He esperado un par de días para escribir sobre el triunfo del Real Zaragoza en la Romareda contra el Athletic. No quiero que la euforia nub...

He esperado un par de días para escribir sobre el triunfo del Real Zaragoza en la Romareda contra el Athletic. No quiero que la euforia nuble la realidad de los acontecimientos y contamine mi escepticismo. Fue un triunfo importante, merecido y con un gran esfuerzo de los jugadores pero no olvidemos que el equipo bilbaíno llegó con bajas importantes por las rotaciones y con la mente puesta en las dos finales que deben de disputar. Aún debemos ganarlo todo y esperar a lo que hagan los demás, lo que nos deja en una situación precaria para el futuro más inmediato.
Mañana jugamos contra el Levante, un equipo admirable que ha sabido aprovechar al máximo todos sus recursos y posibilidades dándole otro aire a la Liga. No bajarán los brazos en la Romareda y llegarán sin más presión que la que ellos mismos se pongan. Por eso serán más peligrosos ante un Real Zaragoza agotado, con bajas y la necesidad de ganar.
La afición será otra vez muy importante en este partido, como lo ha sido últimamente. Los ánimos desde las gradas cubrirán los vacíos de juego, el cansancio de los futbolistas, la impotencia si el marcador es adverso. Se trata de una gran responsabilidad para los jugadores que saben de la absoluta implicación de la hinchada blanquilla. Y que están en deuda con la gente que acude al campo y crea un ambiente favorable para ellos.
Solamente nos queda esperar, disfrutar con el sufrimiento que nos lleva al éxito, confiar en los jugadores y que los demás fallen. En este doble juego se basa nuestra permanencia, lo que le da más emoción a la jornada.

Lamento ser tan crítico pero creo que la plantilla no ha rendido al límite de sus posibilidades, espcialmente en comparación con la afició...

Lamento ser tan crítico pero creo que la plantilla no ha rendido al límite de sus posibilidades, espcialmente en comparación con la afición zaragocista. Creo que han bajado los brazos antes de tiempo o han fundamentado la permanencia en la Romareda olvidándose de Mallorca. Fútbol ramplón, sin tensión, sin profundidad y sin fe, carente de los deseos de sumar puntos para rentabilizarlos en las últimas jornadas. Como un golpe de autoridad frente al Granada y especialmente ante el Villarreal, que se ven en primera gracias a la falta de exigencia del Real Zaragoza.
No me esperaba una respuesta tan vacía y con tan pocos argumentos como en el estadio bermellón. Sin disparar a puerta es imposible marcar, sin presionar no es fácil arrebatar balones al contrario, sin fijar la defensa en las jugadas de estrategia le damos ventaja a los demás. Total, un auténtico fiasco en una jornada donde todos los demás se posicionan y nosotros hemos quedado retratados.
Porque el Athletic y el Levante buscan Europa, al margen de haber cubierto sus expectativas esta Liga ambos clubes, los próximos rivales y que acudirán con una tensión positiva mucho más enriquecedora que nuestra miseria. Esperar que los demás fallen sin ganar nosotros es tan estúpido como inútil. Y así nos luce el pelo.
Queda menos de un mes, solamente cuatro jornadas, con unas opciones mínimas de permanencia. Tiene  que pasar muchas cosas para que nos veamos favorecidos por la fortuna y no somos capaces de luchar por lo nuestro. Sin dar un paso al frente es imposible caminar; nos quedamos atrás por la cobardía que alimenta el miedo, por la resignación que da la autocompasión, por las urgencias de terminar como sea, con tal de no prolongar más la agonía.
Otra vez la afición ha sido más fuerte, más intensa, más comprometida con el club y con su historia. Si no se le gana al Athletic la Segunda División será un hecho. posiblemente vuelvan a cargarse las tintas contra el presidente y máximo accionista que podría haber llegado a pensar que, en Primera División, la gente olvidaría el pasado y él se convertiría otra vez en el "mesías" de un club que no necesita de este tipo de salvadores para subsistir.
La pregunta es si realmente ocurrirá algo si se certifica el descenso antes de terminar la temporada.

No fue el partido que esperaba; mejor dicho, no era el que deseaba. Fue trabado, intermitente, feo y con muchos nervios; demasiados. El Gr...

