interpretar posteriormente la noticia y mejorarla una vez escrita.
Por culpa de un personaje vulgar, sin personalidad y cegado por la soberbia, no pudo llevar en su hombro el inalámbico la mágica noche de París en el Parque de los Príncipes. Muy a pesar suyo nos dejó solos a mi padre y a mi, sin poder contar lo que más le hubiera gustado. Yo lo entendí y jamás comentamos el hecho, que le dolió a él más que a mi. Pero son inolvidables los recuerdos de centenares de viajes, de anécdotas marcadas por la sonrisa y el buen humor. Me aconsejó bien, nos teníamos respeto y cariño, aunque en los últimos años apenas encontrásemos tiempo para hablar. Las prisas, el trabajo, seguir haciendo cosas... es una lástima que no hubiera abierto un paréntesis para saborear una copa con él y compartir tantas cosas que nos unían. Otra enseñanza más para incorporar a nuestra vida diaria, marcada por la exigencia y la rutina.
Valeriano no saltó el domingo con el gol de Cabrera ni se cabreó con el empate. Ya está en otra onda, la de disfrutar de las cosas que realmente importan y de dar pistas a sus amigos para que seamos más felices. Y en esa linea me gustaría decir que debemos ser exigentes pero tener paciencia, que el ascenso no se consigue mañana, ni en octubre, ni en marzo. Y que vamos a estar en un carrusel que nos llevará un día a la esperanza y a la ilusión y otro a los abismos, pensando en que tampoco esta campaña subiremos.
Calma. que llegaremos al final con las suficientes opciones para el ascenso. Y seguramente sin comprender muchas cosas de las que ocurren en este entorno zaragocista.

No ha sido un buen año. Se han unido situaciones difíciles a una vida ya de por sí difícil y que han evitado momentos necesarios de reflexió...

No ha sido un buen año. Se han unido situaciones difíciles a una vida ya de por sí difícil y que han evitado momentos necesarios de reflexión y toma de decisiones. Pero dentro de la batalla es imposible reaccionar muchas veces con la frialdad de la perspectiva porque tu único objetivo es salvar la vida. Se llegó hace casi un mes a un final futbolístico impensado durante el invierno y que llevó a la ilusión de conseguir un ascenso para el que quizás el Real Zaragoza no estaba preparado.
La gesta de Montilivi y el triunfo ante la Unión Deportiva Las Palmas en la Romareda dispararon las expectativas y se volvió a la intensidad que la afición del Real Zaragoza había perdido tras las dentelladas de los últimos años.
Seis minutos nos separaron del regreso a Primera División. Faltó fuelle, poso, inteligencia y confianza. El equipo insular fue superior y mereció un ascenso que también se había ganado durante la temporada regular. Pero el doloroso proceso posterior al partido fue compensado por la actitud de los seguidores canarios que reconocieron a los dos centenares de aficionados blanquillos, a los que aplaudieron mientras abandonaban el recinto deportivo. Se mezclaron abrazos, cánticos y buenos deseos que dejaron lo mejor del fútbol en esos momentos de zozobra.
Y así terminó una historia que enseguida se ha enlazado con el arranque de la pretemporada. Con las diferentes impresiones sobre la campaña de abonados en la afición, la mejoría de la situación económica para fichar, la llegada de un grupo de jugadores contrastados para el proyecto del ascenso y las dificultades del consejo de administración para retomar sus deseos de gestionar el estadio con la nueva corporación municipal salida de las urnas.
Ya estamos en el arranque de la petemporada, Falta poco más de un mes para el arranque de la liga en Miranda de Ebro. Y con un par de semanas de descanso, ya he comenzado a diseñar la temporada deportiva en Aragón Radio, donde el 28 de agosto cumplimos diez años. Espero comenzar un nuevo ciclo donde recuperemos las ilusiones de hace una década con la experiencia de estos dos lustros y el crecimiento personal y profesional de todo este tiempo. Quiero llegar en mi mejor momento al 28 de febrero de 2016, que cumpliré mis cuarenta años dedicado a la comunicación, a este increíble oficio de contar las cosas que pasan compartiendo mis emociones con aquellos que me escuchan.

Hace varios meses que no tengo la oportunidad de utilizar este medio discreto e íntimo para expresar mis sentimientos. La temporada ha sido ...

