Es todavía uno de enero cuando comienzo a escribir estas líneas. El inicio de un año que me provoca auténtica preocupación porque los preced...

Es todavía uno de enero cuando comienzo a escribir estas líneas. El inicio de un año que me provoca auténtica preocupación porque los precedentes son muy negativos y las expectativas escasamente optimistas. No lo sé, no tengo nada claro el futuro a corto plazo y soy bastante escéptico con las cosas que no dependen de mi. Estoy agotado y un simple cambio en el calendario no modifica las cosas. Lo peor es que ya he superado la tristeza y la sombra de la resignación comienza a alargarse en el suelo, donde procuro pisar con fuerza. Por eso, ante los últimos acontecimientos, estoy algo confuso.
Es verdad que Aguirre había consumido su crédito, que era incapaz de motivar a esta plantilla, pero me pregunto quién será capaz de ello. Manolo Jiménez está ante su gran reto porque su paso por el Sevilla fue muy poco gratificante y su experiencia griega, contradictoria. Un título de Copa en su palmarés no es un gran bagaje deportivo por eso se arriesga con todas sus fuerzas para intentar evitar el descenso de un histórico venido a menos.
Todas estas cosas ocurren después de seis meses llenos de zozobra y de sobresaltos. Tras la épica permanencia conseguida en el Ciudad de Valencia ante el Levante, llegó la entrada en el proceso concursal y los temores de un descenso administrativo solicitado por el Getafe y el Deportivo. La sanción de la UEFA por el caso del Shaktar Donest desató los miedos hasta la entrada en el proceso concursal voluntario, con la decepcionante contratación de futbolistas desde el fondo de riesgo donde admitió su participación Agapito. Tras la huelga de futbolistas llegó el 0-6 del Real Madrid en la Romareda, la aparente recuperación del club con dos victorias ante el Español y la Real Sociedad y la agonía de un punto conseguido en nueve partidos.
Llegó la humillante eliminación en la Copa del Rey ante un segunda y los acontecimientos se precipitaron: Agapito cesó a Javier Aguirre de madrugada, se presentó el nuevo consejo de administración encabezado por Salvador Arenere y se llegó a un acuerdo con Manolo Jiménez, el tercero de una terna donde las preferencias estaban en el fichaje de Míchel. Demasiadas cosas en días festivos, donde la gente estaba en otras actividades más gastronómicas y familiares que deportivas.
No lo sé, estoy confuso y preocupado. Pero da la impresión que el discurso y la contundencia de Salvador Arenere es sincero. Que desea poner en orden el Real Zaragoza, que Agapito no va a interferir en el diseño de soluciones realizado y que podría preparar el club para una venta razonable y con socios solventes.
Se trata quizás, de la última esperanza. De un giro de timón inesperado que es difícil de asimilar por las decepciones acumuladas en cinco años de frustración. Pero es lo único que nos queda, hoy por hoy, aún siendo una empresa casi imposible la permanencia en la categoría y la desaparición de Agapito del Real Zaragoza. ¿Y si fuera cierto?

Hay un momento en la vida en el que miras a tu pareja y ésta baja los ojos para no coincidir la mirada. Que buscas acariciar sus manos y los...