No fue el partido que esperaba; mejor dicho, no era el que deseaba. Fue trabado, intermitente, feo y con muchos nervios; demasiados. El Granada tiene más calidad y ahora cinco puntos más que nosotros tras la victoria zaragocista, lo que es una buena noticia. Una más, imprescindible para seguir en la lucha. Queda muy poco tiempo para el final de la Liga, menos de un mes, pero son muchos partidos y todos imprescindibles. Hay que ganarlo todo para conseguir la permanencia y parece demasiado.
Fue decepcionante el partido en Sevilla, donde el equipo no dio la talla. Y se perdieron tres puntos vitales, incluso el empate hubiera valido. Pero llegamos al final de esta Liga muy justos y con un tremendo cansancio, con la presión de la necesidad de ganarlo todo. Un solo error sería tremendo, la hecatombre dentro de una situación extraordinaria donde la afición ha vuelto a ser quien lidere el club tras el abandono del presidente. Un abandono testimonial, ya que no acude al palco de la Romareda pero alardea de las agónicas victorias del equipo.
Perdemos efectivos por lesión, por acumulación de tarjetas, por expulsiones... Cada uno de los encuentros que faltan para terminar la Liga son definitivos. Pero de uno en uno, sin pensar en el siguiente.
Queda lo más difícil y se trata de superar con éxito una situación muy complicada. No sé si se han disparado las expectativas de permanencia pero seguimos en posición de descenso y dependemos de los demás. Creo que hay que exigirles más a los componentes de la plantilla, estamos en el tramo final de la competición y no podemos fallar. Sería una faena que la afición blanquilla no merece. En absoluto.

Fueron muchos los sentimientos contrapuestos que experimenté tras la derrota de anoche en la Romareda. Es verdad que la entrega demostrada...

Fueron muchos los sentimientos contrapuestos que experimenté tras la derrota de anoche en la Romareda. Es verdad que la entrega demostrada por el equipo y la respuesta de la afición fue magnífica, digna de una noche épica en el estadio municipal. Me sentí orgulloso del zaragocismo, capaz de dar la cara en los momentos más difíciles y de mantener con vida la llama de la ilusión, por más tenue que sea su luz. No pude sentirlo en vivo, porque la codicia de los dirigentes deportivos impide la entrada de las emisoras de radio a los campos, pero lo que me transmitió el sonido ambiente que me llegaba y lo que observé a través de la frialdad de la televisión, me emocionó. Una hinchada capaz de resistir de este modo merece la recompensa de la permanencia y de un cambio en la dirección del club para acometer proyectos más sólidos y colectivos.
Pero la presencia de seguidores barcelonistas de origen aragonés infiltrados en las gradas que gritaron "a segunda, a segunda" cuando el equipo catalán remontaba y machacaba innecesaria e injustamente al Real Zaragoza, me dio pena. Por encima de la sorpresa, de la indignación, del enfado. Esa actitud es de personas acomplejadas, inferiores, que se dejan llevar por las modas y que reniegan de lo suyo para aparentar ser más que los demás.
Como ya he dicho muchas veces, creo profundamente en la libertad de expresión; pero hasta el límite del respeto a los demás. Cada uno puede sentir los colores de quien quiera, de animar en cada lugar que visite a su equipo, pero sin ofender al resto y menos en esta situación tan comprometida, tan injusta. Sí, el Barcelona tiene más títulos, más presupuesto, mejores jugadores, un número de abonados y seguidores mayor. Y más apoyo político y financiero, por supuesto. Pero, como dije anoche en twitter, "es más digno apoyar a tu equipo en la pobreza que regodearse del humilde con tu riqueza".
Los de siempre, media docena de personas con escasa formación y una pobre inteligencia emocional, me atacaron con lo de siempre: que hay que ser objetivo, que si el Real Zaragoza merece estar en Segunda, que si me pagan con el dinero de sus impuestos... Hay que ser imparcialmente subjetivo, porque somos sujetos y no objetos. En el periodismo deportivo forma parte del espectáculo la opinión del profesional y del medio. No tiene cabida la crónica aséptica, todos estamos comprometidos con alguna causa. Y el que se lleve las manos a la cabeza por eso no está en este mundo. Que el Real Zaragoza merece estar en Segunda es una aseveración contradictoria; es verdad que la gestión del club ha sido desastrosa y que fruto de ello el club esté en la ruina, no tenga patrimonio deportivo y que la fractura social sea un hecho. Pero esa culpabilidad recae exclusivamente en Agapito Iglesias y su equipo directivo. El Real Zaragoza como institución, como emblema de una Comunidad, como correa transmisora de varias generaciones de seguidores, no merece encontrarse en esta situación. Y es loable que muchos miles de persones estemos luchando por cambiar esa tendencia. Y en cuanto a la tontería de los impuestos, algunos tendrían que cerrar la boca tan fuerte que se partieran los dientes. Ni soy funcionario ni siquiera tengo contrato laboral con Aragón Radio. Administro una empresa de comunicación que presta unos servicios a la cadena pública con personal propio. Es decir, creo empleo y riqueza lo que mis escasos y patéticos detractores seguramente no harán. Se quejan de vicio generalmente los vagos y los parásitos. Los que ocultos en la oscuridad y en el anonimato esconden avergonzados su rostro. Porque puedes engañar a algunos, a muchos y a todos, pero nunca a ti mismo.
En fin, ellos sabrán. Yo me quedo con mi club, con mi gente y con mi Comunidad. No seremos los mejores, los primeros o los más ricos. Pero quiero con sentimiento lo mío. Y seguiré luchando por ello.