Hace varios meses que no tengo la oportunidad de utilizar este medio discreto e íntimo para expresar mis sentimientos. La temporada ha sido larga y con altibajos, pero la verdad es que han sido tantos los frentes en los que he tenido que luchar que me ha sido imposible estar en todos ellos. La nostalgia se unió a la melancolía y al atropello de tantas cosas por hacer, lo que me ha cerrado el camino a una reflexión periódica y profunda.
Restan cuatro jornadas para el final y todavía quedan opciones para que el Real Zaragoza se clasifique en sexta posición y dispute la promoción. En realidad depende de sí mismo, pero las lesiones y las sanciones vuelven a castigar a un equipo incompleto y cansado, sin apenas fuelle para asumir tres partidos en ocho días. A ratos soy optimista y creo firmemente en la disputa de unos play off apasionantes (si tenemos en cuenta de dónde venimos, no lo que hemos sido), pero en ocasiones pienso en que la desgracia nos persigue y que volveremos a quedarnos muy cerca pero que no llegaremos a conseguir el objetivo.
Estoy preparado para el ascenso y para repetir un año más en Segunda División. Regresar al primer plano del fútbol significaría un alivio, un suspiro, cambiar una dinámica de sufrimiento que dura demasiado. Pero seguir en el pozo del balompié ibérico tampoco sería tan duro como el descenso; a todo nos acostumbramos y consiste en luchar desde el principio por volver a Primera.
Lo que considero necesario es cambiar el prisma de mi propio trabajo y de mi vida personal, que apenas ha existido desde el pasado mes de agosto. Tanto correr para no llegar a ningún sitio, tantos esfuerzos en vano, tan pocas satisfacciones después de un trabajo permanente y abnegado, no pueden volver a repetirse. Pero hasta que no sepamos nuestro futuro personal y colectivo, es imposible trazar un plan y proponerse una hoja de ruta.
Por eso, tengamos paciencia y mantengamos la calma y la perspectiva estas próximas semanas que van a ser fundamentales para las decisiones que se tengan que tomar. Con una amplia sonrisa, el suspiro de la abnegación y el deseo que la luz se abra paso en la oscuridad de un
túnel demasiado largo y oscuro.

El  final y el comienzo del año se solapan sin apenas tránsito para el cambio. Se trata de un mero trámite, de un arrancar la hoja del calen...

El final y el comienzo del año se solapan sin apenas tránsito para el cambio. Se trata de un mero trámite, de un arrancar la hoja del calendario. Sin tiempo para actuar y con muchas cosas por hacer que no has tenido la posibilidad de terminar unas horas antes. Después de sumergirte en los debidos compromisos familiares y sociales, donde también te ves obligado a atar los cabos sueltos de un trabajo que nunca termina, el regreso a la actividad está marcado por la ansiedad de recuperar las horas y los días perdidos en un mes de diciembre lleno de actividad.
Dejamos 2014 con un empate en Miranda de Ebro y recibimos 2015 con la visita del Valladolid. Arriba en la tabla desde el comienzo y que le infligió al filial del Barcelona la goleada más escandalosa de la temporada para cerrar el año en el Nuevo Zorrilla. Con las dudas de siempre en la defensa y la inevitable sensación de incertidumbre de las últimas temporadas. No conseguir los tres puntos sería un golpe de importancia para aspirar a un ascenso tan imprescindible como complicado en una temporada diferente a la de los últimos años.
Mientras escribo estas líneas tengo la televisión encendida y de fondo, como siempre, el concierto de Año Nuevo. Desde siempre he pensado en el placer que debe significar encontrarse en Viena el 1 de enero junto a un puñado de elegidos para disfrutar de algo tan familiar como irreal de vivir en persona. Es como si el tiempo no pasara, como si se hubiera detenido en un bucle extraño donde ocurren cosas diferentes mientras sigues dando las mismas vueltas a todo. Entonces es cuando te ves más viejo, con ausencias a tu alrededor y algunas ilusiones emergentes que te permiten seguir adelante. Siempre encuentras la ayuda de alguien próximo a ti que te permite renovarte, siempre esperas la llamada inesperada que cambie tu vida, siempre buscas la sonrisa perdida que te permita pensar en una aventura... 
Otro año más; será el número 39 de mi carrera profesional que cumpliré el próximo 28 de febrero. Y aunque falta poco para que mi larga aventura termine, se abre un final apasionante con un montón de ideas y posibilidades que me permiten superar la monotonía, el cansancio y la soledad que en muchos momentos me invaden. Es el momento de seguir adelante, de buscar nuevos objetivos, de mantener intactas las realidades que ya tienes, de recordar sin nostalgia el pasado para aprender de las decisiones equivocadas. 
Feliz 2015, queridos amigos y cómplices, aunque a la mayoría no os conozca. Pero con la satisfacción de haberos acompañado en vuestro trabajo, estudiando, en la carretera, en las vacaciones, en momentos de frustración, de alegría, de dudas, de éxitos y de fracasos. Entre las sábanas mientras os refugiábais en el sueño, en los despertares, en los momentos más íntimos, en la mesa con vuestra gente, en un campo de fútbol o en una cancha de baloncesto, en internet, por la radio, a través de las imágenes de la TV, en las páginas de un periódico o de un libro, saludándome por la calle...
Ojalá este próximo año nos aporte aquello que necesitamos y que, como os decía ayer en facebook y Twitter, no os sorprenda tanto que consigáis lo que deseáis. Porque, en ocasiones, alcanzar una meta deseada con pasión obsesiva, significa no saber qué hacer con ella cuando se tiene entre las manos.