Hay un momento en la vida en el que miras a tu pareja y ésta baja los ojos para no coincidir la mirada. Que buscas acariciar sus manos y los dedos se deslizan inmóviles hasta que se separan de los tuyos. Que buscas iniciar una conversación y no recibes mas que el eco del silencio. Que intentas pasear a su lado y el camino de ambos se bifurca. Sin que haya habido discusiones, cambios sustanciales en la vida o disgustos que dejen huella... Se percibe el inmenso dolor del final, la crueldad de la realidad y un largo proceso de distanciamiento que convierte a la otra persona en un ser desconocido del que te unen solamente los recuerdos. Es posible que tus hijos, al hacerse mayores, hayan desencadenado la desunión al soltarse los lazos que nos unían. Parece imposible hacer nada para evitarlo por que el trabajo ocupa la mayor parte de nuestro tiempo y cada uno ha resuelto su propia vida ocupando los vacíos sentimentales.  Es cierto que se puede vivir así durante años, porque una ruptura definitiva es aún más complicada y traumática. En el fondo, no existe una tercera persona o destellos de violencia que hagan insoportable la convivencia. Se trata de ahogar el sufrimiento, de limpiarse de las mejillas las solitarias lágrimas que han brotado de tus ojos y de seguir hacia adelante.
Puede pasar lo mismo con el sentimiento zaragocista de los últimos años, agravado con descensos, quiebra económica y deportiva, desilusión y rechazo. En esta ocasión los motivos para abandonar son justificados y sobrevivirían a un juicio sumarísimo si éste se llevara a cabo. Los aficionados blanquillos tendrían derecho a rasgarse las vestiduras y a renegar de su pasión, de sus colores. Pero la culpa no la tiene el espíritu del Real Zaragoza, la figura de la gran amante tierna y complaciente, capaz de exigir de tí mismo los más grandes sacrificios. La culpa es del entorno, de la realidad que no hemos querido ver a lo largo de los últimos años, de nuestra falta de reacción, del abandono que cada vez nos deja más inermes ante la realidad. El club, la institución, no es el culpable. No podemos volverle la cara y dejar que desaparezca entre la vergüenza y el escarnio, estando en boca de todos, quedándose en la desnudez más morbosa y pornográfica.
Habrá que hacer algo, ser consecuentes con nuestras emociones, impedir que se venga abajo toda la historia para después lamentarnos de por vida por nuestra falta de reacción, por nuestra rendición más ignominiosa. Debemos estar atentos a lo que se mueva en el entorno y tomar partido. Antes de que sea demasiado tarde.

Escribo estas líneas nada más llegar a casa, más allá de la una de la madrugada. Después de un día difícil y que ha tenido un desenlace muy ...

Escribo estas líneas nada más llegar a casa, más allá de la una de la madrugada. Después de un día difícil y que ha tenido un desenlace muy desagradable. Sinceramente, creía que el Real Zaragoza iba a ganar esta noche su partido de Copa y que este triunfo podría significar un punto de inflexión en la caída libre que desde dos meses nos precipita al abismo. Más aún, pese a jugar mal y sin criterio, como las últimas semanas, esperaba que el marcador no se moviera y daba por bueno hasta el empate a cero que significaría seguir adelante en el torneo.
Arrastrándonos, sin merecerlo, pero agarrados a la vida. Después del lamentable y triste episodio de los últimos cinco minutos, con dos goles que reflejan las carencias de la plantilla y el desastre táctico de un equipo mal trabajado, el mundo se me ha venido encima. Afortunadamente tenía que seguir después de radiar el partido, porque comenzaba después de la once de la noche "Tiempo Extra". No podía dejarme llevar por el abandono ya que tengo una responsabilidad desde hace muchos años con la audiencia y la propia adrenalina de comenzar un programa, me ha concedido fuerzas para llevar mi trabajo adelante.
Respeto a Javier Aguirre por su trayectoria, por su formación y por su educación. Que demostró concediéndome una entrevista en directo media hora después del fracaso deportivo. También tengo que agradecer la profesionalidad de Rubén Ramos al concertar la cita y a mi equipo de trabajo, especialmente a José Carlos Franco, por las gestiones para que ello fuera posible. Aguirre mantuvo el tipo con dignidad, se refugió en argumentos que él hizo consistentes pero que no tenían fundamento. Asumir su responsabilidad, agarrarse a la segunda vuelta de la Liga y a los tres partidos que faltan para cerrar la primera rueda, no son suficientes motivos para pensar que esto va a cambiar. El equipo está destrozado, sin cerebro, sin corazón y sin alma, como ya he dicho en otras ocasiones. El técnico mexicano está tan agotado como la plantilla y ha sido arrastrado por la tendencia contaminante de Agapito, que todo lo destruye.
No sé qué va a pasar, si el descenso se producirá irremediablemente con un ridículo espantoso en cada partido hasta batir otros registros negativos que ya se han pulverizado esta temporada. Si desaparecerá consumido por las deudas o empujado por los demás, ayudando al suicidio cruel del Real Zaragoza. O si, por el contrario, tanto dolor por fin excita a las masas y existe una corriente canalizada, quizás por la Asociación de los Pequeños Accionistas que en estos tiempos de crisis y profunda amargura, le planteen seriamente a Agapito comprar sus títulos y hacerse cargo del club con un amplísimo respaldo popular. Y que junto a ello llegase el espaldarazo de las entidades financieras y la propia administración local y autonómica, el apoyo de la Liga, de la AFE y de los acreedores del club.
No lo sé, siempre he creído que, a grandes males, grandes remedios. Y que tiene que estallar la situación para que se tomen medidas urgentes y de compromiso. Ojalá que sea sí, que se consiga un botín lo suficientemente apetitoso para que Agapito acepte el dinero y deje de hacer cada vez más grotesca e irreconocible la imagen del Real Zaragoza,

Después de escuchar al presidente del Real Zaragoza en la junta general de accionistas, no me queda ninguna duda que el club tiene fecha de ...