Me he tomado unos días de descanso activo, fuera de la locura que significa siete días a la semana ante los micrófonos y en los tiempos conv...

Me he tomado unos días de descanso activo, fuera de la locura que significa siete días a la semana ante los micrófonos y en los tiempos convulsos que nos tocan vivir. Desde Navidades no había parado un solo día y es necesario detenerse para mirar el horizonte y el ombligo propio, porque así tienes una mejor perspectiva de las cosas. Es emocionante comprobar que el equipo ha dado un giro inesperado y que el entorno ha tomado esta actitud como algo favorable para dejarse el resto. No va a ser fácil mantener el tipo y continuar con los marcadores favorales y se supone que los demás terminarán reaccionado. Bueno, lo teníamos todo perdido y se agradece que volvamos a estar ilusionados, aunque no tengamos la convicción de la permanencia. Son tantos los disgustos y decepciones que hemos soportado que es difícil dejarse llevar por el entusiasmo a estas alturas.
Entre papeles que hay que ordenar, compras que se deben hacer, pequeños arreglos domésticos que acometer, miro hacia adelante. Y lo veo todo muy difícil. Nada volverá a ser como antes, tendremos que acostumbrarnos a vivir con menos, nuestros plazos tendrán un final más cercano. Hay que aprovechar las pequeñas cosas para padecer menos la nostalgia, el recuerdo que a veces nos envuelve en épocas de mayor ilusión. Ahora es difícil que sonrías espontáneamente, que encuentres alguien que no sea interesado, que te exijan cada vez más por ser una persona generosa. Caminamos sobre el caos, asomados al abismo, con la única preocupación de no caernos; así es muy difícil ser solidario y tener momentos de alegría desbordada.
Cada vez estoy más convencido de que Agapito se cree un redentor y que no abandonará "motu proprio" la presidencia. También es verdad que día a día está más presionado y que el cerco de las insituciones financieras terminará obligando al Gobierno a tomar alguna decisión. No sé en qué acabará el interés del grupo inversor inglés, o si otro grupo donde también esté Iglesias García buscará comprar un porcentaje del Real Zaragoza.
A veces, antes de dormir, pienso que esta vez me tocará el euromillón. O que de verdad un grupo de empresarios aragoneses darán un golpe encima de la mesa para gestionar el Real Zaragoza. Incluso que nos mantendremos en Primera. O que la Ley le dará la razón a las emisoras de radio y podremos volver a radiar en los estadios. Incluso que mi contrato será superior a los tres meses. Cerrando los ojos me conformo con seguir como hasta ahora...

No conviene equivocar los términos, ni tampoco estigmatizar a quienes pensamos que la permanencia es muy difícil. Comparto la ilusión y los ...