Hace casi tres meses que no me asomo a esta ventana que me proporciona la posibilidad de contar lo que pienso sin que tenga que representar ...

Hace casi tres meses que no me asomo a esta ventana que me proporciona la posibilidad de contar lo que pienso sin que tenga que representar a ningún medio o institución. Es posible que la obligación de escribir por lo menos dos comentarios al día me haya dejado sin ganas de seguir contando cosas. Como también es verdad que el agotamiento de estar al tanto de un montón de actividades, me produzca cierta pereza a la hora de contar las cosas que pasan por el puro placer de hacerlo.
Hoy no voy a hablar de fútbol, del Real Zaragoza, de su lucha por regresar a lo que fue y está tan lejos de volver, por todo lo que ha ocurrido en la última década y por la agonía del fútbol como elemento romántico de compartir sentimientos. Hoy voy a dejarme llevar por la melancolía y a aprovechar los próximos minutos para desahogarme.
Sinceramente estoy en la barrera del cansancio y la desilusión, agotado por comprobar la falta de estímulos que desde mi entorno me ayuden a seguir creando posibilidades de crecimiento apenas compartidas por nadie. Si el talento siempre está bajo sospecha, la combinación de trabajo constante con aptitudes y conocimiento, sacan de quicio a los mediocres que tienen la llave del calabozo. Y ahí ando sumido, en las cárceles de la angustia y la incomprensión mientras los cortos de talla mental, los pelotas del pequeño poder y los vagos, campan a sus anchas deteniendo el progreso de nuestra sociedad.
Tal es así que me planteo como una liberación el fracaso en todos mis proyectos para intentar descansar, para recostar mis huesos en la playa desconocida tras el naufragio y disfrutar de la soledad más absoluta.
Es curioso que los éxitos procuren más disgustos que placer y que la toma de decisiones te convierta en una persona sin vinculación con los colectivos que te rodean. Unas risas, un par de cervezas, hablar mal de los demás, unen a la gente sin un poso de compromiso ni profundidad. Y ese tipo de relación no me atrae en absoluto.
Me gusta crear, innovar, crecer en conocimientos de los sabios que caminan despistados con muchas más decepciones que yo mismo y que claman en el desierto su doctrina. Desearía tener fe, conservar la esperanza, pensar en que todo va a resolverse y que la negrura de la noche no significa que el sol ha desaparecido.
Pero no estoy ni seguro, ni convencido de ello; todo lo contrario. Y la pena es que, seguramente, dejaré de luchar para dejarme llevar por la corriente y no sufrir, aunque mi forma de ser provoque coletazos que me hagan saltar del agua y deslizarme en contra de la masa sin cerebro, de vez en cuando.
Soledad, cansancio y desilusión. Una mezcla contundente y peligrosa para acabar con el alma siendo absorbida por la implacable razón.

Hace tres meses, cuando el Real Zaragoza disputó su último partido de liga en la Romareda, no sabía si tendría la oportunidad de regresar ...

Hace tres meses, cuando el Real Zaragoza disputó su último partido de liga en la Romareda, no sabía si tendría la oportunidad de regresar al estadio municipal para transmitir otro partido del equipo aragonés. La oscuridad de una noche tormentosa amenazaba con destruir un patrimonio de varias generaciones de seguidores blanquillos y la afición estaba extenuada. Lo peor, no obstante, llegó después, con la disparatada sucesión de personalismos que algunos individuos protagonizaron para hacerse con la propiedad del club. Como también la actuación de ciertos fundamentalistas que, apoyando a unos u otros, quedaron en ridículo después de llenar las redes sociales con mentiras, falsedades e insultos. Esa actuación tan desafortunada estuvo a punto de reventar una operación, la llamada "tercera vía", que algunos conocíamos desde hacía unos meses y que no desvelamos para evitar que fracasara. Desde aquí, como hice en twitter el sábado tras el partido, quiero reconocer a personas que desean permanecer anónimas y que realizaron un enorme trabajo para que la Fundación Zaragoza 2032 se hiciera con el control del club blanquillo.
De la misma forma que se debe felicitar al equipo directivo y al cuerpo técnico por el trabajo desarrollado en poco más de un mes para liberar a la plantilla de jugadores que no interesaban por su ficha o por su rendimiento, organizar un sistema de trabajo con profesionales independientes y fichar una plantilla que se adecúa a las necesidades de Víctor Muñoz, cuyo esfuerzo ha sido también importante.
Todo esto se vio reflejado sobre el césped donde los chavales de la cantera y las nuevas adquisiones, jóvenes y veteranos, cumplieron con responsabilidad y compromiso. En un estadio que ya se asemejaba a la Romareda de otros tiempos, con una afición que animó con todo su corazón antes, durante y después del partido. Pese al golpe de encajar el gol del empate en el minuto 92.
Queda mucho trabajo por hacer pero el primer paso ya se ha dado. Habrá momentos de duda, de vacilación y de sufrimiento, sin lugar a dudas. Pero lo peor ha pasado y desde ahora debemos mantener el compromiso de unión con el Real Zaragoza para caminar con decisión hacia adelante.