Después de escuchar al presidente del Real Zaragoza en la junta general de accionistas, no me queda ninguna duda que el club tiene fecha de caducidad. No sé si es peor que intente engañar con su palabrería a la afición en un acto de cinismo formidable, o que realmente se crea sus propias palabras. Dice tener una buena plantilla y un gran entrenador, al que mantendría aunque no estuviera la sociedad en proceso concursal. Y que gracias a él sigue vivo el Real Zaragoza por su aportación millonaria. Entonces, ¿por qué el equipo es último y está descolgado? ¿Por qué Aguirre no encuentra soluciones a una crisis deportiva sin precedentes? ¿Cómo es posible que uno de los principales acreedores haya fichado a Roberto, modifique el objeto social de dos de sus sociedades y forme parte de un fondo de inversión futbolístico?
Estoy convencido que Agapito nos ganará a todos por agotamiento. Responde lo que quiere cuando quiere, ajeno al problema que él mismo ha provocado con su gestión deportiva y financiera. Dice que lo deseable sería que el Real Zaragoza fuera un club deportivo pero que es de su propiedad, lo que deja al margen a todo el mundo, a la base de la afición blanquilla, a los accionistas, a los abonados, a los ex jugadores emblemáticos... La culpa de los males zaragocistas la tienen las Instituciones por no apoyarle, Soláns porque le dejó una sociedad en la ruina, la crisis planetaria que se ha cebado con el Real Zaragoza, los jugadores porque no han respondido a las expectativas; todo el mundo menos él, auténtico salvador del club por lo que no entiende que la afición esté en su contra.
Pero aún eso niega porque dice no ver las pancartas, no escucha las protestas, es ajeno a la realidad de la aversión de miles de personas aquí y en todos los sitios. Porque ni sus colegas de otros clubes, ni la Liga, ni la AFE, ni la FIFA, ni ex futbolistas, ni centenares de proveedores, le pueden ver sin cabrearse. Es el mundo feliz de Agapito donde todo vale, del que se ha convertido en un adicto porque disfruta del poder que confiere presidir un club de fútbol en la Liga española y con el historial del Real Zaragoza. Se cree empresario de éxito, intermediario de campanillas, agente de gran solvencia y vista de lince, un auténtico líder balompédico que además disfruta de la respuesta negativa, cada vez más cansada de la afición, y se ríe de los medios de comunicación que critican su gestión.
Y los políticos miran a otro lado porque no quieren que se les vincule, que alguien tire de la manta y se sepan más cosas de las que interesa. Le permiten todo a Agapito mientras no mee fuera del tiesto y lance vanas acusaciones sin contenido ni destinatario. Creen que al final se ahogará, se hundirá con el club y como han visto que la gente se ha rendido, en su gran mayoría, pasarán un tupido velo sobre el escándalo cuando el club desaparezca y a otra cosa, mariposa.
Estoy triste, decepcionado y desilusionado. Con ganas también de arrojar la toalla y pensar en un futuro sin fútbol con la cada vez mayor convicción que será el mal menor de esta situación que, si se prolonga demasiado, terminará con nuestra cordura.

Va tomando cuerpo la posible desaparición del Real Zaragoza a tenor de los últimos acontecimientos. Se trata de una sociedad que cada tempo...