No conviene equivocar los términos, ni tampoco estigmatizar a quienes pensamos que la permanencia es muy difícil. Comparto la ilusión y los deseos de evitar el descenso pero creo que hay que mirar el futuro a muy corto plazo y el Real Zaragoza no depende de sí mismo. Hay otros equipos involucrados y la situación interna del club es muy compleja, así como su trayectoria a los largo de los últimos años. Los escépticos desconfiamos sobre la verdad o la eficacia de alguien o algo; los pesimistas tienden a ver las cosas de un modo negativo. Sin entrar en las ideas de Pirron, filósofo griego del siglo IV antes de Cristo, o en la desesperación de Schopenhauer manifestada en el siglo XIX, la verdad es que prefiero no dejarme llevar por las emociones más allá de la satisfacción o gozo momentáneos. Es mucho más racional valorar las cosas en su justa medida.
Así las cosas, no es menos cierto que liberas una gran tensión cuando cantas un gol en el minuto 94 de partido y supone el 1-0 con el que sumas tres puntos. Luego te disgustas con los marcadores de Racing, Sporting y Villarreal, pero esa descarga de adrenalina anterior te hace ver las cosas de otra manera. Por lo menos, no sufres y puedes respirar tranquilo durante una semana. Pensando, eso sí, en el próximo partido que es, ni más ni menos, en el Molinón frente al Sporting. Guardo un buen recuerdo de Gijón. He pasado momentos muy emotivos allí y la gente se ha portado bien conmigo. Les deseo lo mejor a los gijoneses y ojalá se librasen del descenso, pero nunca a costa de que perdiese la categoría el Real Zaragoza. Me pasa lo mismo con Santander, ciudad que visito con frecuencia y que me encanta, como sus alrededores. Una lástima que tengamos que competir para mantener el tipo, aunque también es posible que los tres clubes suframos la tragedia de bajar a Segunda División.
No sé qué va a pasar. Preparo, no obstante, diferentes operativos por si nos mantenemos con vida las tres últimas jornadas de Liga. La radio estará allí aunque no podamos pasar a los estadios... Si es necesario, estaremos fuera y conseguiremos las imágenes de televisión como sea posible técnicamente. Pero me resisto a perder la posibilidad de compartir con la afción zaragocista los nervios de una victoria, la agonía de un triunfo, los momentos previos y posteriores a otra tarde mágica en un escenario deportivo donde lo más sano, lo más entrañable, es la entrega de una afición que nunca le ha vuelto la espalda a su club.

Apetece despertarse y recordar el triunfo del Real Zaragoza. El sueño ha sido reparador después de una dura jornada con tantos nervios y ans...

Apetece despertarse y recordar el triunfo del Real Zaragoza. El sueño ha sido reparador después de una dura jornada con tantos nervios y ansiedad, pasando del pesimismo más absoluto al estallido de júbilo tras unos minutos finales de infarto. Esperamos seguir vivos hasta el final, pase lo que pase, aunque el equipo descienda. Pero con el deseo de mantener la moral y la dignidad intactas hasta que sea irremediable si se produce el descalabro.
Roberto fue otra vez la piedra angular de un equipo sin esquema, que juega a golpes y que hizo de la necesidad virtud tras las expulsión de Pablo Álvarez. Sin él, jugó mejor el equipo y dio una mejor impresión, aunque el Valencia nos pasara por encima.
Increíble, pero cierto. Con solamente tres disparos a puerta y nueve jugadores sobre el terreno de juego en los minutos finales del partido, se aguantó el diluvio y se sumaron tres puntos imposibles. Calambres, lesiones, expulsiones, bajas... el partido contra el Atlético de Madrid vuelve otra vez a ilusionar a la afición. Contra un conjunto irregular, capaz de lo mejor y lo peor, en nuestra misma disposición planetaria de caos estelar.
Mientras tanto estamos a la espera del cerco político, administrativo y social sobre el máximo accionista del Real Zaragoza. Que lanzó un órdago sobre la venta y al que se le pueden complicar las cosas más allá de lo que pensaba él y sus astutos asesores. Es lo que pasa por jugar con las emociones de miles de personas y enfrentarse a la clase política, a los de antes y a los de ahora. Espero que los movimientos de los que me informan personas bien informadas se concreten y las cosas cambien. Será solamente el primer paso, porque no será fácil reconstruir un edificio en ruinas que se cae a pedazos. La historia posterior a una guerra suele ser tan dura como el propio conflicto.