La temporada comenzó el sábado en Huelva con la ilusión de un cambio de ciclo, el temor a ser optimistas por el síndrome de Estocolmo que ...

La temporada comenzó el sábado en Huelva con la ilusión de un cambio de ciclo, el temor a ser optimistas por el síndrome de Estocolmo que padece la afición blanquilla después de nueve años bajo la sombra de Agapito, y la certeza de no haber completado una plantilla competitiva por falta de tiempo y dinero para ello. Pero el transcurso del partido frente al Recreativo demostró que sobre el terreno de juego había compromiso e intensidad, y que además de un interesante juego defensivo se crearon las suficientes oportunidades de gol para haberse llevado los tres puntos.
Fue un buen inicio si tenemos en cuenta de dónde venimos y de el tremendo esfuerzo que los nuevos dirigentes del club están poniendo sobre la mesa para normalizar la situación deportiva, económica y societaria del Real Zaragoza. Falta mucho para que el equipo se conjunte, tenga una columna vertebral sólida, especialmente porque faltan cinco o seis jugadores para cerrar el plantel. Y que los jugadores se conozcan, asimilen el sistema de Víctor Muñoz y adquieran la confianza suficiente para luchar por el regreso a Primera División. 
El Nuevo Colombino fue el arranque del nuevo Real Zaragoza, que busca desligarse de un pasado sombrío y destructivo, un paréntesis negro en la historia de la entidad que necesita volver a demostrar al fútbol que lucha por ser lo que fue durante muchos años. Y no va ser ni sencillo, ni inmediato, ni definitivo. 
Este sábado en la Romareda la afición ofrecerá su punto de vista en la Romareda. Y ojalá que las gradas regresen al colorido de antaño y se viva una jornada positiva, con alegría dentro y fuera del estadio municipal y que los jugadores sientan un cariño especial que les permita jugar con tranquilidad y confianza. Es muy importante, vital, recuperar el eco del graderío y que la voz del zaragocismo se escuche cada vez con más fuerza.
Yo voy a aportar lo que pueda, con toda mi voluntad y carácter, para que el clima sea favorable y que juntos, con mucho trabajo y mucha paciencia, demos el primer paso hacia nuestro futuro.

Esta es la imagen del estadio municipal sin público, una vez finalizado el partido del pasado sábado con otra decepción más en las vacías gr...

Esta es la imagen del estadio municipal sin público, una vez finalizado el partido del pasado sábado con otra decepción más en las vacías gradas de la Romareda. Solamente deambulaba por las escaleras algún compañero de los servicios técnicos recogiendo los cables y los aparatos de transmisión, con los jugadores fuera ya del recinto y yo hundido en el asiento de plástico del palco de prensa. Imaginaba si iba a ser el último partido que presenciara allí, la despedida de 82 de historia del club y de 38 comentando y transmitiendo los partidos del Real Zaragoza.
Recordaba el gol de Roger y su escaso valor, pero cantado con la misma emoción de siempre, porque trasladar a los oyentes la alegría de un tanto a favor supone casi lo mismo que conseguirlo, por lo menos para mi. Y buscaba en mi mente el primer tanto que viví en el coliseo zaragocista mediados los años sesenta, un penalty que transformó Eleuterio Santos contra el Córdoba. Después hubo muchos más partidos, muchos más goles, muchos más triunfos, hasta ahora.
Soledad y rabia. Esos eran mis sentimientos porque el cansancio de contar derrotar, de ser portador de malas noticias, te lleva a endurecer tu corazón y a permitir que el disgusto pase de largo sin cebarse en tu mitigado dolor. Pero llega un momento que es imposible y que surge el lamento, el grito sordo sin nadie a tu lado, preguntándote por qué nos está ocurriendo esto. Qué venganza se adhiere a nuestro futuro para condenarlo de esta manera. O si es solamente una prueba de resistencia y todo terminará en breve.
Despedir la liga en tu estadio con un pobre empate que significa haber perdido 35 puntos en tu campo es tan triste como real. Y las nubes que se abrían después de la tormenta, extinguidos los truenos que parecían venir del infierno, nos daban a entender que después de la tempestad llega la calma. Aunque la sensación sea de una tregua en el huracán que puede borrar del mapa a un Real Zaragoza sin alma.

Diez minutos bastaron para darnos cuenta que la UD Las Palmas iba a ganar el partido. Calidad, talento y gol. Muchos argumentos más que lo...