Va tomando cuerpo la posible desaparición del Real Zaragoza a tenor de los últimos acontecimientos. Se trata de una sociedad que cada temporada que pasa da la sensación de no poder superar la crisis financiera y deportiva. Su deuda es la mayor en la historia de un club español y no hay patrimonio deportivo ni inmobiliario que pudiera solucionar, total o parcialmente, el agujero económico. Como tampoco en el plano balompédico las cosas funcionan, lo previsible por gente conocedora de estos asuntos, es que el Real Zaragoza termine sus días cuando se verifique su descenso y los escasos apoyos económicos de los operadores televisivos desaparezcan.
Eso es lo peor que puede ocurrir, con un tiempo de demora que podría ser de varias temporadas en las que la descomposición fuera tan voraz que se perdiese incluso la categoría de plata del fútbol español, algo que les ocurrió a otros clubes importantes en los años setenta y ochenta, como el Málaga, el Tenerife y la UD Las Palmas. Capitales de importante población, para que nadie diga que acudo a Burgos, Logroño y Oviedo, con menor número de habitantes. Es cierto que ninguno de esos clubes tiene el historial del Real Zaragoza, pero el club aragonés ya no tiene el respaldo institucional, político o financiero de la ciudad o de la Comunidad. Nadie desea vincularse a Agapito iglesias, del que huyen como de la peste, y no da la sensación que alguien quiera reflotar una sociedad anónima deportiva con el lastre que lleva.
Por eso, hay personas que están comenzando a moverse para intentar una refundación y estar preparadas para pujar por los trofeos del club, por su escudo y demás propiedades, de cara a reiniciar una historia que puede interrumpirse en cualquier momento. Desde luego, no será lo mismo ni emocionará a la mayoría pero si se hace bien y con las ayudas y colaboración necesarias, todo podría llevarse a cabo. Ya en los años cuarenta del siglo pasado el equipo cambió varias veces de presidente y tuvo gravísimos problemas económicos que terminaron con el descenso incluso a la Tercera División, en lo que parecía el mayor desastre deportivo desde el regreso a la máxima categoría. Pero no desapareció ya que personalidades vinculadas a la política, algunos de los cuales llegaron a ser alcaldes tras su paso por la presidencia, impidieron el desastre. De hecho, se vendió el campo de Torrero y se construyó la Romareda, comenzando una historia completamente diferente para el Real Zaragoza.
Y aunque algunos digan que no es lo mismo, ahí está la historia del Club Baloncesto Zaragoza. Terminó fuera de la ACB, de la que era fundador, y nadie le echó una mano cuando tuvo los problemas con Hacienda que precipitaron su desaparición de la escena deportiva de nuestro país. Llegó el vacío hasta que un grupo de personas creó un club diferente, con nombre distinto y sin historia que apeló al sentimiento de los ex caístas gracias al mismo patrocinador que en la primera época del club. Ahora ya no nos acordamos de la travesía por el desierto, de los fines de semana sin baloncesto y de la LEB, que fue un pozo de donde parecía que jamás íbamos a salir.
En fin, que no sé lo que sería mejor pero preferiría que no se tuviera que llegar al cierre y que, de alguna manera, aunque sufriéramos un purgatorio, la situación se regenerase sin tener que "clonar" el club con la pérdida de ilusión, historia y presente, que ello supone.

Supongo que mis más feroces detractores estarán consumiéndose en el odio incapaces de no poder rebatir mis argumentos. Silenciar el fracaso ...

Supongo que mis más feroces detractores estarán consumiéndose en el odio incapaces de no poder rebatir mis argumentos. Silenciar el fracaso del actual propietario del club, no darse cuenta del abandono y la resignación del entrenador y no creer en la pobreza de esta plantilla, no ayudan en absoluto al Real Zaragoza. La frase con la que intentan castigarme los cegados e involuntarios colaboradores a este desastre con su pretensión de ocultar las miserias de este club bajo su falso zaragocismo, me molesta por lo reiterativa pero hace tiempo que paso de ella. "Tienes que ser más optimista, con tu actitud perjudicas al club..." ¿Por qué? Cuando un enfermo tiene diagnosticada una grave enfermedad se pueden poner todos los medios necesarios para sanarla, pero con una palmada en la espalda y diciéndole al paciente que no se preocupe, no va a resolver su problema. No es bueno ni para él ni para su familia, porque no darse cuenta de la realidad, mentir, aunque sea bajo la estúpida fórmula de la piedad, es nefasto.
No puedo ser optimista porque este Real Zaragoza está abocado a la desaparición si esto continúa así. La gestión económica, deportiva y social, es un desastre y nos lleva al abismo desde que Agapito comenzó a disfrutar en los negocios balompédicos. Desde que juega a entrenador, a intermediario, a presidente y a personaje público. Desde que viaja, compra, vende, decide cuándo habla y cuándo calla, sorprende a los más impresionable y sigue con su vida sin rendirle cuentas a nadie. Aquí no existe una mínima organización empresarial, unos objetivos comunes trazados por profesionales del ramo que establezcan una serie de proyectos de cara al futuro. Consiste en pillar lo que se ponga a tiro, huir hacia adelante y procurar que cuando esto se vaya al carajo le salpique lo menos posible.
Pero siempre habrá palmeros junto al máximo accionista para intentar hacerse con lo que puedan, o ignorantes que entiendan el zaragocismo como la alabanza permanente al que manda y no crean en la libertad de expresión bien entendida, para explicarle al mundo que esto es un desastre y que terminaremos muriendo como otros clubes en circunstancias menos graves que las actuales.
Todo el prestigio ganado durante décadas se ha venido abajo en cinco años. Como el patrimonio deportivo, económico, social y de imagen exterior. El futuro es tan negro, que hago mías las palabras de Murphy cuando asegura que "la luz al final del tunel es siempre la del tren que viene de frente".
Pero en el fondo aún tengo la irracional, escasamente científica e inexplicable esperanza de que alguien, algún día, arreglará esto.

Siempre me ha gustado convencer con la palabra, a través del diálogo y del debate. Desde muy joven fui adiestrado en el difícil arte de la ...

Siempre me ha gustado convencer con la palabra, a través del diálogo y del debate. Desde muy joven fui adiestrado en el difícil arte de la oratoria y ahora tengo una especial satisfacción en contestar a mis más airados seguidores en las redes sociales. Que son pocos si los comparamos con el total de seguidores, una cantidad insignificante, inapreciable, pero que me provoca cierta ternura. ¡Qué le voy a hacer! En el fondo soy un sentimental y un filántropo.
No me importa invertir mi tiempo en responder, intentar convencer y hasta en cansar por aburrimiento a quienes son feroces en sus ataques. En la visceralidad pierden la razón y las fuerzas, refugiándose en el insulto fácil, en la provocación prevista de antemano y en la rabieta más infantil. Me sirve para investigar, para saber qué porcentaje de los más adversos consigo atraerme y cuáles desfallecen al no ser capaces de competir en un intercambio de frases. Incluso hay quienes parecen esperar el momento para saltar como bestias e intentar despedazarme. Algo difícil en cualquier caso y más con el componente violento del calentón.
Cuanto más se enfurecen, mejor me lo paso. Se trata de un experimento sociológico para entender la actitud primaria de individuos que incluso tienen cierta formación, en algunos casos hasta una trayectoria académica y profesional interesante. Me da la impresión que es gente con problemas de comunicación o con algún complejo de inferioridad, que se crece buscando por la red una agujero donde colarse para conseguir notoriedad. La agresividad contra el profesional de la comunicación que en el fondo admiran y desearían ser como él, pero que odian por no llegar jamás a conseguir ni su posición, ni su tribuna ante la opinión pública.
Otros, por el contrario, parecen muy desorientados y son fácilmente impresionables. Pierden la compostura, apelan a los ataques personales más pobres y se quedan sin nada que decir cuando no entienden lo que les respondes. Como los toros bravos en la plaza, cuando el diestro les deja en el centro de la arena después de mover el capote frente a su cabeza. Estos son menos atractivos ya que te cuesta menos neutralizarlos.
Mis favoritos son los que se muestran hostiles pero que razonan con inteligencia. Les respeto y deseo expresarme con sinceridad, no me importa mantener largas conversaciones. Al final, estén de acuerdo o no, terminan disminuyendo su tensión e incluso reconocen que la cosa no era para tanto. Con estas personas es posible debatir a partir de entonces sin anteponer los sentimientos contrarios a la diversión del contraste de pareceres.
De esta forma, en el laboratorio de la red, experimento con agrado y dedicación. Encuentro modelos de conducta y busco momentos de crispación para comprobar en cuánto tiempo se provocan las reacciones y cuántos émulos se adhieren a los ataques. También quienes intervienen con sensatez y sentido común. Los demás, miles, asisten con detalle a la movida y se dedican a observar lo que aparece en sus pantallas.
Gracias a todos por colaborar, especialmente a quienes más me odian. Porque alimentan mi satisfacción para convertirla en delectación mientros ellos se consumen en inútiles intentos de hacer daño, incapaces de salir de la jaula.