Diez minutos bastaron para darnos cuenta que la UD Las Palmas iba a ganar el partido. Calidad, talento y gol. Muchos argumentos más que los de un Real Zaragoza que salió rendido al terreno de juego. Faltó intensidad, anticipación y talento, lo que supone sumergirse en la más absoluta mediocridad que es donde nos merecemos arrastrarnos. Víctor Muñoz no tiene soldados para la batalla, pero se empeña en buscar la chispa en futbolistas como Barkero y Luis García, más jóvenes que un Valerón que dio otra lección de fútbol en la Romareda. Un estadio avergonzado de tanta derrota, de tan poco fútbol, de tan esa casa calidad. Pero no son los únicos culpables, todos estuvieron otra vez por debajo de sus posibilidades.
Acudió menos gente que de costumbre, que ya es poca. Y se marchó, como siempre, antes de terminar el partido porque la capacidad goleadora de este equipo es insignificante. Un arreón que duró un cuarto de hora y poco más, porque los insulares controlaban el partido y lo durmieron hasta que terminó, con molestias musculares, calambres y desfondamiento físico. Los nervios corroen las entrañas y el miedo provoca que se olviden incluso los fundamentos más elementales.
Ahora se abre un tiempo donde habrá que sumar los puntos necesarios para no descender, que sería lo mismo que desaparecer. Y entre col y col, a la espera de noticias sobre la posible venta de la sociedad, algo que se espera desde hace tiempo pero que nunca llega. Es posible que el fracaso deportivo suponga una venta, que podría enmarcarse en los mismos parámetros de los ocho años de Agapito. Desde el propio entorno del club se habla de que los pasos se han dado y que solamente queda la firma. Pero en las condiciones en las que está el club la agonía puede ser todavía más larga y penosa, con mayor desesperación y ruina.
Ahora estoy más triste que nunca, no por esperar un triunfo que alimentase falsas esperanzas de ascenso, sino porque la realidad es tan brutal que no deja de provocarme una honda depresión de la que no es fácil salir. Una temporada larga, convulsa, decepcionante, con un final doloroso no por menos esperado.

Vuelvo de Gerona después de cenar, con la tranquilidad de la noche y asumiendo la pobreza de un club que no sabe defender su histórico p...

Vuelvo de Gerona después de cenar, con la tranquilidad de la noche y asumiendo la pobreza de un club que no sabe defender su histórico pasado. Ni luchar por un futuro mejor, posiblemente porque no está preparado para ello. El juego del Real Zaragoza ofende a su afición por su escasa calidad y su discutido compromiso. Dejarse la piel en el campo no es suficiente, cuando es incapaz de proponer talento y ofrecer un mínimo de solidez. El equipo catalán es el peor de la categoría, estuvo a merced de los blanquillos durante más de una hora pero terminó ganando por 2-0 ante los burdos errores defensivos de siempre y la nulidad ofensiva de proyectos de goleadores sin terminar de cuajar.
La derrota del domingo es un fracaso sin paliativos, un desastre amargo para los aficionados que acudieron al campo rojiblanco y para los que lo escucharon por la radio o sufrieron con las imágenes por internet ofrecidas por la Liga. Que esa es otra, la organización televisiva de una Liga mediocre tanto en Primera como en Segunda que amenaza con cargarse un negocio que ya no lo es tanto para nadie. Todo son escándalos, desmesuras, vulgarización de la competición para mayor gloria de los antagonistas, con invitados especiales que utilizan los poderosos como excusa  y que se aprovechan al final tambien de ellos.
Estoy triste por la derrota porque a veces pienso que es posible el milagro y cuando más bajo la guardia, más fuerte recibo el golpe de la realidad. Aunque, a decir verdad, ya empiezo a notar cada vez menos el dolor por la frecuencia de las agresiones.

Conseguir los tres puntos frente al Real Jaén era un fin en sí mismo. Al margen de jugar bien, de crear ocasiones de gol o de dominar el pa...


Conseguir los tres puntos frente al Real Jaén era un fin en sí mismo. Al margen de jugar bien, de crear ocasiones de gol o de dominar el partido. Por eso mismo, que el encuentro fuera aburrido, sin tensión ni calidad, importaba muy poco. O que el adversario llegase a jugar mejor el balón, o desperdiciase dos claras ocasiones de marcar. El único objetivo era la victoria y a estas alturas los tres puntos siguen alimentando las ilusiones de muchos zaragocistas.
Los empates de Vitoria y Soria fueron pobres y con muy escaso valor, arrancados después de mucho sufrimiento y arrojando por la borda un triunfo que hubiera servido de mucho para la segunda opción, que no es otra que conseguir un puesto en la promoción. Ganarle al Éibar fue providencial y retomar el sabor por el triunfo en el estadio municipal, un sorbo de agua para seguir bajo el implacable sol del desierto.
Solamente nos queda seguir hacia adelante, sin conocer el futuro. Sin saber si esta lucha contra el destino valdrá para algo o el club desaparecerá, como venganza de García Pitarch a Agapito, o como actitud de despecho del máximo accionista contra una masa social que no le perdona su paso por el club. Incluso que el tinglado se desmorone por sí mismo, al no poder aguantar embargos, denuncias o impagos.
Corren malos tiempos para el zaragocismo, ahogado en su propia sangre, derramada por la voracidad de quienes han pretendido desnaturalizar la esencia del sentimiento futbolístico para su propio provecho. Ahora, en las oscuras cloacas del desengaño, la crispación y el hastío llaman a la desunión. Y al mismo tiempo, aún hay quien pretende sacar tajada de este descalabro.
El domingo hay que ganar, como sea. Porque cada victoria enciende una llama en el estéril corazón de los jugadores, hace más fuerte al entrenador y nos acerca a la promoción, triste objetivo casi imposible que provoca sueños en la buena gente que siente en su pecho el escudo del león.



Todos teníamos una gran ilusión con la llegada de Víctor Muñoz al banquillo del Real Zaragoza. Y la ilusión provoca esperanza e incluso eu...

Todos teníamos una gran ilusión con la llegada de Víctor Muñoz al banquillo del Real Zaragoza. Y la ilusión provoca esperanza e incluso euforia, dejando de lado la realidad. Lo cierto es que el equipo había caído en picado con el comienzo de febrero y la inercia era tan fuerte que la llegada del Deportivo solamente podía terminar en una nueva derrota en la Romareda. La plantilla es de tan bajo perfil, tan limitada y con una moral tan disminuída, que el tanto de los gallegos rompió el motor del equipo. La segunda parte aún fue peor, confirmándose la escasez de gol y la falta de fuerzas sobre el terreno de juego.
El entrenador aragonés ya ha sido claro en su pronóstico: consiste en evitar el descenso a Segunda B como sea. Sin mirar a otras opciones, sabiendo que cada partido va a ser una amargura y que se tienen que ganar la mitad para asegurarse la permanencia. Así de sencillo y así de complicado.
Ahora consiste en recuperar futbolistas como Víctor Rodríguez, Acevedo o Ángelo Henríquez. Que como no han jugado, se postulan como recambio. Además, debemos tener en cuenta que César Arzo está sancionado para el desplazamiento a Vitoria y que las lesiones o las tarjetas mermarán los escasos efectivos blanquillos.
Víctor Muñoz no puede obrar milagros y lo sabe, pero me parece que no estaba al tanto de la profundidad del desastre zaragocista. Que es enorme. Quizás, al habernos acostumbrado, hayamos perdido la perspectiva. Pero jamás en Segunda División se habían perdido tantos partidos en casa, el equivalente a 28 puntos que es una sangría insostenible.
Pensar a estas alturas que el club puede descender a Segunda B da miedo, terror, inmoviliza por las consecuencias que puede tener para la capital aragonesa y no solamnente en el plano deportivo. Ojalá esta sensación de que va a estallar todo, mueva a empresarios, instituciones y demás, a volver la cara a la realidad y no esconderse para evitar mojarse en el barro. Porque los ciudadanos también demandarán a quienes se hayan lavado las manos como Pilatos.

Han ocurrido muchas cosas desde la derrota en Ponferrada. Un tropiezo cruel con goleada incluida que puso a los pies de los caballos a Pac...

Han ocurrido muchas cosas desde la derrota en Ponferrada. Un tropiezo cruel con goleada incluida que puso a los pies de los caballos a Paco Herrera, virtualmente cesado desde hace semanas. Solamente quedaba un empujón después de la masiva protesta del público en el último partido jugado en la Romareda. El técnico catalán ha sido superado por los acontecimientos y devorado por la situación, algo habitual en el Real Zaragoza de Agapito Iglesias. Y se marchó de Zaragoza en una rueda de prensa muy corta, vacía de contenido y sin posibilidades de preguntas por parte de los periodistas presentes en el acto.
Jesús García Pitarch apenas dijo unas palabras en el adiós del técnico catalán y apenas unas frases de bienvenida con la llegada de Víctor Muñoz. Su llegada fue una sorpresa después de que Agapito prefiriese a Víctor Fernández para su primer proyecto y no se cortó en su presentación desmarcándose del máximo accionista y dejándole en evidencia. Pero ahora lo más importante es que tome las riendas y comience a ganar partidos; primero, para asegurar la permanencia y después, para intentar meter al equupo en los play off.
Confío en la capacidad de estímulo de Víctor Muñoz y en su contrastada capacidad táctica. Conocerá a estas alturas de la semana los puntos fuertes y las debilidades del conjunto gallego y, por supuesto, lo que puede dar de sí su plantilla.
Aún así, lo normal sería que el Deportivo puntuase en la Romareda. ha conseguido veinticinco puntos fuera de casa, los mismos que en Riazor, con tan sólo nueve goles encajados. Y si es capaz de provocar la inseguridad y el nerviosismo en el equipo maño, es posible que moralmente se venga abajo el Real Zaragoza.
Al margen de la calidad, la preparación física y la dinámica, creo en el factor emocional. Y si Víctor Muñoz es capaz de encontrar el camino a la mejora de la estima zaragocista tendremos mucho ganado de cara al partido del domingo, donde la presencia del público y la actitud de lan grada será también fundamental.
La llegada de Víctor Muñoz es el último tren que puede tomar el Real Zaragoza  para intentar cambiar esta dinámica tan negativa. pero creía lo mismo cuando se hizo cargo Manolo Villanova hace siete años del equipo y no pudo evitar el descenso a Segunda División.

Abandonar Huelva con la noche encima, ver cómo partía el autocar del Real Zaragoza en la soledad más absoluta y con caras cansadas, mezc...

Abandonar Huelva con la noche encima, ver cómo partía el autocar del Real Zaragoza en la soledad más absoluta y con caras cansadas, mezcla de resignación e impotencia, me provocó una sensación de profundo abatimiento. Minutos antes el entrenador repitió hasta tres veces que si no estaban satisfechos con su trabajo, que le echasen. Esa dura y cruenta guerra interna para que dimita Paco Herrera y su reacción pública conminando a la directiva a su cese, no hace nada bien al espíritu del grupo.
Y eso que el Recreativo no demostró una solidez de líder, una contundencia de aspirante definitivo al ascenso directo. Por supuesto sabe a qué juega, tiene profundidad ofensiva y gusta de la posesión del balón, pero pudo perder perfectamente el sábado en el Colombino. Si no hubiera sido por el penalty cometido por Abraham, ahora estaríamos con dos puntos más en la pomada. Otra vez los pequeños detalles derrumbaron un posible triunfo tan inmerecido como estéril.
La realidad del día a día, la historia reciente, el clamor ahogado de la afición, destrozan un equipo que podía ser la punta de lanza de la salvación deportiva. Porque, pase los que pase en los tribunales, en las entrañas del club, la supervivencia comenzará con el ascenso. Si no se consigue el regreso inmediato a Primera División el Real Zaragoza se desmantelará, se quebrará su estructura y pondrá camino a su final. Incluso para una posible venta el valor de la sociedad sería mucho mayor porque los ingresos por los derechos de televisión son fundamentales para la subsistencia.
Va a ser muy difícil conseguir el regreso a Primera División directamente, tendría que dar un giro copernicano el equipo y ganarlo prácticamente todo, pero la promoción sigue estando ahí. Y estoy convencido que, solamente por el apoyo agónico del zaragocismo, por esa actitud de generoso compromiso, la vieja Romareda volvería a vibrar como siempre ha hecho en los momentos más importantes, si llegase el caso.

Es lógico que la gente se marche después de marcar el segundo gol el Castilla. Ya no había nada que hacer y era una pérdida de tiempo qued...

Es lógico que la gente se marche después de marcar el segundo gol el Castilla. Ya no había nada que hacer y era una pérdida de tiempo quedarse para abroncar al equipo. Los que se mantuvieron en las gradas sufrieron todavía más cuando se acercó el tercer tanto de los filiales merengues que hubiera hecho más triste la derrota. Los números son inapelables: veintitrés puntos perdidos en la Romareda, uno de doce puntos en los cuatro últimos encuentros y un gol conseguido en febrero. Números de preocupación por la permanencia después de ese atisbo de ilusión que emergió en enero. Fue simplemente un espejismo que nos hizo ver un oasis en un desierto que permanece implacable sin agua ni vegetación.
Las discusiones del secretario técnico con el entrenador, la actitud beligerante del director general, la presencia en los juzgados de Agapito Iglesias, la denuncia por impago de Manolo Jiménez, la razón otorgada en los tribunales a Romaric, no auguraban nada bueno. Con tantos problemas (incluidos los relativos al cobro de los futbolistas) es difícil aguantar el ritmo de competición. Y más cuando tienes jugadores apartados, lesionados o sancionados. Un formidable caldo de cultivo para el fracaso.
No prosperó la iniciativa de algunos movimientos zaragocistas para abandonar la Romareda al descanso y regresar cuando comenzase la segunda mitad. La gente acude por inercia al estadio, los pocos que van, y no tienen en su mayoria ganas de complicarse la vida. Es entendible que algunos intenten oponerse a la propiedad y también que la mayoría no desee manifestarse.
Se habla de muchas cosas, las dudas son enormes en el zaragocismo. Desde la liquidación de la compañía al terminar la temporada, al descenso a Segunda B o a la venta de las acciones de Iglesias García. Es un hervidero de rumores movidos por la necesidad de que ocurra algo que ponga punto final a una situación insostenible.
No lo sé, nada hay confirmado ni los indicios se pueden interpretar como signos en uno u otro sentido. Habrá que esperar, seguir sufriendo y pensar en un final o en un principio según el carácter de las personas. Lo más triste es que todo es susceptible de empeorar y que, posiblemente, no hayamos tocado fondo todavía. Como decía Friedrich Nietzsche, "la esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre". Y para no ser negativo, un regalo deKhalil Gibran a los optimistas: "en el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente". Quédense con lo que prefieran.

Es totalmente injustificable el fútbol que ofrece el Real Zaragoza y la racha de marcadores adversos de los últimos partidos. Aunque el em...

Es totalmente injustificable el fútbol que ofrece el Real Zaragoza y la racha de marcadores adversos de los últimos partidos. Aunque el empate en Tenerife haya sido afortunado e injusto, un punto a estas alturas de la temporada es muy poco si se pretende el ascenso. Que el Éibar te saque ocho,  es una humillación difícilmente soportable, aunque te estén echando una mano el Deportivo, el Lugo o el Mallorca que parecen no querer aprovechar los continuos descalabros zaragocistas.
Ahora resulta que el Barcelona B no es tan bueno y cae ante el colista, el filial del Real Madrid. Se conoce que los "niños" del conjunto azulgrana solamente juegan bien ante equipos que no presionan, que se cuelgan de su propia portería o que no tienen el amor propio de intentar jugar al fútbol. ¿Y del Lugo, qué me dicen? Goleado por el Girona, colista como el Castilla, que le ha hecho media docena a los de Quique Setién, aparentemente imbatibles para nuestros futbolistas.
Paco Herrera se justifica con la falta de jugadores para mantenerse hasta que le cesen, con deseos de que esto suceda para cobrar el finiquito y olvidar esta pesadilla. Ahora resulta que el problema es el entorno, con los medios de comunicación que solamente hablamos de cosas feas. ¿Hay que eludir el problema de las denuncias? ¿De los impagos? ¿De las salidas de tono del director general? ¿De las permanentes lesiones de los jugadores? Esas noticias proceden del propio club y no nos las inventamos. Y un profesional tiene que asimilar estas circunstancias y jugar al fútbol, que es su obligación.
Ya está bien de escudarse en las actuaciones arbitrales, el estado del terreno de juego, las ganas del adversario o su potencial. De preparar el partido con cambios en la formación titular y en el esquema en función del adversario. Ya vale de tanto fútbol vulgar, mediocre y sin calidad. Sin actitud ni vergüenza torera.
El Real Zaragoza es un equipo mal trabajado tácticamente, sin un sistema definido, sin líderes y sin capacidad creativa. Que ni sabe defender, ni mantiene la posesión del balón, ni juega al contraataque. Y esa no es culpa de la afición, ni de la prensa local.
Basta ya de tanto lloriqueo, de tantas quejas, de tanta estupidez. La culpa, del empedrado. Y así no se puede empezar a buscar ninguna solución porque no se asume ni la culpa, ni la responsabilidad, ni la obligación de solucionar los problemas.

No he tenido ni tiempo ni ganas de asomarme a través de este blog. Generalmente soy más comedido en mis comentarios en la radio y la telev...

No he tenido ni tiempo ni ganas de asomarme a través de este blog. Generalmente soy más comedido en mis comentarios en la radio y la televisión o en mis apreciaciones a través de twitter o facebook. Esta ventana es más exclusiva, más particular, más interior. Y por eso no pretendo airear mi enfado ni dejarme llevar por las vísceras aunque sea mi primera intención vomitar toda la desilusión y decepción que llevo dentro.
Las dos derrotas consecutivas en la Romareda y en Lugo han hecho mucho daño. No son de recibo ninguna de las dos, aunque se diga que el filial azulgrana es un grandísimo equipo plagado de futuras estrellas internacional. De momento, algunos son juveniles y habrá que ver si realmente son el recambio de Puyol, Busquets, Xavi, Iniesta, Cesc, Pedro, Neymar o Messi. Les falta experiencia y rodaje, aunque tengan un alto nivel balompédico. El baño fue espectacular y el ridículo, espantoso. Ni Paco Herrera ni su equipo tenían argumentos para justificar semejante vergüenza. Pero volvió a ocurrir lo mismo en el "Anxo Carro", donde el conjunto maño salió a dejar pasar los minutos, evitar el gol contrario e intentar aprovechar alguna ocasión para marcar. Vamos, lo mismo que en Sabadell, Jaén o Éibar.
El entrenador ha perdido el rumbo, no sabe por dónde le da el aire y aguanta porque tiene un año de contrato además de esta temporada. Se echa a la espalda lo que se le viene encima y observa su pre jubilación con tranquilidad mientras deja pasar el tiempo. No tiene plantilla, no le han venido refuerzos y apenas tiene relación con el club. Y los actuales dirigentes están metidos en batallas estériles que no benefician ni al Real Zaragoza como institución, ni al club en el apartado económico. La salida de José Mari, la convocatoria de Paredes en Lugo y el esperpento de Movilla, al que también colabora el futbolista, dice muy poco de la seriedad de los responsables de la gestión.
Este club se desmorona, se viene abajo con estrépito. Con el máximo accionista imputado, la afición desmoralizada por la situación y el futuro cada vez más oscuro. No funciona nada en el Real Zaragoza y el dolor es inaguantable para muchos, que deciden prescindir de semejante sufrimiento para disfrutar algo más de la vida, que bastante jodida está.
Estamos en un agujero negro, absorbidos por fuerzas incontenibles, sin saber ni el final ni cuándo se producirá. Una incógnita cuyos resultados solamente pueden ser malos o peores a no ser que la fortuna nos eche una mano.